Consejos para la Iglesia

116/325

El cabeza de familia debe imitar a Cristo

Todos los miembros de la familia giran alrededor del padre. El es el legislador y en su conducta viril ilustra las virtudes más austeras: la energía, la integridad, la honradez, la paciencia, el valor, la diligencia y la utilidad práctica. El padre es en un sentido el sacerdote de la familia, que dispone sobre el altar de Dios el sacrificio matutino y vespertino. La esposa y los hijos deben ser alentados a participar en esta ofrenda y también en el canto de alabanza. A la mañana y a la noche, el padre, como sacerdote de la casa, debe confesar a Dios los pecados cometidos durante el día por él mismo y por sus hijos. Los pecados de los cuales ha tenido conocimiento y también los que permanecen secretos, que sólo vio el ojo divino, deben ser confesados. Esta norma, celosamente observada por el padre cuando está presente, o por la madre cuando él está ausente, resultará en bendiciones para la familia. CPI 259.2

A un hombre que es esposo y padre, yo diría: Asegúrese de que rodea su alma una atmósfera pura y santa. Debe aprender diariamente de Cristo. Nunca ha de manifestar un espíritu tiránico en el hogar. El hombre que lo hace obra asociado con agentes satánicos. Someta su voluntad a la de Dios. Haga cuanto pueda para que la vida de su esposa sea placentera y feliz. Haga de la Palabra de Dios su consejera. Viva en el hogar de acuerdo con las enseñanzas de ella. Entonces vivirá así en la iglesia y llevará estas enseñanzas consigo al lugar donde trabaja. Los principios del cielo ennoblecerán todas sus transacciones. Los ángeles de Dios cooperarán con usted y le ayudarán a revelar a Cristo ante el mundo. CPI 259.3

No permita usted que los vejámenes de sus negocios ensombrezcan su vida en el hogar. Si al ocurrir cositas que no son exactamente como usted piensa que deberían ser, no sabe manifestar paciencia, longanimidad, bondad y amor, demuestra que no escogió por compañero a Aquel que tanto le amó que dio su vida por usted para que pudiese ser uno con él. CPI 260.1

No evidencia virilidad el esposo espaciándose constantemente en su puesto como cabeza de la familia. No aumenta el respeto hacia él cuando se le oye citar la Escritura para apoyar sus derechos a ejercer autoridad. No le hará más viril el requerir de su esposa, la madre de sus hijos, que actúe de acuerdo con los planes de él como si fuesen infalibles. El Señor ha constituido al esposo como cabeza de la esposa para que la proteja; él es el vínculo de la familia, el que une sus miembros, así como Cristo es cabeza de la iglesia y Salvador del cuerpo místico. Todo esposo que asevera amar a Dios debe estudiar cuidadosamente lo que Dios requiere de él en el puesto que ocupa. La autoridad de Cristo se ejerce con sabiduría, con toda bondad y amabilidad; así también ejerza su poder el esposo e imite la gran Cabeza de la iglesia.4 CPI 260.2