La Educación Cristiana

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Capítulo 54—La importancia de la preparación física

El siglo presente se destaca por un interés sin paralelo en la educación. La extensa difusión del saber por medio de la prensa, que pone al alcance de todos los medios para su propia cultura, ha despertado un anhelo general de mejoramiento intelectual. ECR 379.1

Aunque reconocemos agradecidos las crecientes facilidades con que contamos, no debemos cerrar los ojos ante los defectos del actual sistema de educación. En el ávido esfuerzo por alcanzar una cultura intelectual, se ha descuidado tanto la disciplina física como la moral. Muchos jóvenes salen de las instituciones de enseñanza con las costumbres degradadas y las facultades físicas debilitadas, sin ningún conocimiento de la vida práctica y poca fuerza para cumplir los deberes de ella. ECR 379.2

Al ver estos males he preguntado: ¿Deben nuestros hijos e hijas convertirse en alfeñiques morales y corporales a fin de obtener una educación en las escuelas? No debe ser así ni lo será tampoco si los maestros y los alumnos son fieles a las leyes de la naturaleza, que son también las leyes de Dios. Todas las facultades de la mente y el cuerpo han de ponerse en ejercicio activo para que los jóvenes lleguen a ser fuertes, hombres y mujeres bien equilibrados. ECR 379.3

Muchos alumnos tienen tanta prisa por terminar su educación, que no son perfectos en nada de lo que emprenden. Pocos son los que tienen valor suficiente y dominio propio para proceder por principios. La mayor parte de los estudiantes no llega a comprender el verdadero objeto de la educación; de donde resulta que no proceden de tal suerte que lo consigan. Se aplican al estudio de las matemáticas o de los idiomas, en tanto que descuidan un estudio mucho más esencial para la felicidad y el éxito de la vida. Muchos de los que pueden explorar las entrañas de la tierra con el geólogo o atravesar los cielos con el astrónomo, no demuestran ni el más mínimo interés por el mecanismo maravilloso de sus propios cuerpos. Otros saben decir con exactitud cuántos huesos hay en el esqueleto humano y describir correctamente cada órgano del cuerpo y, no obstante, son tan ignorantes en cuanto a las leyes de la salud y la curación de la enfermedad como si la vida fuese regida por un ciego destino más bien que por una ley definida e invariable. ECR 379.4

La salud física se halla en la base misma de las ambiciones y esperanzas de todos los estudiantes. De aquí la preeminente importancia de adquirir un conocimiento de aquellas leyes por las cuales se obtiene y se conserva la salud. Cada joven debiera aprender a regular sus hábitos dietéticos, es decir, saber qué, cuándo y cómo comer. Debiera instruírselos acerca de cuántas horas dedicar al estudio y cuánto tiempo al ejercicio físico. El cuerpo humano puede compararse a una máquina esmeradamente ajustada, la cual requiere cuidado para mantenerla en ordenada marcha. Una parte no debe estar sujeta a constante desgaste y presión, en tanto que otra se oxida por la inacción. Cuando se atarea la mente, los músculos debieran tener también su parte de ejercicio. ECR 380.1

La regulación debida de los hábitos en el comer, dormir, estudiar y hacer ejercicio es un deber que todo estudiante tiene para consigo mismo, para con la sociedad y para con Dios. La educación que hará de los jóvenes una bendición para el mundo, es la que los habilita para alcanzar un verdadero y noble desarrollo. El estudiante que estudia arduamente, duerme poco, hace poco ejercicio y come con irregularidad alimentos inapropiados o de calidad inferior, está obteniendo preparación intelectual a expensas de la salud, de las costumbres, de la espiritualidad y, acaso, de la vida. ECR 380.2

Los jóvenes gustan, por naturaleza, de la actividad, y si no encuentran legítimo desahogo para sus aprisionadas energías después del confinamiento del aula, se vuelven inquietos e impacientes a causa de la disciplina y son así inducidos a entregarse a los deportes rudos indignos de hombres, que deshonran a tantas escuelas y colegios, y hasta a sumirse en escenas de verdadera disipación. Muchos de los jóvenes que dejaron sus hogares siendo inocentes, se hallan corrompidos a causa de sus relaciones en la escuela. ECR 380.3

