Joyas de los Testimonios 1

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Ennoblezcamos nuestra obra

Los obreros deben llevar a Jesús consigo a todo departamento de su trabajo. Cualquier cosa que hagan, deben hacerla con una exactitud y un esmero que soporten la inspección. Deben poner su corazón en el trabajo. La fidelidad es tan esencial en los deberes comunes de la vida como en los que entrañan mayor responsabilidad. Algunos pueden concebir la idea de que su trabajo no es ennoblecedor; pero su trabajo es precisamente lo que ellos quieren hacerlo. Ellos solos son capaces de degradar o elevar su empleo. Quisiéramos que cada zángano se viese obligado a trabajar para ganar su pan cotidiano; porque el trabajo es una bendición, no una maldición. La labor diligente nos preservará de muchas trampas de Satanás, quien “encuentra siempre algún trabajo perjudicial para las manos ociosas.” 1JT 588.2

Ninguno de nosotros debe avergonzarse de su trabajo, por humilde y servil que parezca, pues es ennoblecedor. Todos los que trabajan, ya sea con la mente o con las manos, cumplen con su deber y honran su religión, tanto mientras lavan la ropa o los platos como cuando van a la reunión. Mientras las manos se dedican al trabajo más común, la mente puede ser elevada y ennoblecida por pensamientos puros y santos. Cuando cualquiera de los obreros manifiesta falta de respeto por las cosas religiosas, debe ser separado de la obra. Nadie piense que la institución depende de él. 1JT 588.3

Los que han estado empleados largo tiempo en nuestras instituciones, debieran ser ahora obreros responsables, dignos de confianza en todo lugar, tan fieles al deber como la brújula al polo. Si ellos hubiesen aprovechado debidamente sus oportunidades, podrían tener ahora un carácter simétrico y una profunda y viva experiencia en las cosas religiosas. Pero algunos de estos obreros se han separado de Dios. Han puesto a un lado la religión. No constituye ya un principio labrado en ellos, cuidadosamente apreciado doquiera vayan, en cualquier sociedad en que los coloquen las circunstancias, y no les resulta un ancla para el alma. Quisiera que todos los obreros consideraran cuidadosamente que el éxito, tanto en esta vida como para alcanzar la vida futura, depende mayormente de la fidelidad en las cosas pequeñas. Los que anhelan tener responsabilidades superiores deben manifestar fidelidad en el cumplimiento de sus deberes donde Dios los ha colocado. 1JT 589.1

La perfección de la obra de Dios se ve tan claramente en el más diminuto insecto como en el rey de las aves. El alma del niñito que cree en Cristo le es tan preciosa como los ángeles que rodean su trono. “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” Mateo 5:48. Como Dios es perfecto en su esfera, puede serlo el hombre en la suya. Todo lo que la mano hallare para hacer debe ser hecho con esmero y prontitud. La fidelidad e integridad en las cosas pequeñas, el cumplimiento de los pequeños deberes y de los actos de bondad, alegrará la senda de la vida, y cuando nuestra obra en la tierra esté terminada, cada uno de los pequeños deberes cumplidos con fidelidad será atesorado como preciosa gema delante de Dios. 1JT 589.2