La Educación Cristiana

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Las lecciones de la naturaleza

En las variadas escenas de la naturaleza, hay también lecciones de sabiduría divina para todos los que han aprendido a comulgar con Dios. Las páginas que se abrieron deslumbrantes a la mirada de la primera pareja en el Edén llevan ahora una sombra. Una maldición ha caído sobre la hermosa creación. Sin embargo, doquiera miremos, vemos rastros de la hermosura primitiva; doquiera nos volvamos, oímos la voz de Dios y contemplamos la obra de sus manos. ECR 69.2

Desde el solemne y profundo retumbo del trueno y el incesante rugido del viejo océano, hasta los alegres cantos que llenan los bosques de melodías, las diez mil voces de la naturaleza expresan su loor. En la tierra, en el mar y en el cielo, con sus maravillosos matices y colores, que varían en glorioso contraste o se fusionan armoniosamente, contemplamos su gloria. Las montañas eternas hablan de su poder. Los árboles que hacen ondear sus verdes estandartes a la luz del sol, las flores en su delicada belleza, señalan a su Creador. El verde vivo que alfombra la tierra, habla del cuidado de Dios por la más humilde de sus criaturas. Las cuevas del mar y las profundidades de la tierra revelan sus tesoros. El que puso las perlas en el océano y la amatista y el crisólito entre las rocas, ama lo bello. El sol que se levanta en los cielos es un símbolo de Aquel que es la vida y la luz de todo lo que ha hecho. Todo el esplendor y la hermosura que adornan la tierra e iluminan los cielos hablan de Dios. ECR 69.3

Por lo tanto, mientras disfrutamos de sus dones, ¿habremos de olvidarnos del Dador? Dejemos más bien que nos induzcan a contemplar su bondad y su amor, y que todo lo que hay de hermoso en nuestra patria terrenal nos recuerde el río cristalino y los campos verdes, los ondeantes árboles y las fuentes vivas, la resplandeciente ciudad y los cantores de ropas blancas de nuestra patria celestial, el mundo de belleza que ningún artista puede pintar, que ninguna lengua mortal puede describir. “Cosas que ojo no vió, ni oreja oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para aquellos que le aman”. 1 Corintios 2:9. ECR 70.1

Morar para siempre en este hogar de los bienaventurados, llevar en el alma, el cuerpo y el espíritu, no los oscuros estigmas del pecado y de la maldición, sino la perfecta semejanza de nuestro Creador, y a través de los siglos sin fin progresar en sabiduría, conocimiento y santidad, explorando siempre nuevos campos del pensamiento, hallando siempre nuevos prodigios y nuevas glorias, creciendo siempre en capacidad de conocer, disfrutar y amar, sabiendo que quedan todavía delante de nosotros gozo, amor y sabiduría infinitos, tal es el fin hacia el cual se dirige la esperanza del cristiano, el fin para el cual nos prepara la educación cristiana. Obtener esta educación y ayudar a otros a obtenerla, debiera ser el propósito de la vida del cristiano.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 48-54. ECR 70.2