Hijos e Hijas de Dios

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No nos gloriemos en nosotros mismos, 16 de agosto

Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová. Jeremías 9:24. HHD 237.1

El jactarnos de nuestros méritos está fuera de lugar.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 382. HHD 237.2

El mandato no es: “El que se gloría, que se gloríe en sí mismo”, sino que se gloríe en Dios... No hay, por lo tanto, base alguna para que los hombres se glorifiquen a sí mismos. Le deben a la gracia de Cristo cada bendición que gozan, y cada buena cualidad que poseen. Nadie debiera exaltarse a sí mismo como poseedor de sabiduría y justicia... HHD 237.3

Los que tienen la más profunda experiencia en las cosas de Dios son los que están más apartados del orgullo y de la exaltación propia. Tienen el más humilde concepto de sí mismos, y el más elevado concepto de la gloria y la excelencia de Cristo... Cuando tenemos los ojos fijos en el cielo, y un claro concepto del carácter de Cristo, exaltaremos al Señor en nuestro corazón. HHD 237.4

A medida que alguien vaya conociendo la historia del Redentor, irá descubriendo en sí mismo serios defectos. Su desigualdad con Cristo es tan grande, que ve la necesidad de que se produzcan cambios radicales en su vida. Sigue estudiando con el deseo de llegar a ser semejante a su gran Ejemplo. Percibe la apariencia, el espíritu de su amado Maestro. Al contemplarlo, al tener “puestos los ojos en el Autor y Consumador de la fe”, se transforma a su misma imagen.—The Review and Herald, 15 de marzo de 1887. HHD 237.5