Joyas de los Testimonios 2

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Tarifas demasiado bajas

En algunas de nuestras escuelas las tarifas de la enseñanza han sido demasiado bajas. Esto ha sido, en muchos sentidos, perjudicial para la obra educacional. Ha ocasionado deudas desalentadoras; ha arrojado sobre la administración la constante sospecha de malos cálculos, falta de economía y planes desacertados; ha sido muy desalentador para los maestros e induce a exigir precios proporcionalmente bajos en otras escuelas. Cualquiera que haya sido el propósito al establecer la tarifa de la enseñanza en una suma menor que el mantenimiento, el hecho de que una escuela se haya endeudado mucho constituye razón suficiente para reconsiderar los planes y fijar los precios de modo que en lo futuro las cosas vayan mejor. La cantidad cobrada por la enseñanza, pensión y residencia debiera bastar para el pago de los sueldos del personal docente, para surtir la mesa con abundancia de alimentos saludables y nutritivos, para conservar el moblaje de las habitaciones, para conservar reparado el edificio y hacer frente a otros gastos corrientes que sean necesarios. Este es un asunto importante y no demanda un cálculo estrecho sino una investigación consumada. Se necesita el consejo del Señor. La escuela debiera tener ingresos suficientes no sólo para pagar los gastos corrientes que son necesarios, sino también para proporcionar a los alumnos durante el curso escolar algunas cosas esenciales para su trabajo. 2JT 469.2

No se deben dejar acumular las deudas año tras año. La clase de educación más alta que pueda darse es la consistente en evitar las deudas tanto como se evitaría la enfermedad. Cuando pasa un año tras otro y no hay señales de que la deuda disminuya, sino más bien de que aumente, debe hacerse un alto. Digan los administradores: “Nos negamos a dirigir la escuela por más tiempo a no ser que se idee algún sistema seguro.” Será mejor, sí, mucho mejor, cerrar la escuela hasta que los administradores aprendan la ciencia de hacerla marchar sobre bases de solvencia. Por causa de Cristo, como pueblo escogido de Dios, dedicaos a la tarea de establecer un sólido sistema financiero en nuestras escuelas. 2JT 470.1

Siempre que sea necesario elevar las tarifas en alguna escuela, sométase primeramente el asunto a los patrocinadores de la institución, mostrándoles que los precios han sido fijados demasiado bajos y que, como resultado, las deudas se acumulan sobre la escuela y estorban la obra. El aumentar debidamente los precios de enseñanza disminuirá posiblemente la asistencia; pero una gran asistencia no debiera causar tanto regocijo como el estar libres de deuda. 2JT 470.2

Uno de los resultados de los bajos precios de enseñanza que regían en Battle Creek ha sido la reunión en un solo sitio de un mayor número de estudiantes y de familias que el aconsejado por la prudencia. Si los dos tercios de las personas de Battle Creek fueran plantas del Señor en otras localidades, tendrían lugar para crecer. Se habrían visto mayores resultados si una parte del tiempo y de la energía que se dedicó a conservar en buenas condiciones higiénicas la gran escuela de Battle Creek se hubiese empleado en escuelas de otras localidades donde hay sitio para ocupaciones agrícolas que podrían fomentarse como una parte de la educación. Si hubiese habido voluntad para seguir los caminos del Señor y sus planes, muchos establecimientos estarían ahora creciendo en otros lugares. 2JT 470.3

Vez tras vez nos ha llegado la palabra del Señor diciéndonos que debieran levantarse capillas y escuelas en otras localidades, que había ya excesivas responsabilidades en un solo lugar. La instrucción dada es: Salga la gente de los grandes centros y establezca intereses en otros lugares. Si se hubiese prestado oído a esta instrucción, si hubiese habido una distribución de medios y facilidades, el dinero empleado en los edificios adicionales del colegio de Battle Creek hubiera servido con abundancia para dos nuevos edificios en otras localidades y el árbol hubiera crecido y llevado fruto en forma que no ha sido posible porque los hombres prefirieron seguir su propia sabiduría. 2JT 471.1

