La Educación
José
En los primeros tiempos de su vida, al pasar de la juventud a la adultez, José y Daniel fueron separados de sus hogares y llevados cautivos a países paganos. José, especialmente, fue expuesto a las tentaciones que acompañan a los grandes cambios de fortuna. En la casa de su padre fue un niño tiernamente mimado; en la casa de Potifar fue esclavo, y luego confidente y compañero; hombre de negocios, educado mediante el estudio, la observación y el contacto con personas respetables de aquella época; en la cárcel del faraón fue un preso del estado, condenado injustamente, que no tenía esperanza de vindicación ni perspectiva de libertad; en un momento de gran crisis fue llamado a colaborar con el gobierno de la nación. ¿Qué lo capacitaba para conservar su integridad? ED 49.2
Nadie puede mantenerse en una gran altura sin peligro. Del mismo modo que la tempestad que deja intacta la flor del valle, desarraiga el árbol de la cima de la montaña, las fieras tentaciones que dejan intacto al de condición humilde, asaltan a los que ocupan las funciones más importantes del mundo en cuanto a éxito y honor. Pero José resistió igualmente la prueba de la prosperidad y la adversidad. En el palacio del faraón puso de manifiesto la misma fidelidad que en la celda de la cárcel. ED 50.1
En su niñez se le había enseñado a amar y temer a Dios. A menudo se le había contado, en la tienda de su padre, bajo las estrellas de Siria, la historia de la visión nocturna de Betel, de la escalera entre el cielo y la tierra, de los ángeles que subían y bajaban, y de Aquel que se reveló a Jacob desde el trono de lo alto. Se le había contado la historia del conflicto librado junto al Jaboc, donde, después de renunciar a pecados arraigados, Jacob fue vencedor y recibió el título de príncipe con Dios. ED 50.2
Mientras era pastorcillo y cuidaba los rebaños de su padre, la vida pura y sencilla de José había favorecido el desarrollo de las facultades físicas y mentales. Por la comunión con Dios mediante la naturaleza, y el estudio de las grandes verdades transmitidas de padre a hijo, como cometido sagrado, obtuvo fuerza mental y firmeza de principios. ED 50.3
Cuando se produjo la crisis de su vida, durante el viaje terrible que hizo desde el hogar de su niñez, situado en Canaán, a la esclavitud que le esperaba en Egipto, al contemplar por última vez las colinas que ocultaban las tiendas de su familia, José recordó al Dios de su padre. Recordó las lecciones aprendidas en su niñez y su alma se conmovió cuando tomó la decisión de ser fiel, y conducirse siempre como corresponde a un súbdito del Rey del cielo. ED 50.4
José permaneció fiel durante su amarga vida como extranjero y esclavo, en medio de las escenas y los ruidos del vicio y las seducciones del culto pagano, culto rodeado de todos los atractivos de la riqueza, la cultura y la pompa de la realeza. Había aprendido la lección de la obediencia al deber. La fidelidad en cualquier situación, desde la más humilde a la más encumbrada, educó todas sus facultades para un servicio más elevado. ED 50.5
Cuando fue llamado a la corte del faraón, Egipto era la nación más poderosa. En cuanto a civilización, arte y ciencia, no tenía rival. José administró los negocios del reino en una época de dificultad y peligro extremos, y lo hizo de un modo que cautivó la confianza del rey y del pueblo. El faraón lo puso por “señor de su casa, y por gobernador de todas sus posesiones, para que a sus grandes como él regir quisiera y a sus ancianos enseñara sabiduría”1. ED 51.1
La inspiración ha puesto ante nosotros el secreto de la vida de José. Jacob, con palabras de belleza y poder divinos, habló así de su hijo predilecto, cuando bendijo a sus hijos: ED 51.2
“Rama fructífera es José,
rama fructífera junto a una fuente,
sus vástagos se extienden sobre el muro.
Le causaron amargura, le lanzaron flechas,
lo aborrecieron los arqueros,
mas su arco se mantuvo poderoso
y los brazos de sus manos se fortalecieron
por las manos del Fuerte de Jacob,
por el nombre del Pastor, la Roca de Israel,
por el Dios de tu padre, el cual te ayudará,
por el Dios omnipotente, el cual te bendecirá
con bendiciones de los cielos de arriba,
con bendiciones del abismo que está abajo,
con bendiciones de los pechos y del vientre.
Las bendiciones de tu padre fueron mayores
que las de mis progenitores;
hasta el término de los collados eternos
serán sobre la cabeza de José,
sobre la frente del que fue apartado
de entre sus hermanos”2.
ED 51.3
La lealtad a Dios, la fe en el Invisible, constituían el ancla de José. En esto residía el secreto de su poder. “Y los brazos de sus manos se fortalecieron por las manos del Fuerte de Jacob” ED 51.4