Toda institución de enseñanza debiera hacer provisión para el estudio y la práctica de la agricultura y las artes mecánicas. Se debiera emplear a maestros competentes para instruir a los jóvenes en las diversas tareas industriales, así como en las diferentes ramas de estudio. Al paso que se consagra una parte de cada día al mejoramiento mental, dedíquese un tiempo determinado al trabajo físico y un tiempo conveniente a las prácticas devocionales y al estudio de las Escrituras. ECR 381.1

Esta disciplina fomentará hábitos de confianza propia, firmeza y decisión. Los graduados en tales instituciones estarían preparados para empeñarse con éxito en los deberes prácticos de la vida. Tendrían valor y perseverancia para sobreponerse a los obstáculos y firmeza de principios que no se rendiría a las malas influencias. ECR 381.2

Si los jóvenes no pudieran educarse más que en una sola dirección, ¿cuál sería de mayor importancia: el estudio de las ciencias con todas sus desventajas para la salud y las costumbres, o una perfecta preparación en los deberes prácticos, con sanas costumbres y buen desarrollo físico? Sin vacilar respondemos, lo último. Empero con el debido esfuerzo pueden conseguirse ambas cosas, en la mayoría de los casos. ECR 381.3

Los que combinan el trabajo provechoso con el estudio no tienen necesidad de ejercicios gimnásticos. Y el trabajo ejecutado al aire libre es diez veces más beneficioso para la salud que el trabajo a puerta cerrada. Tanto el artesano como el agricultor hacen ejercicio físico; con todo, el agricultor es el más sano de los dos. Nada menos que el aire y la luz solar, medios vigorizadores de la naturaleza, satisfarán plenamente las demandas del organismo. El labrador del terreno encuentra en su trabajo todos los movimientos que se puedan practicar en el gimnasio. Los campos son su gimnasio. El pabellón del cielo es su techo, la tierra sólida su pavimento. Allí él ara y azadona la tierra, siembra y cosecha. Observadle cómo durante la siega del heno guadaña y rastrilla, maneja la horquilla, se contuerce, levanta fardos y los carga, los arroja de sí, los prensa con los pies y luego los apila. Estos diversos movimientos exigen la acción de los huesos, coyunturas, músculos, tendones y nervios del cuerpo. Su vigoroso ejercicio produce inspiraciones y exhalaciones plenas, profundas y fuertes que dilatan los pulmones y purifican la sangre, transmitiendo la cálida corriente de la vida a borbotones por las arterias y las venas. Un labriego que sea moderado en todas sus costumbres goza por lo general de buena salud. El trabajo le es agradable. Tiene buen apetito. Duerme bien y puede estar contento. ECR 381.4

Contrástese la condición del activo labriego con la del estudiante que descuida el ejercicio físico. Este se sienta en una habitación cerrada, se inclina sobre su escritorio o mesa; el pecho se le contrae y se le aprietan los pulmones. No puede hacer aspiraciones plenas y profundas. Su cerebro está atareado hasta lo sumo, en tanto que su cuerpo está tan inactivo como si no hubiese uso para él. La sangre se le mueve lentamente en el organismo. Sus pies están fríos, su cabeza caliente. ¿Cómo puede tener salud semejante persona? ECR 382.1

Haga el estudiante regularmente ejercicio que le obligue a respirar profunda y plenamente, llevándole a los pulmones el aire puro y vigorizador del cielo, y será entonces un nuevo ser. No es tanto el estudio penoso lo que destruye la salud de los estudiantes, como su menosprecio de las leyes de la naturaleza. ECR 382.2

