La Educación

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La verdadera fuerza de voluntad

Todo niño debe comprender la verdadera fuerza de la voluntad. Se le tiene que hacer ver cuán grande es la responsabilidad que implica este don. La voluntad es el poder que gobierna en la naturaleza del hombre, el poder de decisión o elección. Todo ser humano que razone tiene la facultad de escoger lo recto. En toda vicisitud de la vida la Palabra de Dios nos dice: “Escogeos hoy a quién sirváis”1. Todos pueden poner su voluntad de parte de la de Dios, escoger obedecerle y así, al relacionarse con los instrumentos divinos, mantenerse donde nada pueda forzarlos a realizar el mal. En todo joven y en todo niño hay poder para formar, con la ayuda de Dios, un carácter íntegro y vivir una vida útil. ED 261.1

El padre o el maestro que, por medio de esta instrucción, enseña al niño a dominarse, será de mucha utilidad y siempre tendrá éxito. Tal vez su obra no parezca muy provechosa al observador superficial; tal vez no sea tan apreciada como la del que tiene la mente y la voluntad del niño bajo el dominio de una autoridad absoluta; pero los años venideros mostrarán el resultado del mejor método de educación. ED 261.2

El educador sabio, al tratar con sus alumnos, procurará estimular la confianza y fortalecer el sentido del honor. La confianza que se tiene en los jóvenes y niños los beneficia. Muchos, hasta entre los pequeños, poseen un elevado concepto del honor; todos desean ser tratados con confianza y respeto y tienen derecho a ello. No debería hacérseles sentir que no pueden salir o entrar sin que se los vigile. La sospecha desmoraliza y produce los mismos males que trata de impedir. En vez de vigilar continuamente, como si sospecharan el mal, los maestros que están en contacto con sus alumnos se darán cuenta de las actividades de una mente inquieta y pondrán en juego influencias que contrarresten el mal. Hágase sentir a los jóvenes que se les tiene confianza y pocos serán los que no traten de mostrarse dignos de ella. ED 261.3