Joyas de los Testimonios 2

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La verdad en la vida

No es suficiente predicar la verdad; debe ser puesta en práctica en la vida. Cristo debe morar en nosotros, y nosotros en él a fin de hacer la obra de Dios. Cada uno debe tener una experiencia individual y realizar esfuerzos personales para alcanzar las almas. Dios requiere de cada uno que consagre todas sus facultades a la obra y que por un esfuerzo continuo se eduque para hacer esa obra aceptablemente. Espera que cada uno lleve la gracia de Cristo a su corazón, a fin de ser una luz brillante y resplandeciente para el mundo. Si los que trabajan para Dios adiestran todas sus facultades cabalmente, podrán trabajar comprensivamente, con toda sabiduría, y Dios responderá seguramente a sus esfuerzos elevando, refinando y salvando a sus semejantes. Todos los obreros deben emplear tacto y poner sus facultades bajo la influencia directora del Espíritu de Dios. Deben dedicarse a estudiar su Palabra y oír la voz de Dios que se les dirige desde sus oráculos vivientes con reproches, instrucción o estímulo, y su Espíritu los fortalecerá, a fin de que progresen en la experiencia religiosa como obreros de Dios. Así serán conducidos paso a paso a mayores luces y su gozo será completo. 2JT 221.1

Mientras se empeñan en la obra que Dios les ha dado, no hallarán tiempo ni tendrán disposición para glorificarse; ni hallarán tiempo para murmurar o quejarse, porque sus afectos estarán concentrados en las cosas celestiales, no en las terrenales. El corazón, el alma y el cuerpo estarán alistados en la obra del Maestro. No trabajarán egoístamente, sino que se negarán a sí mismos por amor de Cristo. Alzarán su cruz; porque son sus verdaderos discípulos. Se alimentarán día tras día de las preciosas verdades de la Palabra de Dios, y así serán fortalecidos para el deber y sostenidos para la prueba. De esta manera vendrán a ser hombres y mujeres en Cristo, fuertes y bien desarrollados. Serán entonces los verdaderos hijos e hijas del Rey celestial. 2JT 221.2

La grandeza de la verdad que aman y contemplan, expandirá la mente, fortalecerá el juicio y elevará el carácter. No serán novicios en la gran obra de salvar almas; porque estarán trabajando con la sabiduría que Dios les haya dado. Ni tampoco serán enanos en la vida religiosa, sino que crecerán en Cristo, su cabeza viviente, hasta la plena estatura de hombres y mujeres en Cristo Jesús. Los conflictos con los enemigos de la verdad no harán sino fortalecer sus esperanzas, y tendrán preciosas victorias, porque invocan en su ayuda al poderoso Auxiliador, que nunca desilusiona al humilde suplicante. Si sus esfuerzos tienen éxito, darán toda la gloria a Dios. El Cielo se les acercará mucho para simpatizar y cooperar con ellos. Serán hechos de veras espectáculo para el mundo, los ángeles y los hombres. Serán caracteres señalados por su pureza de corazón y vida, su fuerza de propósito, su firmeza y utilidad en la causa de Dios. Serán los nobles de Dios. 2JT 222.1