Consejos para la Iglesia

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Capítulo 26—La influencia espiritual en el hogar

Podemos tener la salvación de Dios en nuestra familia; pero debemos creer en ella, vivir para ella y tener una continua y permanente fe y confianza en Dios. La restricción que la Palabra de Dios nos impone es para nuestro propio interés. Aumenta la felicidad de nuestra familia y de todo lo que nos rodea. Refina nuestro gusto, santifica nuestro juicio y proporciona paz a la mente y al fin la vida eterna. Los ángeles ministradores permanecerán en nuestras moradas y con gozo llevarán al cielo las nuevas de nuestro progreso en la vida divina y el ángel registrador efectuará un registro alegre y feliz. CPI 269.1

El Espíritu de Cristo será una influencia permanente en la vida del hogar. Si hombres y mujeres abren el corazón a la influencia celestial de la verdad y el amor, estos principios fluirán como manantiales en el desierto, refrigerando todo y haciendo que la frescura aparezca donde hay ahora esterilidad y escasez.1 CPI 269.2

La negligencia religiosa en el hogar, el descuidar la educación de los hijos, es algo que desagrada mucho a Dios. Si uno de vuestros hijos estuviese en el río, luchando con las ondas y en inminente peligro de ahogarse, ¡qué conmoción se produciría! ¡Qué esfuerzos se harían, qué oraciones se elevarían, qué entusiasmo se manifestaría para salvar esa vida humana! Pero aquí están vuestros hijos sin Cristo, y sus almas no están salvas. Tal vez son hasta groseros y descorteses, un oprobio para el nombre adventista. Perecen sin esperanza y sin Dios en el mundo, y vosotros sois negligentes y despreocupados. CPI 269.3

Satanás hace cuanto puede para apartar de Dios a la gente; y tiene éxito cuando la vida religiosa está ahogada en las actividades comerciales, cuando puede absorber de tal manera la mente con los negocios que no se toma tiempo para leer la Biblia, para orar en secreto, para mantener ardiente sobre el altar mañana y noche la ofrenda de alabanza y agradecimiento. ¡Cuán pocos se dan cuenta de las trampas del gran engañador! ¡Cuántos ignoran sus designios!2 CPI 270.1