La Educación Cristiana

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Conviene cultivar la tierra

Si se cultiva la tierra, ella proveerá, con la bendición de Dios, para nuestras necesidades. No tenemos que desanimarnos en cuanto a las cosas temporales en virtud de fracasos aparentes ni debiéramos descorazonarnos a causa de la tardanza. Debiéramos trabajar el suelo alegre, esperanzada y agradecidamente, estando persuadidos de que la tierra encierra en su seno ricas provisiones para el obrero fiel, provisiones más preciosas que oro o plata. La mezquindad que se le atribuye es un testimonio falso. Con un cultivo adecuado e inteligente, la tierra entregará sus tesoros para provecho del hombre. Las montañas y las colinas están cambiando; la tierra se está envejeciendo como ropa de vestir; empero la bendición del Dios que tendió mesa para su pueblo en el desierto no cesará jamás. ECR 299.2

Tiempos solemnes hay delante de nosotros y existe gran necesidad de que las familias salgan de las ciudades y se internen en el campo, a fin de que la verdad pueda llevarse a los vallados así como a los caminos de la tierra. Mucho depende de que se tracen nuestros planes de acuerdo con la palabra del Señor y se lleven a término con perseverante energía. Depende más de la consagrada actividad y perseverancia que del genio y del estudio de los libros. Todos los talentos y las aptitudes otorgadas a los agentes humanos, si no se usan, son de escaso valor. ECR 299.3

Un regreso a los métodos más sencillos será apreciado por los niños y los jóvenes. El trabajo en la huerta y en el campo constituirá una variación agradable en la cansadora rutina de las lecciones abstractas, a las cuales sus jóvenes inteligencias no debieran jamás ser limitadas. Esta variación será especialmente valiosa para el niño nervioso que encuentra en los libros lecciones agotadoras y difíciles de recordar. Hay para él salud y dicha en el estudio de la naturaleza y las impresiones hechas no desaparecerán de su mente, por cuanto estarán asociadas con objetos que se hallan constantemente ante sus ojos. ECR 300.1