La Educación Cristiana

29/201

Capítulo 11—La necesidad de una reforma educacional

“Y edificaran los desiertos antiguos, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades asoladas, los asolamientos de muchas generaciones”. “Y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar”. Isaías 61:4; 58:12. Estas palabras de la Inspiración señalan a los creyentes en la verdad presente la obra que debe hacerse ahora en la educación de nuestros niños y jóvenes. Cuando la verdad para estos últimos días llegó al mundo en la proclamación de los mensajes del primero, segundo y tercer ángeles, se nos mostró que en la educación de nuestros niños debía introducirse un orden de cosas diferente; pero ha llevado mucho tiempo el comprender qué cambios deben hacerse. ECR 87.1

Nuestra obra es reformatoria, y es propósito de Dios que mediante la excelencia del trabajo hecho en nuestras instituciones educacionales, se llame la atención de la gente al último gran esfuerzo por salvar a los que perecen. En nuestras escuelas no ha de rebajarse la norma de educación. Ha de levantarse siempre más alta, muy por encima de lo que está ahora; empero la educación dada no ha de limitarse meramente a un conocimiento de los libros de texto. El estudio de los libros de texto solamente no puede proporcionar a los estudiantes la disciplina que necesitan, ni puede impartirles verdadera sabiduría. El objeto de nuestras escuelas es proveer lugares donde los miembros más jóvenes de la familia del Señor puedan ser educados de acuerdo con su plan de crecimiento y desarrollo. ECR 87.2

Satanás ha empleado los métodos más ingeniosos para entretejer sus planes y principios en los sistemas de educación y lograr así un poderoso dominio de la mente de niños y jóvenes. Contrarrestar sus artificios es la obra del verdadero educador. Tenemos ante Dios la obligación solemne y sagrada de criar a nuestros niños para él y no para el mundo; de enseñarles a no hacer alianza con el mundo sino a amar y temer a Dios y a guardar sus mandamientos. Se les debe inculcar el pensamiento de que están formados a la imagen de su Creador y de que Cristo es el Modelo al cual deben adaptarse. Debe prestarse más seria atención a la educación que impartirá un conocimiento de la salvación, y amoldará la vida y el carácter a la semejanza divina. Es el amor de Dios, la pureza del alma entretejida en la vida a guisa de hebras de oro, lo que tiene verdadero valor. La altura que el hombre puede alcanzar así no ha sido comprendida plenamente. ECR 87.3

Para llevar a efecto esta tarea, ha de ponerse un fundamento más amplio. Debe introducirse y adoptarse un nuevo propósito, ayudarse a los alumnos a aplicar los principios de la Biblia en todo lo que hacen. Debe señalarse claramente y eliminarse todo aquello que salga de lo recto, pues es iniquidad que no puede perpetuarse. Es importante que todo maestro ame y cultive sanos principios y doctrinas, por cuanto en ellos está la luz que ha de proyectarse en la senda de todos los alumnos. ECR 88.1