Consejos Sobre el Régimen Alimenticio

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Sección 13—El régimen durante la infancia

Consejos basados en la instrucción divina

339. La súplica del padre y la madre debiera ser que “nos enseñe lo que hayamos de hacer con el niño que ha de nacer”. Jueces 13:8. Hemos presentado al lector lo que Dios ha dicho concerniente a la conducta de la madre antes del nacimiento de sus hijos. Pero esto no es todo. El ángel Gabriel fue enviado de los atrios celestiales para dar instrucción en cuanto al cuidado de los niños después de su nacimiento, a fin de que los padres comprendiesen plenamente su deber. CRA 265.1

Más o menos en tiempo del primer advenimiento de Cristo, el ángel Gabriel visitó a Zacarías con un mensaje similar al que había sido dado a Manoa. Al anciano sacerdote se le dijo que su esposa tendría un hijo, que se llamaría Juan. “Y—dijo el ángel—tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo”. Juan 1:15. Este niño de la promesa habría de criarse con los hábitos de temperancia más estrictos. Se le iba a confiar una obra importante de reforma que consistiría en preparar el camino para Cristo. CRA 265.2

Existía entre el pueblo la intemperancia en todas sus formas. El hábito de beber y comer con lujuria minaba la fuerza física, y degradaba la moral de tal manera que los crímenes más repugnantes que se cometían no parecían pecaminosos. La voz de Juan iba a llegar desde el desierto en son de reprensión por los hábitos pecaminosos de la gente, y sus propios hábitos de abstinencia iban a ser un reproche por los excesos de su tiempo.—The Signs of the Times, septiembre 13 de 1910. CRA 265.3

El verdadero comienzo de la reforma

Los esfuerzos de nuestros obreros que enseñan la temperancia no tienen bastante alcance para desterrar la maldición de la intemperancia. Una vez formados los hábitos es difícil vencerlos. La reforma debe empezar con la madre antes del nacimiento de sus hijos; y si se siguieran fielmente las instrucciones de Dios, no existiría la intemperancia. CRA 266.1

Debiera ser el esfuerzo constante de cada madre conformar sus hábitos con la voluntad de Dios, a fin de cooperar con él en proteger a sus hijos de los vicios destructores de la salud y la vida que existen en la actualidad. Sin dilación pónganse las madres en la debida relación con su Creador, para que por su gracia ayudadora levanten alrededor de sus hijos un baluarte contra la disipación y la intemperancia. Si las madres siguiesen esa conducta, verían a sus hijos actuar como el joven Daniel, y alcanzar una alta norma de moralidad e inteligencia, siendo una bendición para la sociedad y un honor para su Creador. CRA 266.2