Cada Día con Dios

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Unidad con Cristo, 21 de mayo

Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo... Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra. 2 Timoteo 2:19, 21. CDCD 148.1

La unidad con Cristo depende de la renovación de la mente por el Espíritu Santo. De ese modo somos fortalecidos para caminar en novedad de vida, habiendo recibido de Cristo el perdón de nuestros pecados. Quien tenga la fe que obra por el amor y purifica el alma, es un vaso limpio, santificado y preparado para ser usado por el Maestro. El yo está muerto... CDCD 148.2

Toda desunión, todos los pensamientos, palabras y actos egoístas, son el fruto de la obra de un espíritu impío sobre las mentes. Bajo la influencia de este espíritu se pronuncian palabras que no revelan al Salvador. Cristo, la esperanza de gloria, no se forma interiormente. Los que viven de esa manera son pecadores, aunque estén disfrazados de santos... CDCD 148.3

Los que reciben a Cristo son mansos y humildes de corazón. Cristo abre en sus corazones una fuente de agua viva que surge para vida eterna y que refrigera el alma de los demás. Las vidas de los que se alimentan del pan de vida y beben el agua de la salvación son purificadas por la gracia de Dios... CDCD 148.4

Estudiemos todos la Palabra. Nadie agobie su alma con tantas responsabilidades que no pueda estudiar las preciosas lecciones que Cristo ha dado... CDCD 148.5

La Palabra de Dios es apenas medio comprendida. Si cada cual proclamara un ayuno para su propia alma, para estudiar la Palabra de Dios con ferviente oración y leer sólo los libros que pudieran ayudarle a obtener un conocimiento más claro de ella, el pueblo de Dios tendría más salud y fortaleza espiritual, más conocimiento y comprensión espiritual de lo que ahora manifiesta. Necesitamos buscar a Dios de manera que sea precioso para nuestras almas. Necesitamos que sea siempre nuestro huésped y compañero para no apartarnos nunca de él. CDCD 148.6

Es privilegio de cada alma ser una con Cristo en Dios. Pero para lograrlo debemos ser mansos y humildes, dispuestos a aprender y ser obedientes. ¿No formaremos parte de los que consideran su deber conseguir, mediante la oración ferviente y la práctica de la fidelidad, la fe que obra por el amor y purifica el alma?—Carta 75, del 21 de mayo de 1900, dirigida al pastor G. A. Irwin, presidente de la Asociación General. CDCD 148.7