Consejos sobre Mayordomía Cristiana

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Una lección de Judas

Judas poseía cualidades valiosas, pero en su carácter había algunos rasgos que debían ser extirpados antes que él pudiera salvarse. Debía nacer de nuevo, no de una semilla corruptible sino de una incorruptible. Su gran tendencia heredada y cultivada hacia el mal era la codicia. Y ésta, mediante la práctica, se convirtió en un hábito que él hizo intervenir en todas sus transacciones. Sus hábitos de economía promovieron en él un espíritu tacaño, y éste se convirtió en una trampa fatal. La ganancia llegó a ser su medida de una experiencia religiosa correcta, y toda virtud genuina fue subordinada a esto. Los principios de rectitud y justicia practicados por Cristo no hallaron cabida en las prácticas de su vida... CMC 231.3

Como Cristo sabía que estaba siendo corrompido por la codicia, le dio el privilegio de oír muchas lecciones. Oyó a Cristo formular los principios que debían tener todos los que quisieran entrar en su reino eterno. Tuvo toda oportunidad posible de recibir a Cristo como su Salvador personal, pero rehusó este don. No quiso someter a Cristo sus métodos y su voluntad. No practicó lo que contrariaba sus inclinaciones personales, y por lo tanto su espíritu muy avariento no fue corregido. Mientras continuó siendo un discípulo exteriormente, y hasta en la presencia misma de Cristo, se apoderaba de los recursos que pertenecían a la tesorería del Señor... CMC 232.1

Judas pudo haber recibido el beneficio de estas lecciones, si hubiera poseído el deseo de tener un corazón recto; pero su tendencia a adquirir lo venció, y el amor al dinero se convirtió en una fuerza predominante. Mediante la indulgencia permitió que este rasgo creciera en su carácter y arraigara profundamente, a tal punto que desplazó la buena semilla de la verdad sembrada en su corazón.—The Review and Herald, 5 de octubre de 1897. CMC 232.2