Hijos e Hijas de Dios

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Es poderoso para socorrer, 18 de enero

Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados. Hebreos 2:18. HHD 26.1

Aunque tenía que soportar las más terribles tentaciones Cristo no falló ni se desanimó. Estaba librando la batalla en nuestro favor, y si hubiera fallado, si hubiese sucumbido frente a la tentación, la familia humana se habría perdido. HHD 26.2

La Biblia hace una mención escueta del conflicto con Satanás en el desierto de la tentación, pero en realidad éste fue una pesadilla horrible. Cristo salió triunfante, y soportó la prueba en nuestro favor. ¡Cuán poco capaz es el hombre de comprender la fuerza de la tentación de Cristo! ¡Cuán poco comprende él la prueba tremenda de la cual dependió el destino de un mundo perdido! El Redentor del mundo no combatía contra sangre y carne, sino contra principados y potestades, contra señores de las tinieblas de este mundo, contra malicias espirituales en los aires. Todo el cielo estaba interesado en este conflicto y ¡qué gozo, qué regocijo hubo en el cielo debido a que el socorro reside en uno que es poderoso para vencer, poderoso para salvar! HHD 26.3

Qué acontecimiento fue el instante cuando Cristo se puso a sí mismo en el lugar de Adán, y soportó la prueba donde éste había fracasado, poniendo al hombre, mediante ese acto, en terreno ventajoso, en situación favorable ante Dios, de manera que pudiera vencer por sí mismo gracias a los méritos de Jesús. En su nombre, por su gracia, el hombre puede ser vencedor, así como Cristo lo fue. En Jesús la divinidad y la humanidad se unieron, y la única forma por la cual el hombre puede ser vencedor es convirtiéndose en participante de la naturaleza divina... La divinidad y la humanidad se combinan en el que tiene el espíritu de Cristo. El apóstol Pablo escribe: “Por lo cual, debía ser en todo semejante a los hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel Pontífice”.—The Youth’s Instructor, 30 de junio de 1892. HHD 26.4