Cada Día con Dios

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No hay lugar para el orgullo, 3 de julio

Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo. 1 Pedro 5:5, 6. CDCD 191.1

El Señor ha dado abundante evidencia de la veracidad de sus promesas y amenazas. Su pueblo puede confiar en su Palabra. ¿Seguirán entonces, frente a la luz y la evidencia, una conducta de su propia elección, independiente de los medios establecidos por Dios? Incluso los hombres buenos necesitan protección, no sea que se envanezcan de tal manera con las bendiciones que Dios les ha dado, que el aplauso y la alabanza de los mundanos sea para ellos un estímulo para ostentar su gran sabiduría y sus adquisiciones. CDCD 191.2

El Señor ve; el Señor sabe. Ciertamente humillará todas esas aspiraciones, porque aborrece el orgullo, el egoísmo y la codicia. Mientras más prospere la obra, menos correcto será que los hombres se exalten a sí mismos como si fueran ellos los que merecen alabanza. Nuestra confianza debe estar puesta en Dios. Le ha confiado a los hombres habilidades y talentos, para que puedan desempeñar una parte importante en su obra. Cuídense de exaltarse a sí mismos... CDCD 191.3

Ya llegará el momento de favorecer a Sion. Dios ha provisto hombres y medios para que se haga su obra. No dejará a su pueblo librado a la vergüenza, sino que terminará su obra. Esta avanzará tal como él lo ha ordenado. Nuestro pacto con Cristo une la majestad de un rey omnipotente con la bondad y la ternura de un pastor de ovejas. Por favor, lea el (capítulo 42) de Isaías. CDCD 191.4

Dios desea que los hombres comprendan qué espera de ellos. Juzgará a todo hombre que se interponga entre sus semejantes y Dios, para conducirlos por sendas que no han sido trazadas para los redimidos. “Hace conocer todo esto desde tiempos antiguos”. Hechos 15:18. Ha ordenado que sus obras se presenten ante el mundo con perfiles nítidos, santos y sagrados. El reino de Dios no es visibie, sino que se manifiesta mediante la suave inspiración de su Palabra y la obra de su Espíritu en el alma. En muchos lugares del mundo su obra habría progresado mucho más si el hombre no se hubiera interpuesto entre el pueblo y Dios, para hacer una obra que el Señor no ha señalado.—Carta 93, del 3 de julio de 1900, dirigida al pastor G. A. Irwin, presidente en ese entonces de la Asociación General. CDCD 191.5