Joyas de los Testimonios 2

19/280

La diligencia en los negocios*

“¿Has visto hombre solícito en su obra? delante de los reyes estará; no estará delante de los de baja suerte.” “La mano negligente hace pobre: mas la mano de los diligentes enriquece.” “Amándoos los unos a los otros con caridad fraternal; previniéndoos con honra los unos a los otros; en el cuidado no perezosos; ardientes en espíritu; sirviendo al Señor.” Proverbios 22:29; 10:4; Romanos 12:10, 11. 2JT 45.1

Las muchas amonestaciones a ser diligentes que hallamos tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, indican claramente la íntima relación que existe entre nuestras costumbres de vida y nuestras prácticas y sentimientos religiosos. La mente y el cuerpo humano están constituídos de tal manera que necesitan bastante ejercicio para el debido desarrollo de todas sus facultades. 2JT 45.2

Mientras que muchos están demasiado dedicados a los negocios mundanales, otros van al extremo opuesto, y no trabajan lo suficiente para sostenerse a sí mismos y a aquellos que dependen de ellos. El Hno. ***pertenece a esta clase. Aunque ocupa el puesto de jefe de familia, no lo es en realidad. Deja descansar las pesadas responsabilidades y cargas sobre su esposa, mientras él se entrega a la indolencia descuidada, o se ocupa con pequeños asuntos que representan muy poco para el sostén de su familia. Suele permanecer sentado durante varias horas y conversar con sus hijos y vecinos acerca de asuntos de poca consecuencia. Toma las cosas con comodidad, goza de la vida, mientras que la esposa y madre hace el trabajo que tiene que ser hecho para preparar la comida y la ropa. 2JT 45.3

Este hermano es hombre pobre, y siempre será una carga para la sociedad a menos que asuma el privilegio que Dios le dió y se haga hombre. Cualquiera puede encontrar trabajo de alguna clase si realmente lo desea; pero el descuidado y desatento encontrará que los puestos que podría haber conseguido son llenados por los que tienen mayor actividad y tino comercial. 2JT 45.4

Hermano mío, Dios no quiso nunca que Vd. estuviese en la situación de pobreza en que se encuentra ahora. ¿Para qué le habría dado ese físico? Vd. es tan responsable de sus facultades físicas como sus hermanos lo son de sus recursos. Algunos de ellos saldrían ganando si pudiesen cambiar su propiedad por las fuerzas físicas de Vd. Pero si se encontrasen en su situación, mediante el empleo diligente de sus facultades mentales y físicas no pasarían menester ni deberían cosa alguna a nadie. Si las circunstancias parecen estar contra Vd., no es porque Dios le tenga inquina, sino porque Vd. no emplea las fuerzas que le ha dado. El no quería que sus facultades se herrumbrasen en la inacción, sino que Vd. las fortaleciese por el uso. 2JT 46.1