Nuestros hermanos dicen que de parte de pastores y padres llegan indicaciones suplicantes de que veintenas de jóvenes de nuestras filas necesitan los beneficios de nuestras escuelas preparatorias y no pueden asistir a menos que sea baja la tarifa de la enseñanza. Pero aquellos que abogan por precios reducidos debieran pesar el asunto con cuidado en todas sus fases. Si los alumnos no pueden disponer por sí mismos de medios suficientes para pagar los gastos reales de un buen trabajo para su educación, ¿no es mejor que sus padres, sus amigos, las iglesias a que pertenecen o hermanos generosos de su asociación les ayuden en vez de dejar pesar una deuda sobre la escuela? Será mucho mejor que los muchos clientes de la institución compartan los gastos y no que la escuela funcione con deudas. 2JT 471.2

Se han de idear métodos para impedir la acumulación de deudas sobre nuestras instituciones. No debe hacerse sufrir a la causa entera por deudas que no se cancelarán a menos que haya un cambio completo y la obra se rija por principios diferentes. Que todos los que han tenido una parte en atraer sobre sí esta nube de deudas, sientan ahora que es su deber hacer todo cuanto puedan para hacerla desaparecer. 2JT 471.3

Las iglesias de diferentes localidades deben sentir que pesa sobre ellas una solemne responsabilidad en cuanto a preparar jóvenes y educar talentos que se ocupen en obra misionera. Cuando vean que hay en la iglesia quienes dan promesa de ser obreros de provecho, pero que no pueden por sí mismos sufragar sus gastos escolares, deben asumir la responsabilidad de enviarlos a alguna de nuestras escuelas preparatorias. Existen en las iglesias excelentes aptitudes que es necesario poner en servicio. Hay personas que prestarían buen servicio en la viña del Señor; pero muchas son demasiado pobres para obtener, sin ayuda, la educación que necesitan. Las iglesias debieran considerar un privilegio el contribuir a costear los gastos de tales personas. 2JT 472.1

Aquellos que tienen la verdad en su corazón son siempre generosos y ayudan donde es necesario. Ellos empiezan y otros imitan su ejemplo. Si hay quienes debieran gozar de los beneficios de la escuela pero no pueden pagar el precio completo de la enseñanza, manifiesten las iglesias su liberalidad ayudándoles. 2JT 472.2

Aparte de esto, en cada asociación debiera formarse un fondo para hacer préstamos a estudiantes pobres pero meritorios que desean entregarse a la obra misionera, y en algunos casos debieran éstos también recibir donativos. Cuando empezó a funcionar el colegio de Battle Creek, había un fondo en la Review and Herald en beneficio de los que querían obtener una educación pero que carecían de recursos. Varios estudiantes se valieron de tal fondo hasta haber logrado un buen comienzo; luego, con sus ingresos reponían lo utilizado a fin de que otros fuesen beneficiados por dicho dinero. Los jóvenes han de comprender claramente que tienen que abrirse camino por sí mismos hasta donde sea posible y costear así parcialmente sus gastos. Lo que poco cuesta será tenido en poco; pero todo aquello por lo cual se pague un precio que se aproxime a su verdadero valor, será apreciado en proporción. 2JT 472.3

Por precepto y ejemplo enseñad la abnegación, la economía, la generosidad y la dependencia propia. Todo aquel que posea un carácter firme estará capacitado para hacer frente a las dificultades y pronto para seguir un “Así dice Jehová.” Los hombres no están preparados para comprender su obligación para con Dios hasta no haber aprendido en la escuela de Cristo a llevar su yugo de restricción y obediencia. El sacrificio es el comienzo mismo de nuestra obra de hacer progresar la verdad y de establecer instituciones. Es una parte esencial de la educación. El sacrificio debe llegar a ser habitual en toda la formación de nuestro carácter en esta vida si queremos tener un edificio no hecho con manos, eterno, en los cielos. 2JT 472.4

