Hijos e Hijas de Dios

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Agradezcamos a Dios, 19 de agosto

¡Gracias a Dios por su don inefable! 2 Corintios 9:15. HHD 240.1

A qué terrible sentencia tendrá que hacer frente la humanidad el día final, puesto que la vasta mayoría de los hombres ha rechazado el ofrecimiento inapreciable, el más rico don que Dios podía conceder al mundo. Todas nuestras bendiciones nos llegan por medio del don inestimable de Cristo. La vida, la salud, los amigos, la razón, la felicidad, son nuestros gracias a los méritos de Cristo. ¡Oh, que los jóvenes y los ancianos comprendan que todo nos viene por medio de la virtud de la vida y de la muerte de Cristo, y reconozcan la propiedad de Dios! HHD 240.2

Por medio de su santa Palabra, de sus providencias, y de los mensajes que nos envía mediante sus siervos, Jesús está diciendo diariamente: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. Jesús os ha dado su vida preciosa, para que lleguéis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que está en el mundo producida por la concupiscencia. Daos entonces a él como una garantía de vuestro amor agradecido. Si no fuera por el amor que generosamente se nos concede en Cristo, estaríamos actualmente en la más profunda desesperación, en la medianoche espiritual. Agradecedle a Dios cada día por habernos dado a Jesús.—The Youth’s Instructor, 26 de abril de 1894. HHD 240.3

El pensamiento de que Cristo murió para obtener en favor nuestro el don de la vida eterna, es suficiente para inspirar en nuestro corazón la gratitud más sincera y ferviente, y la más entusiasta alabanza de nuestros labios.—The Review and Herald, 20 de septiembre de 1881. HHD 240.4