Joyas de los Testimonios 2

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Nadie se quede sin amonestación

Mientras los ángeles retienen los cuatro vientos, debemos trabajar con toda nuestra capacidad. Debemos dar nuestro mensaje sin dilación. Debemos dar al universo celestial y a los hombres de esta época degenerada evidencia de que nuestra religión es una fe y un poder de los cuales Cristo es el autor, y su Palabra el oráculo divino. Hay almas humanas en la balanza. Serán súbditos del reino de Dios o esclavos del despotismo de Satanás. Todos han de tener oportunidad de aceptar la esperanza a ellos presentada en el Evangelio; y ¿cómo pueden oír sin que haya quien les predique? La familia humana necesita una renovación moral, una preparación del carácter, a fin de poder subsistir en la presencia de Dios. Hay almas a punto de perecer a causa de los errores teóricos prevalecientes destinados a contrarrestar el mensaje del Evangelio. ¿Quiénes querrán consagrarse ahora plenamente a la obra de colaborar juntamente con Dios? 2JT 374.4

Mientras veis los peligros y la miseria del mundo por obra de Satanás, no agotéis en ociosas lamentaciones las energías que Dios os ha dado, sino antes trabajad por vosotros mismos y los demás. Despertad y preocupaos por los que perecen. Si no se los gana para Cristo, perderán una eternidad de bienaventuranza. Pensad en lo que les es posible ganar. El alma que Dios creó y que Cristo redimió es de gran valor en virtud de las posibilidades que tiene, las ventajas espirituales que le han sido concedidas, las capacidades que puede poseer si la Palabra de Dios la vivifica, y la inmortalidad que por el Dador de la vida puede obtener si es obediente. Un alma es de más valor para el cielo que todo un mundo de propiedades, casas, tierras y dinero. Debiéramos emplear nuestros recursos hasta lo sumo para la conversión de un alma. Un alma ganada para Cristo reflejará en derredor suyo la luz del cielo, que, penetrando las tinieblas morales, salvará a otras almas. 2JT 375.1

Si Cristo dejó las noventa y nueve para buscar y salvar a la oveja perdida, ¿podremos quedar justificados haciendo menos? ¿No es la omisión de trabajar como Cristo trabajó, de sacrificarse como él se sacrificó, una traición hecha a los cometidos sagrados, un insulto a Dios? 2JT 375.2

Haced resonar la alarma por toda la longitud y anchura de la tierra. Decid a la gente que el día del Señor está cerca y se apresura grandemente. No quede nadie sin amonestación. Podríamos estar en lugar de las pobres almas que yerran. Podríamos haber sido colocados entre los bárbaros. De acuerdo con la verdad que hemos recibido en mayor medida que los demás, somos deudores para impartírsela. 2JT 375.3

No tenemos tiempo que perder. El fin está cerca. El viajar de lugar en lugar para difundir la verdad quedará pronto rodeado de peligros a diestra y siniestra. Se pondrá todo obstáculo en el camino de los mensajeros del Señor, para que no puedan hacer lo que les es posible hacer ahora. Debemos mirar bien de frente nuestra obra y avanzar tan rápidamente como sea posible en una guerra agresiva. Por la luz que Dios me ha dado, sé que las potestades de las tinieblas están obrando con intensa energía desde abajo, y con paso furtivo Satanás está avanzando para sorprender a los que duermen ahora, como un lobo que se apodera de su presa. Tenemos amonestaciones que podemos dar ahora, una obra que podemos hacer ahora; pero pronto ello será más difícil de lo que podemos imaginarnos. Dios nos ayude a mantenernos donde brilla la luz, a obrar con nuestros ojos fijos en Jesús nuestro Caudillo, y a avanzar paciente y perseverantemente hasta ganar la victoria. 2JT 376.1

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El pueblo de Dios tiene delante de sí una gran obra, una obra que debe elevarse continuamente a mayor eminencia. Nuestros esfuerzos misioneros deben hacerse mucho más extensos. Antes del segundo advenimiento de nuestro Señor Jesucristo debe hacerse una obra más decidida que la hecha hasta aquí. El pueblo de Dios no debe cesar en sus labores hasta que circuya al mundo.* 2JT 376.2

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Debemos vivir una vida doble, una vida de meditación y acción, de oración silenciosa y trabajo ardoroso. Todos los que han recibido la luz de la verdad deben considerar que es su deber derramar rayos de luz sobre la senda de los impenitentes. Debemos ser testigos por Cristo en nuestras oficinas tan ciertamente como en la iglesia. Dios requiere de nosotros que seamos epístolas vivas, conocidas y leídas de todos los hombres. El alma que por la oración diaria y ferviente busca en Dios su fortaleza, su apoyo, su poder, tendrá nobles aspiraciones, claras percepciones de la verdad y elevados propósitos de acción y continua sed y hambre de justicia. Al mantenernos en relación con Dios, nos veremos capacitados para comunicar a otros, mediante nuestro trato con ellos, la luz, la paz, la serenidad que rigen en nuestro corazón y para presentarles un ejemplo de inquebrantable fidelidad a los intereses de la obra en la cual estamos empeñados.* 2JT 376.3

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La fuente de las aguas vivas está abierta para el alma sedienta. Dios declara: “Yo derramaré aguas sobre el secadal, y ríos sobre la tierra árida.” Isaías 44:3. Pero la luz será dada solamente a las almas que la busquen con fervor y que acepten con alegría todo rayo de iluminación divina proveniente de su santa Palabra. Por medio de estas almas es como Dios revelará esa luz y ese poder que iluminarán toda la tierra con su gloria.* 2JT 377.1