La Educación Cristiana

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Una comprensión llena de simpatía

Nunca debe abandonarse el trabajo educativo en un lugar donde se ha establecido una escuela de iglesia, a menos que Dios indique claramente que así debe hacerse. Las condiciones adversas pueden parecer conspirar contra la escuela, pero con la ayuda de Dios el maestro puede hacer una gran obra salvadora y transformar las cosas. Si él trabaja paciente, ferviente y perseverantemente, de acuerdo a los métodos de Cristo, la obra de reforma hecha en la escuela, podrá extenderse a los hogares de los niños, introduciendo en ellos una atmósfera más pura y celestial. Esto es en verdad obra misionera del más alto carácter. ECR 198.2

Si los padres hacen fielmente su parte, la obra del maestro se aligerará grandemente. Su esperanza y valor aumentarán. Los padres cuyo corazón rebose de amor hacia Cristo, evitarán el expresar censuras, y harán cuanto esté en su poder para alentar y ayudar al que han elegido como maestro de sus hijos. Estarán dispuestos a creer que es tan concienzudo en su obra como ellos en la suya. ECR 199.1

Los maestros del hogar y los de la escuela deben saber comprender la obra de cada uno y simpatizar mutuamente. Deben colaborar armoniosamente, imbuidos del mismo espíritu misionero, y esforzarse juntos por beneficiar a los niños física, mental y espiritualmente, a fin de desarrollar en ellos un carácter que resista la prueba de la tentación.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 142-148. ECR 199.2