Cada Día con Dios

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Receta divina, 30 de abril

Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones... Porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo. Proverbios 4:20, 22. CDCD 127.1

Estamos viviendo entre los peligros de los últimos días. El Espíritu de Dios se está retirando de la tierra, pero el Señor no lo ha abandonado, hermano mío. Se me ha intimado a animarlo a creer que su vida no ha sido malgastada. Despiértese, mi hermano, y el Señor lo guiará a la obra que le ha destinado. Pero no complazca más al enemigo cediendo a la tentación de sumirse en la desesperación. Sea la verdad de Dios para su alma como los rayos del sol y el aire vital. CDCD 127.2

Mi hermano: ¿No cooperará usted con el gran Sanador? Es necesario que ejercite sus músculos como también sus nervios... Las manos, los pies y los músculos fueron creados para la acción. Y si usted no ejercita esos órganos y sus facultades mentales proporcionalmente, perderá esa vitalidad que debiera preservar. CDCD 127.3

El Señor me ha instruido para decirle que debe usar los miembros de su cuerpo tanto como su cerebro. Busque algo que hacer cerca de su casa, y resuélvase definidamente a usar los miembros y también los órganos de la fonación... CDCD 127.4

Recuerdo a uno de nuestros obreros que hace algunos años vino a nuestra institución en Santa Elena. Estaba tan débil que le parecía que no se podía levantar de la cama. El médico encargado del caso me dijo: “No veo esperanzas para él a menos que podamos levantarlo de la cama y obligarlo a usar de alguna manera sus miembros y su mente”. Le aconsejé al doctor que convenciera al paciente para que se vistiera a fin de dar un corto paseo con el propósito de pedirle su opinión acerca de algo. Resultó difícil sacarlo de la cama, pero por fin lo logró, y de nuevo al día siguiente caminó un poco más. Después de tres semanas el hombre ya no necesitó que se lo instara a andar, y pronto se le despertó el apetito para comer alimentos sanos. Eso ocurrió hace 17 años y el hombre todavía vive, con el cerebro, los huesos y los músculos bien fuertes. CDCD 127.5

Mi hermano: usted no puede ser lo que debe desde el punto de vista físico, a menos que ejercite equilibradamente las facultades de su ser... El Señor es su ayudador y su Dios. Desea atender su caso, y cooperará con usted, cuando ponga en buen funcionamiento su cerebro, sus huesos y sus músculos. ¿Aceptará usted esta receta del gran Médico?—Carta 160, del 30 de abril de 1907, dirigida al Hno. J. A. Starr y a su esposa. CDCD 127.6