La Educación

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Eliseo—Fiel en las cosas pequeñas

Los primeros años de la existencia del profeta Eliseo transcurrieron en la quietud de la vida campestre bajo la enseñanza de Dios y la naturaleza, y la disciplina del trabajo útil. En una época de apostasía casi universal, la familia de su padre se contaba entre los que no habían doblado la rodilla ante Baal. En ese hogar se honraba a Dios, y la fidelidad al deber era la norma de la vida diaria. ED 54.7

Como hijo de un rico agricultor, Eliseo había echado mano del trabajo que tenía más cerca. Aunque poseía aptitudes para dirigir a los hombres, se lo instruyó en los deberes comunes de la vida. A fin de dirigir sabiamente, debía aprender a obedecer. La fidelidad en las responsabilidades pequeñas lo preparó para llevar las responsabilidades mayores. ED 55.1

Aunque era dócil y manso, Eliseo poseía también energía y firmeza. Abrigaba el amor y el temor de Dios, y de la humilde rutina del trabajo diario obtuvo fuerza de propósito y nobleza de carácter, y creció en la gracia y el conocimiento divinos. Mientras cooperaba con su padre en los trabajos del hogar, aprendía a cooperar con Dios. ED 55.2

Eliseo recibió el llamado profético mientras araba el campo, con los criados de su padre. Cuando Elías, que había sido dirigido por Dios para elegir a su sucesor, echó su manto sobre los hombros del joven, Eliseo reconoció y obedeció la orden. “Y fue tras Elías, y le servía”7. No fue grande el trabajo que al principio se exigió de Eliseo; las obligaciones comunes seguían constituyendo su disciplina. Se dice que él vertía agua en las manos de Elías, su maestro. Como ayudante personal del profeta, siguió siendo fiel en los deberes pequeños, al par que con un propósito que se fortalecía diariamente se consagraba a la misión que le había sido asignada por Dios. ED 55.3

Cuando recibió el llamado, se puso a prueba su decisión. Al volverse para seguir a Elías, el profeta le dijo que regresara a su casa. Debía calcular el costo, decidir por sí mismo si había de aceptar o rechazar el llamamiento. Pero Eliseo comprendió el valor de su oportunidad. Por ninguna ventaja mundanal hubiera dejado pasar la posibilidad de llegar a ser mensajero de Dios, o hubiese sacrificado el privilegio de asociarse con su siervo. ED 55.4

Al transcurrir el tiempo y estar preparado Elías para la traslación, también Eliseo estaba listo para ser su sucesor. Nuevamente fueron probadas su fe y su resolución. Mientras acompañaba a Elías en su gira de servicio, conociendo que la traslación del profeta estaba próxima, Elías, en todos los lugares, lo invitaba a que se volviera. “Quédate ahora aquí—decía Elías—porque Jehová me ha enviado a Bet-el”8. Pero al manejar el arado, Eliseo había aprendido a no ceder ni desanimarse, y entonces, al poner la mano en el arado en otro ramo de trabajo, no quería que nadie lo desviara de su propósito. Tan pronto como se le decía que se volviera respondía: ED 55.5

“Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré”9. ED 55.6

“Y se fueron los dos”, y ambos se detuvieron junto al Jordán. “Tomó entonces Elías su manto, lo dobló y golpeó las aguas, las que se apartaron a uno y a otro lado, y ambos pasaron por lo seco. En cuanto pasaron, Elías dijo a Eliseo: “Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea arrebatado de tu lado”. Eliseo dijo: “Te ruego que me dejes una doble porción de tu espíritu”. “Cosa difícil has pedido—le respondió Elías—Si me ves cuando sea separado de ti, te será concedido; pero si no, no”. Aconteció que mientras ellos iban caminando y hablando, un carro de fuego, con caballos de fuego, los apartó a los dos, y Elías subió al cielo en un torbellino”10. ED 56.1