La Educación Cristiana

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Capítulo 62—La administración de los colegios

Desearia tener tal dominio del lenguaje que pudiese expresar claramente la importancia de la debida administración de nuestros colegios. Todos debieran considerar que nuestros colegios son los medios por los cuales el Señor quiere darse a conocer. Por doquiera se necesitan hombres y mujeres que hagan las veces de conductos de luz. La verdad de Dios tiene que ser llevada a todos los países, a fin de que los hombres sean iluminados por ella. ECR 441.1

Por ser el pueblo que tiene más luz, debiéramos idear medios por los cuales formar un ejército de misioneros educados que ingresen en los diferentes departamentos de la obra de Dios. Necesitamos jóvenes y señoritas bien disciplinados y adelantados, en nuestros colegios y nuestros sanatorios, en la obra misionera médica y las casas de publicación, en las asociaciones y en el campo en general. Necesitamos jóvenes y señoritas que por tener alta cultura intelectual sean idóneos para hacer la mejor obra para el Señor. Hemos hecho algo en el sentido de alcanzar esta norma, pero aún estamos muy por debajo de lo que el Señor ha indicado. Como iglesia y como individuos, si queremos estar sin culpa en el juicio, debemos hacer esfuerzos más liberales para la educación de nuestra juventud, a fin de que esté mejor preparada para los diversos ramos de la gran obra confiada a nuestras manos. Como pueblo que tiene gran luz, debiéramos hacer planes sabios a fin de que las ingeniosas inteligencias de los que poseen talento se fortalezcan, disciplinen y pulan y así la obra de Cristo no sea estorbada por falta de obreros expertos que hagan su trabajo con fervor y fidelidad. ECR 441.2

Algunos se contentarían con dar una educación acabada a unos cuantos de los jóvenes más promisorios que tenemos; pero todos nuestros jóvenes necesitan educarse a fin de estar preparados para ser útiles en esta vida, capacitados para ocupar puestos de responsabilidad tanto en la vida privada como en la pública. Hay gran necesidad de planes para proveer gran número de obreros competentes, y muchos debieran prepararse para ser docentes, a fin de que otros puedan ser adiestrados y disciplinados para la gran obra futura. La iglesia debe considerar la situación y por su influencia y sus recursos tratar de alcanzar este tan deseado fin. ECR 441.3