Joyas de los Testimonios 2

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La envidia y la crítica*

La envidia no es simplemente una perversión del carácter, sino un disturbio que trastorna todas las facultades. Empezó con Satanás. El deseaba ser el primero en el cielo, y, porque no podía tener todo el poder y la gloria que buscaba, se rebeló contra el gobierno de Dios. Envidió a nuestros primeros padres, y los indujo a pecar, y así los arruinó a ellos y a toda la familia humana. 2JT 19.1

El hombre envidioso cierra los ojos para no ver las buenas cualidades y nobles acciones de los demás. Está siempre listo para despreciar y representar falsamente lo excelente. Con frecuencia los hombres confiesan y abandonan otras faltas; pero poco puede esperarse del envidioso. Puesto que el envidiar a una persona es admitir que ella es superior, el orgullo no permitirá ninguna concesión. Si se hace un esfuerzo para convencer de su pecado a la persona envidiosa, se exacerba aún más contra el objeto de su pasión, y con demasiada frecuencia permanece incurable. 2JT 19.2

El envidioso difunde veneno dondequiera que vaya, enajenando amigos, y levantando odio y rebelión contra Dios y los hombres. Trata de que se le considere el mejor y el mayor, no mediante esfuerzos heroicos y abnegados para alcanzar el blanco de la excelencia él mismo, sino permaneciendo donde está, y disminuyendo el mérito de los esfuerzos ajenos. ... 2JT 19.3

El apóstol Santiago declara que la lengua que se deleita en el agravio, la lengua chismosa que dice: Cuente, que yo también le contaré, es inflamada del infierno. Esparce tizones por todos lados. ¿Qué le importa al sembrador de chismes si difama al inocente? No detendrá su mala obra, aunque destruya la esperanza y el valor en quienes ya se hunden bajo sus cargas. Sólo le interesa satisfacer su propensión a sembrar escándalos. Aun profesos cristianos cierran los ojos a todo lo que es puro, honrado, noble y amable, para atesorar cuanto es objetable y desagradable, y publicarlo al mundo. ... 2JT 19.4