Las ideas erróneas relativas al uso del dinero exponen a los jóvenes a muchos peligros. No se les debe sostener y suministrarles dinero como si hubiese una provisión inagotable de la cual pueden sacar para satisfacer cualquier necesidad imaginaria. Se ha de considerar al dinero como un don que Dios nos ha confiado para llevar a cabo su obra, para establecer su reino, y los jóvenes deben aprender a poner freno a sus deseos. Enseñad que nadie corrompa sus facultades por la complacencia y satisfacción propia. Aquellos a quienes Dios ha dotado de aptitudes para obtener recursos tienen para con él la obligación de emplear dichos recursos, mediante la sabiduría que el Cielo les imparta, para la gloria de su nombre. Cada centavo gastado en la propia complacencia o dado a determinados amigos que lo gastarán para satisfacer el orgullo y el egoísmo, es substraído a la tesorería de Dios. El dinero gastado en atavíos destinados a realzar las apariencias debiera haberse usado para hacer progresar la causa de Dios en lugares nuevos. ¡Oh, que Dios dé a todos un verdadero concepto de lo que significa ser cristiano! Ello significa ser semejante a Cristo, y Cristo no vivió para complacerse a sí mismo. 2JT 473.1

Nuestras asociaciones dirigen su mirada a nuestras escuelas en busca de obreros educados y bien preparados, por lo que debieran prestar a las escuelas el auxilio más generoso e inteligente. Ha sido dada clara luz en cuanto a que aquellos que ministran en nuestras escuelas enseñando la Palabra de Dios, explicando las Escrituras, educando a los alumnos en las cosas de Dios, deben ser sostenidos con el diezmo. Hace mucho que fué dada esta instrucción y recientemente ha sido repetida vez tras vez. 2JT 473.2

Dondequiera que haya escuelas establecidas, se han de proporcionar administradores entendidos, “hombres aptos, que teman a Dios, hombres de verdad, que aborrezcan la avaricia,” hombres que harán lo mejor que puedan para cumplir con las responsabilidades diversas de sus puestos. Deben tener aptitud para los negocios; pero de mayor importancia aún es que anden humildemente con Dios y sean guiados por el Espíritu Santo. Hombres tales serán enseñados por Dios y buscarán el consejo de sus hermanos que sean hombres de oración. 2JT 474.1

Los administradores de nuestras escuelas deben trabajar con móviles puros. En su abnegación recordarán que otras partes del gran campo necesitan las mismas facilidades provistas para la escuela que está a su cargo. En cada plan recordarán que la igualdad y la unidad deben conservarse. Calcularán cuidadosamente los gastos de cualquier empresa y se esforzarán para no absorber tan grande cantidad de dinero, que por tal motivo otros campos misioneros se vean privados de las facilidades indispensables para el buen éxito de la obra. 2JT 474.2

Demasiado a menudo se han encargado a ministros responsabilidades que de ninguna manera estaban preparados para llevar. Pónganse estas responsabilidades sobre hombres que tengan tacto comercial, hombres que puedan entregarse a los negocios, que puedan visitar las escuelas y tomar nota de la condición financiera y que puedan, además, dar instrucción en cuanto a llevar las cuentas. La obra de la escuela debiera inspeccionarse varias veces al año. Actúen los ministros como consejeros, pero no se les impongan las responsabilidades financieras. 2JT 474.3

El Señor me ha indicado que hombres entendidos y con aptitud para las finanzas visiten nuestras escuelas en cada país y tomen nota de su situación financiera. Este asunto no debe dejarse a los ministros o a los que forman las comisiones, pues no tienen tiempo para asumir dicha responsabilidad. Los maestros no deben ser cargados con ella. Los asuntos comerciales de las escuelas exigen talentos que no han sido provistos. 2JT 474.4

Si los dirigentes hubiesen hecho uso de juicio avisado en los años pasados, las desalentadoras condiciones financieras que tanto han estorbado la obra últimamente no habrían podido existir. 2JT 475.1

Si nuestra obra educacional hubiese sido fomentada de acuerdo con la instrucción dada para nuestra dirección, la negra sombra de pesadas deudas no gravitaría hoy sobre nuestras instituciones. 2JT 475.2