Joyas de los Testimonios 2

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El manto de la justicia de Cristo

Mientras los hijos de Dios afligen sus almas delante de él, suplicando pureza de corazón, se da la orden: “Quitadle esas vestimentas viles,” y se pronuncian las alentadoras palabras: “Mira que he hecho pasar tu pecado de ti, y te he hecho vestir de ropas de gala.” Se pone sobre los tentados, probados, pero fieles hijos de Dios, el manto sin mancha de la justicia de Cristo. El remanente despreciado queda vestido de gloriosos atavíos, que nunca han de ser ya contaminados por las corrupciones del mundo. Sus nombres permanecen en el libro de la vida del Cordero, registrados entre los fieles de todos los siglos. Han resistido los lazos del engañador; no han sido apartados de su lealtad por el rugido del dragón. Ahora están eternamente seguros de los designios del tentador. Sus pecados han sido transferidos al originador de ellos. 2JT 178.2

Y ese residuo no sólo es perdonado y aceptado, sino honrado. Una “mitra limpia” es puesta sobre su cabeza. Han de ser reyes y sacerdotes para Dios. Mientras Satanás estaba insistiendo en sus acusaciones y tratando de destruir esta hueste, los ángeles santos, invisibles, iban de un lado a otro poniendo sobre ellos el sello del Dios viviente. Ellos han de estar sobre el monte de Sión con el Cordero, teniendo el nombre del Padre escrito en sus frentes. Cantan el nuevo himno delante del trono, ese himno que nadie puede aprender sino los ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de la tierra. “Estos, los que siguen al Cordero por donde quiera que fuere. Estos fueron comprados de entre los hombres por primicias para Dios y para el Cordero. Y en sus bocas no ha sido hallado engaño; porque ellos son sin mácula delante del trono de Dios.” Apocalipsis 14:4, 5. 2JT 179.1

Entonces se cumplirán completamente estas palabras del ángel: “Escucha pues ahora, Josué gran sacerdote, tú, y tus amigos que se sientan delante de ti; porque son varones simbólicos: He aquí, yo traigo a mi siervo, el Pimpollo.” Cristo es revelado como Redentor y Libertador de su pueblo. Entonces serán en verdad los que forman parte del remanente “varones simbólicos,” cuando las lágrimas y la humillación de su peregrinación sean reemplazadas por el gozo y la honra en la presencia de Dios y del Cordero. “En aquel tiempo el renuevo de Jehová será para hermosura y gloria, y el fruto de la tierra para grandeza y honra, a los librados de Israel. Y acontecerá que el que quedare en Sión, y el que fuere dejado en Jerusalem, será llamado santo; todos los que en Jerusalem están escritos entre los vivientes.” Isaías 4:2, 3. 2JT 179.2