Consejos para la Iglesia

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Capítulo 29—La recreación

Los cristianos disponen de muchas fuentes de felicidad, y pueden decir con exactitud infalible qué placeres son lícitos y correctos. Pueden disfrutar de recreaciones que no disiparán el intelecto ni degradarán el alma. Tampoco desilusionarán ni dejarán una triste influencia ulterior que destruya el respeto propio o impida ser útil. Si pueden llevar a Jesús consigo y conservar un espíritu de oración, están perfectamente seguros. CPI 285.1

No será peligrosa cualquier diversión a la cual podáis dedicaros y pedir con fe la bendición de Dios. Pero cualquier diversión que os descalifique para la oración secreta, para la devoción ante el altar de oración, o para tomar parte en la reunión de oración, no sólo no es segura, sino peligrosa. CPI 285.2

Pertenecemos a la clase de los que creen que es su privilegio glorificar a Dios en la tierra cada día de su vida. Creemos que no vivimos en este mundo tan sólo para divertirnos y agradarnos a nosotros mismos. Estamos aquí para beneficiar a la humanidad y a la sociedad; pero si permitimos que nuestra mente vaya por el cauce bajo que sigue la de muchos que buscan solamente la vanidad y la insensatez, ¿cómo podremos beneficiar a nuestra especie y a nuestra generación? ¿Cómo podemos ser una bendición para la sociedad que nos rodea? No podemos participar inocentemente en cualquier diversión que nos incapacitaría para el desempeño más fiel de nuestros deberes comunes. CPI 285.3

Existen muchas cosas que son correctas en sí, pero que, pervertidas por Satanás, resultan en una trampa para los incautos. CPI 286.1

Hay una gran necesidad de temperancia en las diversiones, como en cualquier otra actividad. Su carácter debe ser considerado cuidadosa y cabalmente. Todo joven debe preguntarse: ¿Qué influencia tendrán estas diversiones sobre mi salud física, mental y moral? ¿Quedará mi alma tan infatuada que me olvide de Dios? ¿Dejaré de tener presente su gloria?1 CPI 286.2

Es privilegio y deber de los cristianos procurar refrigerar su espíritu y vigorizar su cuerpo mediante recreaciones inocentes, con el propósito de utilizar sus facultades físicas y mentales para la gloria de Dios. Nuestras recreaciones no deben consistir en escenas de alegría sin sentido ni rebajarse a la insensatez. Podemos dirigirlas de tal manera que beneficien y eleven a aquellos con quienes nos asociamos, y nos dejen a ellos y a nosotros mismos mejor preparados para cumplir con éxito los deberes que nos incumben como cristianos.2 CPI 286.3

El tiempo pasado en ejercicio físico no es perdido. Un ejercicio proporcionado de todos los órganos y facultades del cuerpo es esencial para el mejor trabajo de cada uno. Cuando el cerebro está constantemente recargado, en tanto que los demás órganos de la maquinaria viviente se hallan inactivos, hay una pérdida de fuerza física y mental. El sistema físico es despojado de su saludable tono, la mente pierde su frescura y vigor, y una excitabilidad morbosa es la consecuencia. CPI 286.4

Los que se dedican al estudio deben tener solaz. La mente no debe dedicarse constantemente a la reflexión detenida, porque se gastaría la delicada maquinaria mental. Tanto el cuerpo como la mente deben tener ejercicio.3 CPI 287.1