Consejos Sobre la Salud

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Infidelidad y deslealtad

Algunos han sido escogidos como hombres que podrían ser útiles como médicos, y se les ha estimulado a que tomasen el curso de medicina. Pero algunos que comenzaron sus estudios como cristianos en las facultades de medicina, no dieron preeminencia a la ley de Dios; sacrificaron los principios y perdieron su confianza en Dios. Les pareció que, solos, no podían guardar el cuarto mandamiento y arrostrar las burlas y el ridículo de los ambiciosos amadores del mundo, los superficiales, los incrédulos, y los infieles. No estaban preparados para arrostrar esta clase de persecución. Tenían ambición de subir más en el mundo, tropezaron en las sombrías montañas de la incredulidad y se volvieron indignos de confianza. Se les presentaron tentaciones de toda clase y no tuvieron fuerza para resistirlas. Algunos de estos hombres se han vuelto deshonestos, maquinadores, y son culpables de graves pecados. CSI 325.2

En esta época hay peligro para cualquiera que inicie el estudio de la medicina. Con frecuencia sus instructores son hombres sabios según el mundo y sus condiscípulos incrédulos, que no piensan en Dios, y corren el peligro de sentir la influencia de esas compañías irreligiosas. Sin embargo, algunos han terminado el curso de medicina, y han permanecido fieles a los principios. No quisieron estudiar en sábado, y demostraron que los hombres pueden prepararse para desempeñar los deberes del médico sin chasquear las expectativas de aquellos que les proporcionaron recursos con que obtener su educación. Como Daniel, honraron a Dios, y él los guardó. Daniel se propuso en su corazón no adoptar las costumbres de las cortes reales; no quiso comer de las viandas del rey ni beber de su vino; buscó en Dios fuerza y gracia, y Dios le dio sabiduría, capacidad y conocimiento sobre los astrólogos, magos, y hechiceros del reino. En él se verificó la promesa: “Yo honraré a los que me honran”. 1 Samuel 2:30. CSI 325.3

El médico joven tiene acceso al Dios de Daniel. Por la gracia y el poder divinos, puede llegar a ser tan eficiente en su vocación como Daniel en su exaltada posición. Pero es un error hacer de la preparación científica lo de suma importancia y descuidar los principios religiosos que son el mismo fundamento del éxito en el ejercicio de la profesión. A muchos se los alaba como hombres hábiles en su profesión, a pesar de que desprecian la idea de que necesitan confiar en Jesús para obtener sabiduría en su trabajo. Pero si estos hombres que confían en sus conocimientos de la ciencia fuesen iluminados por la luz del cielo, ¡a cuánta mayor excelencia podrían alcanzar! ¡Cuánto más fuertes serían sus facultades, con cuánta mayor confianza podrían atender los casos difíciles! El hombre que se vincula estrechamente con el gran Médico del alma y del cuerpo, tiene a su disposición los recursos del cielo y de la tierra, y puede obrar con una sabiduría y una precisión infalibles, que el impío no puede poseer. CSI 326.1

Aquellos a quienes se ha confiado el cuidado de los enfermos, ya sean médicos o enfermeras, debieran recordar que su obra debe soportar el escrutinio del penetrante ojo de Jehová. No existe campo misionero más importante que el ocupado por los médicos fieles y temerosos de Dios. No existe otro campo en el que un hombre pueda realizar mayor bien o ganar más joyas que brillarán en la corona de su regocijo. Puede llevar la gracia de Cristo, como dulce perfume, a los cuartos de los enfermos y visitas; puede llevar el verdadero bálsamo sanador al alma enferma por el pecado. Puede dirigir la atención de los enfermos y los moribundos al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. No debiera escuchar a los que dicen que es peligroso hablar de los intereses eternos a aquellos cuyas vidas corren peligro, por temor a empeorarlos, porque en nueve casos de cada diez, el conocimiento de un Salvador que perdona el pecado los mejorará tanto de la mente como del cuerpo. Jesús puede limitar el poder de Satanás. El es el médico en quien el alma enferma por el pecado puede confiar para que cure las enfermedades del cuerpo tanto como las del alma. CSI 326.2