Joyas de los Testimonios 2

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Josué y el ángel*

Si el velo que separa el mundo visible del invisible pudiese alzarse, y los hijos de Dios pudiesen contemplar la gran controversia que se riñe entre Cristo y los ángeles santos y Satanás y sus huestes perversas a propósito de la redención del hombre; si pudiesen comprender la admirable obra de Dios para rescatar las almas de la servidumbre del pecado, y el constante ejercicio de su poder para protegerlas de la malicia del maligno, estarían mejor preparados para resistir los designios de Satanás. Su mente se llenaría de solemnidad en vista de la vasta extensión e importancia del plan de la redención y la magnitud de la obra que tienen delante de sí como colaboradores de Cristo. Quedarían humillados aunque estimulados, sabiendo que todo el cielo se interesa en su salvación. 2JT 170.1

En la profecía de Zacarías se nos da una muy vigorosa e impresionante ilustración de la obra de Satanás y de la de Cristo, y del poder de nuestro Mediador para vencer al acusador de su pueblo. En santa visión, el profeta contempla a Josué, el sumo sacerdote, “vestido de vestimentas viles,” de pie “delante del ángel” (Zacarías 3:3), suplicando la misericordia de Dios en favor de su pueblo profundamente afligido. Satanás está a su diestra para resistirle. Por haber sido elegido Israel para conservar el conocimiento de Dios en la tierra, había sido, desde el mismo principio de su existencia como nación, el objeto especial de la enemistad de Satanás, y éste se había propuesto causar su destrucción. No podía hacerles daño mientras los hijos de Israel fueran obedientes a Dios; por lo tanto había dedicado todo su poder y astucia a inducirlos a pecar. Seducidos por sus tentaciones, habían transgredido la ley de Dios y, habiéndose separado así de la Fuente de su fuerza, se les había dejado caer presa de sus enemigos paganos. Fueron llevados en cautiverio a Babilonia, y permanecieron allí muchos años. Sin embargo, el Señor no los abandonó. Les envió sus profetas con reproches y amonestaciones. El pueblo despertó, vió su culpabilidad, se humilló delante de Dios, y volvió a él con verdadero arrepentimiento. Entonces el Señor le envió mensajes de aliento, declarando que le libraría del cautiverio y le devolvería su favor. Esto era lo que Satanás quería resueltamente impedir. Un remanente de Israel había vuelto ya a su patria, y Satanás estaba tratando de inducir a las naciones paganas, que eran sus agentes, a destruirlo completamente. 2JT 170.2

Mientras Josué suplica humildemente que Dios cumpla sus promesas, Satanás se levanta osadamente para resistirle. Señala las transgresiones de los hijos de Israel como razón por la cual no se les podía devolver el favor de Dios. Los pide como su presa y exige que le sean entregados para ser destruídos. 2JT 171.1

El sumo sacerdote no puede defenderse a sí mismo ni a su pueblo de las acusaciones de Satanás. No sostiene que Israel esté libre de culpas. En sus andrajos sucios, que simbolizan los pecados del pueblo, que él lleva como su representante, está delante del ángel, confesando su culpa, señalando, sin embargo, su arrepentimiento y humillación, fiando en la misericordia de un Redentor que perdona el pecado; y con fe se aferra a las promesas de Dios. 2JT 171.2