Consejos para la Iglesia

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El resultado de la contaminación moral

Algunos que ostensiblemente profesan el cristianismo no comprenden el pecado del abuso propio y sus resultados inevitables. Un hábito inveterado ha cegado su entendimiento. No se dan cuenta del carácter excesivamente pecaminoso de este pecado degradante que enerva y destruye su fuerza nerviosa y cerebral. Los principios morales se debilitan excesivamente cuando están en conflicto con un hábito inveterado. Los solemnes mensajes del cielo no pueden impresionar con fuerza el corazón que no está fortificado contra la práctica de este vicio degradante. Los nervios sensibles del cerebro han perdido su tonicidad por la excitación mórbida destinada a satisfacer un deseo antinatural de complacencia sensual.13 CPI 197.2

Los padres generalmente no sospechan que sus hijos entienden algo de este vicio. En muchísimos casos, los padres son los verdaderos pecadores. Han abusado de sus franquicias matrimoniales y debido a su complacencia han fortalecido sus pasiones animales. Y al fortalecerse éstas, las facultades morales e intelectuales se han debilitado. Lo espiritual ha sido dominado por lo brutal. Los hijos nacen con las propensiones animales grandemente magnificadas, han recibido el propio sello del carácter de sus padres. Los hijos nacidos de estos padres casi invariablemente están inclinados a los hábitos repugnantes del vicio secreto. Los pecados de los padres serán visitados sobre sus hijos porque los padres les han dado el sello de sus propias propensiones concupiscentes. CPI 198.1

Los que se han entregado plenamente a este vicio destructor del alma y del cuerpo rara vez pueden descansar hasta que su carga del vicio secreto es pasada a aquellos con quienes se relacionan. Inmediatamente se despierta la curiosidad y el conocimiento del vicio se propaga de un joven a otro, de un niño a otro, hasta el punto de que es difícil encontrar a uno que no conozca la práctica de este pecado degradante.14 CPI 198.2

La práctica de hábitos secretos ciertamente destruye las fuerzas vitales del organismo. Toda acción innecesaria de algo vital será seguida por su correspondiente depresión. Entre los jóvenes el capital vital, el cerebro, es tan severamente abrumado a una edad temprana, que hay una deficiencia y un gran agotamiento, lo que deja el organismo expuesto a enfermedades de diferentes clases. CPI 198.3

Si la práctica se continua a partir de los quince años para arriba, la naturaleza protestará contra el abuso que ha sufrido y continua sufriendo, y les hará pagar el castigo por la transgresión de sus leyes, especialmente desde las edades de treinta a cuarenta y cinco años, mediante numerosos dolores en el organismo y diversas enfermedades, tales como afecciones del hígado y los pulmones, neuralgia, reumatismo, afecciones de la columna vertebral, enfermedades de los riñones y humores cancerosos. Una parte de la magnífica maquinaria de la naturaleza se resiente dejando una tarea más pesada para que realice el resto, lo que provoca un desorden en el excelente ajuste de la naturaleza, y con frecuencia hay un súbito colapso del organismo y la muerte es el resultado. CPI 199.1

Quitarse instantáneamente la vida no es un pecado mayor a la vista del cielo que destruirla gradual y seguramente. Las personas que se acarrean un decaimiento seguro debido a su mal proceder, sufrirán el castigo aquí y si no se arrepienten plenamente, no serán admitidas en el cielo del más allá tan ciertamente como no lo será el que destruye su vida instantáneamente. La voluntad de Dios establece la relación entre la causa y sus efectos. CPI 199.2

No incluimos a todos los jóvenes débiles entre los culpables de hábitos malos. Hay quienes tienen mente pura y son concienzudos pero sufren por diferentes causas que están fuera de su control. CPI 199.3

El vicio secreto es el destructor de las resoluciones elevadas, el esfuerzo ferviente y la fuerza de voluntad para formar un buen carácter religioso. Todos los que tienen una verdadera comprensión de lo que significa ser cristiano, saben que los seguidores de Cristo, como discípulos suyos, están en la obligación de dominar todas sus pasiones y colocar sus facultades físicas y mentales en perfecta sumisión a la voluntad de Cristo. Los que están dominados por sus pasiones, no pueden ser seguidores de Cristo. Están demasiado entregados al servicio de su maestro, el originador de todo mal, para dejar sus hábitos corruptos y escoger servir a Cristo.15 CPI 199.4

Cuando los jóvenes adoptan prácticas viles mientras su espíritu es tierno, nunca obtendrán fuerza para desarrollar plena y correctamente su carácter físico, intelectual y moral.16 CPI 200.1

La única esperanza para los que practican hábitos viles es dejarlos para siempre si es que estiman de algún valor la salud temporal y la salvación en el más allá. Cuando se ha consentido en estos hábitos durante un buen tiempo, se requiere un esfuerzo determinado para resistir a la tentación y rehusar la complacencia corrupta.17 CPI 200.2

La única seguridad firme para nuestros hijos contra cualquier práctica viciosa es procurar ser admitidos en el aprisco de Cristo y ser entregados al cuidado del fiel y leal Pastor. El los salvará de todo mal, los resguardará de todo peligro si escuchan su voz que dice: “Mis ovejas oyen mi voz,... y me siguen”. En Cristo ellas encontrarán pasto, obtendrán fortaleza y esperanza y no serán turbadas con anhelos inquietantes de algo que distraiga la mente y satisfaga el corazón. Han encontrado la perla de gran precio y la mente está en un descanso apacible. Sus placeres son de un carácter puro, apacible, elevado y celestial. No dejan tras sí penosas reflexiones ni remordimientos. Tales placeres no dañan la salud ni postran la mente, sino que son de una naturaleza saludable.18 CPI 200.3