La Educación

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Es mejor pedir que ordenar

Según el mismo principio, es mejor pedir que ordenar; así se da oportunidad a la persona a quien uno se dirige de mostrarse fiel a los principios justos. Su obediencia es más bien resultado de su propia decisión que de la obligación. ED 261.4

En todo lo posible, las reglas que rigen en el aula deberían representar la voz de la escuela. Es necesario presentar de tal modo al alumno todo principio implícito en ellas, que se convenza de su justicia. De ese modo se sentirá responsable de que se obedezcan las leyes que él mismo ayudó a formular. ED 261.5

Las reglas no deberían ser muy numerosas, pero sí bien meditadas; y una vez promulgadas, hay que aplicarlas. La mente aprende a reconocer y adaptarse a todo lo que le resulte imposible de cambiar; por el contrario, la posibilidad de que haya lenidad despierta el deseo, la esperanza y la incertidumbre, y los resultados son la inquietud, la irritabilidad y la insubordinación. ED 262.1

Hay que explicar que el gobierno de Dios no reconoce transigencias con el mal. Ni en el hogar ni en la escuela se debe tolerar la desobediencia. Ningún padre ni maestro que desee sinceramente el bienestar de los que están a su cuidado, transigirá con la voluntad terca que desafíe a la autoridad o recurra al subterfugio o la evasiva con el fin de no obedecer. No es el amor, sino el sentimentalismo el que se complace con el mal, trata de obtener obediencia por medio de ruegos o sobornos, y finalmente acepta algún sustituto en vez de lo que exigía. ED 262.2

“Los necios se burlan del pecado”2. Debemos cuidar de no tratar al pecado como algo sin importancia. Es terrible su poder sobre el transgresor. “Apresarán al malvado sus propias iniquidades, y retenido será con las ligaduras de su pecado”3. El mayor mal que se le puede hacer a un joven o a un niño es el de permitirle que se someta a la esclavitud de un hábito malo. ED 262.3

Los jóvenes poseen un amor innato a la libertad: La desean. Y necesitan comprender que la única manera de gozar esa bendición inestimable consiste en obedecer la ley de Dios. Esa ley preserva la verdadera libertad. Señala y prohíbe lo que degrada y esclaviza, y de ese modo proporciona al obediente protección contra el poder del mal. ED 262.4

El salmista dice: “Y andaré en libertad, porque busqué tus mandamientos”. “Pues tus testimonios son mis delicias, y mis consejeros”4. ED 262.5