La Educación Cristiana

22/201

Ficción de alto estilo

Hay obras de imaginación que fueron escritas con el objeto de enseñar la verdad o dar a conocer algún gran mal. Varias de estas obras han hecho algún bien. Sin embargo no han dejado de hacer un daño indecible. Encierran declaraciones y descripciones de estilo refinado que excitan la imaginación y despiertan toda una serie de pensamientos llenos de peligro, especialmente para la juventud. Las escenas en ellos descriptas repercuten una y muchas veces en el pensamiento del lector. Semejantes lecturas inhabilitan la mente para una obra provechosa, y la imposibilitan para el ejercicio espiritual. Destruyen el interés por la Biblia. Las cosas del cielo ocupan poco lugar en el pensamiento. Al detenerse el espíritu en las escenas de impureza presentadas, despiértase la pasión y dan por resultado el pecado. ECR 75.4

Aun la ficción que no contenga alusiones a la impureza, y que se haya propuesto por fin enseñar excelentes principios, no deja de ser perjudicial. Fomenta el hábito de la lectura rápida y superficial, sólo por el interés de la intriga. Así tiende a destruir la facultad de pensar con hilación y vigor; incapacita al alma para contemplar los grandes problemas del deber y del destino. ECR 76.1

Al dar alas al amor por pura diversión, la lectura de obras de imaginación produce hastío de los deberes prácticos de la vida. Con su poder excitante y emponzoñador, es causa no pocas veces de enfermedad mental y física. Más de un hogar miserable y descuidado, más de un inválido para toda la vida, más de un asilado de la casa de locos, han llegado a ser lo que son debido a la lectura de novelas. ECR 76.2

Se insiste muchas veces en que para arrancar de la juventud el gusto por la literatura pasional o indigna, habría que proporcionarle mejor clase de literatura de imaginación. Pero esto es como intentar curar a un borracho dándole, en vez de aguardiente, bebidas fermentadas más suaves, tales como vino, cerveza o sidra. El uso de estas bebidas fomentaría continuamente el apetito para estimulantes más fuertes. La única seguridad para el borracho, y la única salvaguardia para el hombre templado, es la abstinencia total. Para el aficionado a la ficción rige la misma regla. La abstinencia total es su única seguridad. ECR 76.3