Cada Día con Dios

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El proceso purificador, 22 de mayo

Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados. Hebreos 2:18. CDCD 149.1

Estoy despierta a las doce de la noche para escribir las instrucciones que se me han dado... CDCD 149.2

Estas fueron las palabras que escuché: “Yo soy la luz del mundo. Encended la luz de vuestras almas con la sabiduría de los seres humanos, y vuestra luz se convertirá en tinieblas. Buscad mi sabiduría, y seréis guiados por un consejo infalible. Todo hijo de Dios tiene el privilegio de disponer de esta orientación. Pedid, y recibiréis; pero pedid con fe, creyendo. Pedid lo que esté de acuerdo en la Palabra de Dios. Al creer, recibiréis”. CDCD 149.3

Cristo es la fuente de nuestra fortaleza. Estudiemos sus enseñanzas. Al dar a su Hijo Unigénito para que viviera en nuestro mundo sujeto a la tentación a fin de que pudiera enseñarnos a vencer, el Padre hizo amplia provisión para que no seamos llevados cautivos por el enemigo. Al enfrentar al adversario caído, Cristo venció en favor de la humanidad. Fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero resistió con la fortaleza de la divinidad, para que pudiera socorrernos cuando seamos tentados. CDCD 149.4

Al participar de su naturaleza divina debemos aprender a discernir las tentaciones de Satanás y, mediante la fortaleza de su gracia, vencer la corrupción que existe en el mundo por causa de la concupiscencia. El que antes fue un pecador ser humano, puede ser refinado y purificado por medio de los méritos impartidos de Cristo, y comparecer delante de sus semejantes como colaborador de Dios. Al que busca a Dios con sinceridad, se le impartirá seguramente la naturaleza divina, y con toda certidumbre se le adjudicará la compasión de Cristo... CDCD 149.5

Satanás está tratando por todos los medios de desviar las almas. ¿Qué podemos hacer? Creamos que el Señor está dispuesto a elevar y fortalecer al débil. CDCD 149.6

Usted encontrará su mayor fortaleza al meditar en las cosas espirituales. Revele en su vida la santificación de la verdad de la Palabra de Dios. Permita que este medio refine y ennoblezca el alma. El Señor quiere que sus ministros y siervos caminen humildemente en su presencia: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. Mateo 11:29, 30.—Carta 166, del 22 de mayo de 1908, dirigida a W. W. Prescott, director de la Review and Herald. CDCD 149.7