Hijos e Hijas de Dios

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Cristo atrae a todos, 2 de agosto

Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. Juan 12:32. HHD 223.1

Nunca antes se tuvo un conocimiento más amplio de Cristo, que cuando pendió de la cruz. Fue levantado de la tierra para atraer a todos a sí mismo. La luz de la verdad había de brillar en el corazón de muchos de los que contemplaban la escena de la crucifixión, y oían las palabras de Cristo. Proclamarían con Juan: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Allí estaban los que no descansarían hasta que, después de escudriñar las Escrituras y comparar versículo con versículo, vieran el significado de la misión de Cristo. Vieron que Aquel cuya tierna misericordia abarcaba todo el mundo, proporcionaba amplio perdón. Leyeron las profecías relativas a Cristo, y las promesas tan generosas y amplias, que señalaban una fuente abierta en favor de Judá y de Jerusalén.—Manuscrito 45, 1897. HHD 223.2

El sacrificio de Cristo como expiación del pecado es la gran verdad en torno a la cual se reúnen todas las otras. Para poder comprender y apreciar correctamente toda verdad de la Palabra de Dios, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, deben ser estudiadas a la luz que fluye de la cruz del Calvario, en relación con la extraordinaria verdad central de la expiación efectuada por el Salvador. Los que estudian el maravilloso sacrificio del Redentor, crecen en gracia y conocimiento. HHD 223.3

Os presento el grandioso monumento de misericordia y regeneración, salvación y redención: el Hijo de Dios levantado en la cruz del Calvario. Este debe ser el tema de todo discurso. Cristo declara: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo”.—Manuscrito 70, 1901. HHD 223.4