Hijos e Hijas de Dios

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La mejor herencia, 30 de junio

Para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros. 1 Pedro 1:4. HHD 190.1

Nuestras peticiones a Dios no debieran proceder de corazones llenos de aspiraciones egoístas. Dios nos exhorta a elegir los dones que redundarán para su gloria. Desea que elijamos lo celestial en lugar de lo terreno. Pone de manifiesto ante nosotros las posibilidades y ventajas de un intercambio celestial. Anima nuestros propósitos más elevados, y da seguridad a nuestro tesoro más preciado. Cuando se dejen de lado las posesiones mundanales, el creyente se regocijará en su tesoro celestial, las riquezas que no se pueden perder en ningún desastre terrenal.—The Review and Herald, 16 de agosto de 1898. HHD 190.2

Cuán triste es que los hombres se aparten de su herencia inmortal, y vivan para gratificar el orgullo, para el egoísmo y la ostentación, y al someterse a las leyes de Satán pierden la bendición que podrían recibir tanto en esta vida como en la venidera. Podrían entrar en los palacios del cielo, y así asociarse en términos de libertad e igualdad con Cristo y los ángeles celestiales y con los príncipes de Dios, y aunque parezca increíble, se apartan de los atractivos celestiales... HHD 190.3

Satanás contiende por las almas de los hombres... No desea que lancen una mirada a la honra futura, a las glorias eternas, preparadas para los que habitarán el cielo, o que gusten la experiencia que significa un anticipo de la felicidad del cielo.—Fundamentals of Christian Education, 234, 235. HHD 190.4