Hijos e Hijas de Dios

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Cristo sufrió por nosotros, 23 de agosto

Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2:8. HHD 244.1

El mundo caído es el campo de batalla del mayor conflicto que el universo celestial y los poderes de la tierra hayan presenciado jamás. Fue señalado como el escenario en el cual se libraría la mayor lucha entre el bien y el mal, entre el cielo y el infierno. Todo ser humano desempeña una parte en este conflicto. Nadie puede permanecer en terreno neutral. Los hombres pueden aceptar o rechazar al Redentor del mundo. Todos son testigos, en favor o en contra de Cristo. Cristo llama a los que se alistan bajo su estandarte para que entren con él en el conflicto como fieles soldados, para que puedan heredar la corona de la vida. Han sido adoptados como hijos e hijas de Dios. Cristo les ha dejado su promesa segura de que habrá un gran galardón en el reino de los cielos para que participen en su humillación y sufrimientos por causa de la verdad. HHD 244.2

La cruz del Calvario desafía, y vencerá finalmente a todos los poderes terrenales e infernales. Toda influencia se concentra en la cruz, y de ella irradia en todas direcciones. Es el gran centro de atracción, porque en ella Cristo dio su vida por la raza humana. El sacrificio fue ofrecido con el propósito de restaurar al hombre a su perfección original; aún más, fue ofrecido para transformar completamente su carácter, y hacerlo más que vencedor. Los que venzan al gran enemigo de Dios y el hombre con la fortaleza de Cristo, ocuparán un puesto en las cortes celestiales superior al de los ángeles que nunca cayeron... Porque no puede haber mayor gozo que el que se encuentra en Cristo.—General Conference Bulletin, 33 (1899). HHD 244.3