Hijos e Hijas de Dios

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Redimidos por su sangre, 5 de agosto

Sabiendo que fuisteis rescatados... no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación. 1 Pedro 1:18, 19. HHD 226.1

Toda alma es de valor, porque ha sido comprada con la sangre preciosa de Jesucristo.—Testimonies for the Church 5:624. HHD 226.2

Quizá Satanás susurre: “Eres demasiado pecador para que Cristo te salve”. Al par de reconocer que sois ciertamente pecadores e indignos podéis hacer frente al tentador exclamando: “Por la virtud de la expiación reclamo a Cristo como mi Salvador. No confío en mis propios méritos, sino en la preciosa sangre de Jesús, que me limpia”.—Mensajes para los Jóvenes, 110. HHD 226.3

Debemos tener libre acceso a la sangre expiatoria de Cristo. Debiéramos considerar esto el privilegio más precioso, la mayor bendición jamás concedida al hombre pecador. ¡Y cuán poco uso se hace de este gran don! ¡Cuán profunda, cuán amplia y continua es esta corriente! Hay reposo para toda alma sedienta de santidad, hay descanso, ahí está la influencia vivificadora del Espíritu Santo, y además el caminar santa, feliz y pacíficamente en preciosa comunión con Cristo. Entonces, ¡oh, entonces podemos decir con pleno conocimiento de causa, con Juan: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”! Hablad de esto; orad en cuanto a esto. Que éste sea el tema del himno sagrado: ser lavados, ser purificados. El alma creyente reclama este amor, y en base a sus virtudes comparece ante el trono de Dios perdonado, justificado y santificado... Sus virtudes purificadoras le prestan fortaleza y vigor a la fe, poder a la oración, y felicidad a la alegre obediencia.—Carta 87, 1894. HHD 226.4