En las instituciones de enseñanza se debiera emplear a maestros expertos para instruir a las jóvenes en los misterios de la cocina. El conocimiento de los deberes domésticos es de incalculable valor para toda mujer. Hay familias sin cuento cuya felicidad queda arruinada por la ineficiencia de la esposa y madre. No es tan importante que nuestras hijas aprendan pintura, trabajos de fantasía, música, ni siquiera la “raíz cúbica”, o las figuras de la retórica, como que aprendan a cortar, confeccionar y componer su propia ropa y a preparar el alimento en forma saludable y apetitosa. Cuando una niña tiene nueve o diez años de edad se debiera exigir de ella que tome sobre sí una parte de los deberes domésticos permanentemente, a medida que sea capaz, y se le debiera tener por responsable de la manera en que la desempeña. Fué un padre sabio aquel que, cuando le preguntaron lo que se proponía hacer con sus hijas respondió: “Me propongo hacerlas aprendizas de su excelente madre a fin de que aprendan el arte de aprovechar el tiempo y se preparen para ser esposas y madres, cabezas de familia y miembros útiles de la sociedad”. ECR 382.3

El lavar la ropa sobre la antigua tabla de fregar, barrer, quitar el polvo y una variedad de otros deberes de la cocina y el jardín, constituirán un ejercicio valioso para las jóvenes. Un trabajo provechoso como éste debe ocupar el lugar del croquet, del arco, del baile y de otras diversiones que no benefician a nadie. ECR 383.1

Muchas damas, tenidas por bien educadas y graduadas con honores en alguna institución de enseñanza, son vergonzosamente ignorantes en cuanto a los deberes prácticos de la vida. Carecen de las cualidades necesarias para el correcto manejo de la familia, cosa esencial para su felicidad. Pueden hablar de la elevada esfera de la mujer y de sus derechos, y, no obstante, estar ellas mismas muy por debajo de la esfera verdadera. Es derecho de toda hija de Eva poseer un perfecto conocimiento de los deberes domésticos y ser enseñada en cada ramo de sus ocupaciones. Toda joven debe estar educada de tal modo que si se la llama a ocupar el puesto de esposa y madre pueda presidir como una reina en sus dominios. Debiera ser del todo competente para guiar e instruir a sus hijos y para dirigir a sus sirvientes o, si necesario fuese, suplir con sus propias manos las necesidades de su familia. Tiene el derecho de comprender el mecanismo del cuerpo humano y los principios de la higiene, lo referente a la dieta y el vestido, el trabajo y la recreación y a un sinnúmero de otras cosas que se relacionan íntimamente con el bienestar de su familia. Tiene el derecho de obtener un conocimiento de los métodos mejores para el tratamiento de las enfermedades que le permita cuidar a sus hijos cuando estén enfermos en lugar de abandonar sus preciosos tesoros en las manos de enfermeras y médicos extraños. ECR 383.2

El concepto de que la ignorancia acerca de la ocupación provechosa constituye una característica esencial del verdadero caballero o la dama, es contrario al designio de Dios en la creación del hombre. La ociosidad es un pecado y la ignorancia acerca de los deberes ordinarios es el resultado de la insensatez; y en el resto de la vida dará amplio motivo para lamentarla amargamente. ECR 384.1

Los que hacen de servir y honrar a Dios su regla de vida, prestarán atención al mandato del apóstol: “Si pues coméis, o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo a gloria de Dios”. Tales estudiantes mantendrán su integridad frente a la tentación y saldrán del colegio con inteligencias bien desarrolladas y con salud de cuerpo y de alma.—The Signs of the Times, 29 de junio de 1882. Reproducido en Fundamentals of Christian Education, 71-76. ECR 384.2

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El tiempo de que disponemos es corto. Sólo una vez podemos pasar por este mundo; saquemos, pues, al hacerlo, el mejor provecho de nuestra vida. La tarea a la cual se nos llama no requiere riquezas, posición social ni gran capacidad. Lo que sí requiere es un espíritu bondadoso y abnegado y firmeza de propósito. Una luz, por pequeña que sea, si arde siempre, puede servir para encender otras muchas. Nuestra esfera de influencia, nuestras capacidades, oportunidades y adquisiciones podrán parecer limitadas; y sin embargo tenemos posibilidades maravillosas si aprovechamos fielmente las oportunidades que nos brindan nuestros hogares. Si tan sólo queremos abrir nuestros corazones y nuestras casas a los divinos principios de la vida, llegaremos a ser canales por los que fluyan corrientes de fuerza vivificante. De neustros hogares saldrán ríos de sanidad, que llevarán vida, belleza y feracidad donde hay por hoy todo es aridez y desolación. El Ministerio de Curación, 273, 274. ECR 384.3