Joyas de los Testimonios 1

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Hallados faltos

Se hizo luego la pregunta: “¿Por qué no lavasteis las vestiduras de vuestro carácter y no las emblanquecisteis en la sangre del Cordero? Dios envió a su Hijo al mundo, no para condenarlo, sino para que por él pudiese salvarse. Mi amor hacia vosotros fué más abnegado que el amor de una madre. Para que pudiese borrarse vuestro sombrío registro de iniquidad, y ofrecerse a vuestros labios la copa de la salvación, sufrí la muerte de la cruz, llevando el peso y la maldición de vuestra culpabilidad. Soporté los dolores de la muerte y los horrores de las tinieblas de la tumba para vencer a aquel que tenía el poder de la muerte, abrir su cárcel y franquearos las puertas de la vida. Me sometí a la vergüenza y la agonía porque os amaba con amor infinito, y quería hacer volver al paraíso de Dios, al árbol de la vida, a mis ovejas extraviadas. Habéis despreciado esta vida de bienaventuranzas que compré para vosotros a un precio tan elevado. Habéis rehuído la vergüenza, el oprobio y la ignominia que llevó vuestro Maestro por vosotros. No habéis apreciado los privilegios que fueron puestos a vuestro alcance por su muerte. No quisisteis participar de sus sufrimientos, y no podéis ahora participar de su gloria.” 1JT 523.2

Entonces se pronunciaron estas palabras solemnes: “El que es injusto, sea injusto todavía: y el que es sucio, ensúciese todavía: y el que es justo, sea todavía justificado: y el santo sea santificado todavía.” Apocalipsis 22:11. El libro se cerró luego, y cayó el manto de la persona que estaba sentada sobre el trono, revelando la terrible gloria del Hijo de Dios. 1JT 523.3

La escena se disipó después y me encontré nuevamente en la tierra, inefablemente agradecida de que el día de Dios no había venido todavía, y que aún se nos concede un precioso tiempo de gracia en el cual podemos prepararnos para la eternidad. 1JT 524.1

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Cada hora de trabajo pasa por el escrutinio de Dios, y queda anotada la fidelidad o infidelidad con que éste se realizó. Cuando el Juez se siente y los libros se abran, y cada uno sea juzgado de acuerdo con las cosas escritas en los libros, tendremos que hacer frente al registro de los momentos despilfarrados y las oportunidades no aprovechadas. El egoísmo, la envidia, el orgullo, los celos, la ociosidad, o cualquier otro pecado que se acaricie en el corazón, lo excluirán a uno de la bienaventuranza del cielo. “A quien os prestáis vosotros mismos por siervos para obedecerle, sois siervos de aquel a quien obedecéis.” Romanos 6:16.* 1JT 524.2