Consejos Sobre la Salud

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Una compasión como la de Cristo*

Se me mostró que los médicos de nuestro Instituto debieran ser hombres y mujeres de fe y espiritualidad. Debieran poner su confianza en Dios. Hay muchos que vienen al Instituto y que por su propia complacencia pecaminosa han acarreado sobre sí enfermedad de casi todo tipo. Esta clase de personas no merecen la simpatía que frecuentemente requieren. Y resulta doloroso para los médicos dedicar tiempo y fuerzas a esta clase de gente, que se encuentran rebajados física, mental y moralmente. CSI 344.1

Pero hay una clase de personas que por ignorancia han vivido en violación de las leyes de la naturaleza. Han trabajado intemperantemente y han comido con intemperancia, porque era la costumbre hacerlo. Algunos han soportado muchos tratamientos de numerosos médicos, pero no han mejorado, sino que han empeorado. Finalmente son arrancados de los negocios, de la sociedad y de sus familias; y como último recurso, acuden al Instituto de Salud, con una débil esperanza de encontrar alivio. Este tipo de enfermos necesitan simpatía. Debieran ser tratados con la mayor ternura, y debiera cuidarse de hacerles comprender las leyes que rigen su ser, con el fin de que dejen de violarlas y se dirijan por ellas para evitar el sufrimiento y la enfermedad, que son la pena por la violación de las leyes de la naturaleza... CSI 344.2

Recordemos a Cristo, quien entró en contacto directo con la humanidad sufriente. Aunque en muchos casos los afligidos se habían acarreado enfermedades sobre sí mismos por su comportamiento pecaminoso y su violación de las leyes naturales, Jesús se compadeció de su debilidad, y cuando acudían a él con las más repulsivas enfermedades, él no se apartaba de ellos por temor a contaminarse, sino que los tocaba y los libraba de la enfermedad. CSI 344.3