Joyas de los Testimonios 1

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Deberes de los padres para con el colegio*

Nuestros hermanos y hermanas de todas partes deben sentir que es su deber sostener esta institución que Dios ha ideado. Algunos de los alumnos regresan a casa murmurando y quejándose, y ciertos padres y miembros de la iglesia prestan oído atento a sus declaraciones exageradas y unilaterales. Sería bueno que considerasen que la historia tiene dos fases; pero en vez de hacerlo así, permiten que estos informes parciales levanten una valla entre ellos y el colegio. Empiezan luego a expresar temores, dudas y sospechas acerca de la manera en que se dirige el mismo. Una influencia tal ocasiona gran daño. Las palabras de descontento se difunden como una enfermedad contagiosa, y es difícil contrarrestar la impresión hecha en los espíritus. La historia se amplía con cada repetición, hasta que adquiere proporciones gigantescas, cuando la investigación revelaría el hecho de que no hubo culpa de parte de los maestros o profesores. Estaban cumpliendo simplemente su deber al poner en vigencia las reglas que deben practicarse en la escuela para que ésta no se desmoralice. 1JT 537.1

Los padres no actúan siempre con prudencia. Muchos exigen que los demás sigan sus ideas, y se impacientan si no lo consiguen; pero cuando se requiere que sus propios hijos observen los reglamentos de la escuela, y estos niños se impacientan bajo la restricción necesaria, con demasiada frecuencia esos padres, que profesan amar y temer a Dios, se ponen de parte de los hijos en vez de reprenderlos y corregir sus defectos. A menudo esto resulta ser el punto decisivo en el desarrollo del carácter de sus hijos. Se violan las reglas y el orden, y se pisotea la disciplina. Los niños desprecian la restricción, y se les permite hablar despectivamente de las instituciones de Battle Creek. Si los padres quisieran tan sólo reflexionar, verían el mal resultado de su conducta. Sería de veras algo admirable si en una escuela de cuatrocientos alumnos, dirigidos por hombres y mujeres sujetos a las flaquezas de la humanidad, cada paso que se diera fuese tan perfecto y exacto que no se lo pudiera criticar. 1JT 537.2

Si los padres quisieran ponerse en la situación de los maestros y ver cuán difícil resulta necesariamente manejar y disciplinar una escuela de centenares de alumnos de todos los grados y diversas mentalidades, es posible que, al reflexionar, verían las cosas en forma diferente. Deberían considerar que algunos niños no han sido nunca disciplinados en sus hogares. Puesto que siempre se les consintieron todos los gustos y no se les enseñó a obedecer, sería muy ventajoso para ellos que se los alejara de sus padres no juiciosos y fuesen colocados bajo reglamentos y adiestramiento tan severo como los que rigen a los soldados en un ejército. A menos que se haga algo por estos hijos que han sido tan tristemente descuidados por padres infieles, nunca serán aceptados por Jesús; a menos que se llegue a ejercer cierto dominio sobre ellos, serán inútiles en esta vida y no tendrán parte en la venidera. 1JT 538.1

En el cielo hay obediencia y paz, armonía y orden perfectos. Los que no respetan el orden o la disciplina en esta vida, no respetarían el orden que se observa en el cielo. No podrán nunca ser admitidos allí; porque todos los que sean dignos de entrar en el cielo amarán el orden y respetarán la disciplina. Los caracteres formados en esta vida determinarán el destino futuro. Cuando venga Cristo, no cambiará el carácter de ninguna persona. El precioso tiempo de gracia nos es dado para que lo aprovechemos lavando las vestiduras del carácter y emblanqueciéndolas en la sangre del Cordero. La eliminación de las manchas del pecado requiere la obra de toda una vida. Cada día se necesita hacer esfuerzos renovados para refrenar al yo y negarlo. Cada día hay nuevas batallas que pelear y victorias que ganar. Cada día el alma debe ejercitarse en fervientes súplicas ante Dios por las grandes victorias de la cruz. Los padres no deben descuidar ningún deber de su parte para beneficiar a sus hijos. Deben educarlos de tal manera que sean una bendición para la sociedad aquí, y puedan cosechar la recompensa de la vida eterna. 1JT 538.2