La Educación Cristiana

30/201

El mensaje del tercer ángel en nuestras escuelas

En el libro del Apocalipsis leemos acerca de una obra especial que Dios quiere que su pueblo haga en estos últimos días. El nos ha revelado su ley y nos ha mostrado la verdad para este tiempo. Esta verdad se despliega constantemente, y Dios quiere que seamos entendidos en ella para que podamos distinguir entre lo correcto y lo erróneo, entre la justicia y la injusticia. ECR 88.2

El mensaje del tercer ángel, la gran verdad probatoria para este tiempo, ha de enseñarse en nuestras instituciones. Es designio de Dios que por intermedio de ellas se dé esta amonestación especial y rayos brillantes de luz resplandecerán sobre el mundo. El tiempo es corto. Los peligros de los últimos días están muy cerca y debemos velar y orar, estudiar y dar oído a las lecciones presentadas en el libro de Daniel y el Apocalipsis.—Joyas de los Testimonios 2:409-411. ECR 88.3

Cuando Juan fué sacado de entre los que amaba para ser desterrado a la solitaria Patmos, Cristo sabía dónde hallar a su fiel testigo. Juan dice: “Yo Juan, vuestro hermano, y participante en la tribulación y en el reino, y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla que es llamada Patmos, por la Palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo. Yo fui en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta”. El día del Señor es el séptimo día, el sábado de la creación. En el día que Dios santificó y bendijo, Cristo manifestó “por su ángel a Juan su siervo” las cosas que deben acontecer antes del fin de la historia del mundo, y su propósito es que seamos entendidos con respecto a ellas. No en vano declara: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas: porque el tiempo está cerca”. Apocalipsis 1:3. Esta es la educación que ha de darse pacientemente. Sean nuestras lecciones adecuadas al tiempo en que vivimos y nuestra instrucción religiosa dada de acuerdo con los mensajes que Dios envía.—Testimonies for the Church 6:128. ECR 89.1

Tendremos que comparecer ante magistrados para dar razón de nuestra lealtad a la ley de Dios, para dar a conocer los motivos de nuestra fe; y los jóvenes debieran entender estas cosas. Debieran estar al tanto de las cosas que acontecerán antes del fin de la historia del mundo. Estas cosas tienen que ver con nuestro bienestar eterno, y los maestros y alumnos deben prestarles más atención. Por voz y pluma debe impartirse el conocimiento que será alimento a tiempo, no sólo para los jóvenes, sino también para los de edad adulta.—Joyas de los Testimonios 2:411. ECR 89.2

Vivimos durante las escenas finales de estos tiempos peligrosos. El Señor previó la incredulidad que ahora prevalece con respecto a su venida; y vez tras vez nos ha advertido en su Palabra de que este evento será inesperado. El gran día vendrá como un lazo “sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra”. Lucas 21:35. Hay, empero, dos clases. A una le dirige el apóstol estas animadoras palabras: “Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sobrecoja como ladrón”. 1 Tesalonicenses 5:4. Algunos estarán apercibidos cuando venga el Esposo y entrarán con él a las bodas. ¡Cuán precioso es este pensamiento para aquellos que están esperando y velan por su aparición! Cristo “amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla limpiándola en el lavacro del agua por la palabra, para presentársela gloriosa para sí, una iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha”. Efesios 5:25-27. Aquellos a quienes Dios ama gozan de este favor porque son de carácter amable.—Testimonies for the Church 6:129. ECR 89.3

La importante y grandiosa obra de preparar un pueblo que posea el carácter de Cristo y que pueda estar de pie en el día del Señor, ha de llevarse a efecto. Mientras navegamos en la corriente del mundo, no tenemos necesidad de vela ni de remo. Es al tornarnos decididamente contra la corriente cuando empieza en realidad nuestro trabajo. Satanás introducirá toda clase de teorías para pervertir la verdad. La obra avanzará con dificultad; pues, desde la caída de Adán el mundo ha tenido por costumbre pecar.—Joyas de los Testimonios 2:411. ECR 90.1

Pero Cristo está en el campo de batalla; el Espíritu Santo está obrando. Instrumentos divinos y humanos están aliados en la obra de formar de nuevo el carácter en conformidad con el modelo perfecto, y el hombre tiene que completar lo que Dios comienza. ¿Haremos como pueblo esta obra impuesta por Dios? ¿Prestaremos atención cuidadosa a la luz que nos ha sido dada, no perdiendo de vista ni un momento el propósito único de preparar a los alumnos para el reino de Dios? Si por la fe avanzamos paso a paso en la debida dirección, siguiendo al Gran Guía, la luz resplandecerá en nuestro sendero, y se originarán circunstancias que quiten las dificultades. La aprobación de Dios proporcionará esperanzas, y ángeles ministradores cooperarán con nosotros, trayendo luz y gracia, valor y alegría.—Testimonies for the Church 6:130. ECR 90.2

Por lo tanto, no se pierda más tiempo en explayarse en las muchas cosas que no son esenciales y que no mantienen relación alguna con las necesidades presentes del pueblo de Dios. No se pierda más tiempo en enaltecer a los hombres que no conocen la verdad, “porque el tiempo está cerca”. Apocalipsis 1:3. No hay ahora tiempo para llenar la mente con teorías de lo que vulgarmente se llama “educación superior”. El tiempo consagrado a aquello que no tiende a amoldar el alma a la semejanza de Cristo, es tiempo perdido para la eternidad. No podemos permitir esto, por cuanto cada momento rebosa de intereses eternos. ¿Hemos de permitir ahora, cuando la gran obra de juzgar a los vivos está por empezar, que ambiciones no santificadas se posesionen del corazón y nos induzcan a descuidar la educación requerida para hacer frente a las exigencias de este tiempo de peligro?—Joyas de los Testimonios 2:411. ECR 91.1

En cada caso ha de hacerse la importante decisión en cuanto a si hemos de recibir la marca de la bestia o su imagen, o el sello del Dios vivo. Y ahora, al hallarnos en las márgenes del mundo eterno, ¿qué cosa puede ser de tanto valor para nosotros como el ser hallados leales y fieles para con el Dios del cielo? ¿Qué cosa existe que pudiéramos estimar por encima de su verdad y de su ley? ¿Qué educación puede darse a los alumnos de nuestras escuelas que sea tan necesaria como un conocimiento de “qué dice la Escritura”?—Testimonies for the Church 6:130, 131. ECR 91.2

Sabemos que existen escuelas que dan oportunidades para instruirse en las ciencias; pero queremos algo más que esto. La ciencia de la verdadera educación es la verdad, la cual ha de quedar grabada tan profundamente en el alma que no pueda ser borrada por el error que abunda por doquiera. El mensaje del tercer ángel es verdad, luz y poder, y el presentarlo de manera que produzca las debidas impresiones en el corazón debe ser obra de nuestras escuelas tanto como de nuestras iglesias, del maestro como del ministro. Los que aceptan puestos de educadores deben estimar cada vez más la voluntad revelada de Dios y presentada tan clara y notablemente en Daniel y el Apocalipsis. ECR 91.3