Consejos Sobre el Régimen Alimenticio

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Esaú vencido por el apetito

232. Esaú codició un plato favorito, y sacrificó su primogenitura para complacer el apetito. Después que su apetito concupiscente hubo sido gratificado, vio su locura, pero no halló oportunidad de arrepentirse, aunque trató de hacerlo cuidadosamente y con lágrimas. Hay muchísimas personas que son iguales que Esaú. El representa a una clase que tiene una bendición especial y valiosa a su alcance—la herencia inmortal, una vida tan perdurable como la vida de Dios, el Creador del universo, felicidad inconmensurable, y un eterno peso de gloria—pero que hasta ahora han complacido su apetito, sus pasiones y sus inclinaciones, de tal manera que su poder de discernir y apreciar el valor de las cosas eternas está debilitado. CRA 174.2

Esaú sintió un fuerte deseo especial de un alimento definido, y por tanto tiempo había complacido el yo que no sintió la necesidad de abstenerse del plato tentador y codiciado. Siguió pensando en él sin hacer ningún esfuerzo especial para reprimir su deseo, hasta que el poder del apetito venció toda otra consideración, y lo dominó, de manera que imaginó que sufriría gran inconveniente, y aun la muerte, si no podía tener aquel plato particular. Cuanto más pensaba en el asunto, más se fortalecía su deseo, hasta que su primogenitura, que era tan sagrada, perdió su valor y su carácter sagrado.—Testimonies for the Church 2:38 (1868). CRA 175.1