Consejos para los Maestros

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El carácter de las escuelas de iglesia y sus maestros

La obra de nuestras escuelas de iglesia debe ser del más elevado carácter. Jesucristo, el Restaurador, es el único remedio para una mala educación, y las lecciones enseñadas en su Palabra siempre deben recordarse a los jóvenes en la forma más atrayente. La disciplina de la escuela debe complementar la educación del hogar, y tanto en el hogar como en la escuela debe mantenerse la sencillez y la piedad. Se encontrarán hombres y mujeres que tienen talento para trabajar en estas escuelas pequeñas, pero que no pueden hacerlo ventajosamente en las mayores. Mientras practiquen las lecciones bíblicas, recibirán ellos mismos una educación del más alto valor. CM 166.2

Al elegir maestros debemos aplicar toda precaución, sabiendo que es un asunto tan solemne como la elección de las personas para el ministerio. Hombres sabios, que sepan discernir el carácter, deben hacer la selección; porque se necesita el mejor talento que se pueda obtener para educar y amoldar la mente de los jóvenes, y para llevar adelante con éxito los muchos ramos de trabajo que han de hacer los maestros en nuestras escuelas de iglesia. Ninguna persona de mente inferior o estrecha debe ser encargada de una de estas escuelas. No pongáis sobre los niños a maestros jóvenes e inexpertos, que no tienen capacidad para manejarlos; porque sus esfuerzos tenderán a la desorganización. El orden es la primera ley del cielo; y en este respecto toda escuela debiera ser un modelo del cielo. CM 166.3

Es malo poner a los niños bajo maestros orgullosos y desprovistos de amor. Un maestro así hará mucho daño a aquellos cuyo carácter se está desarrollando rápidamente. No se los debe emplear si no son sumisos a Dios, si no tienen amor hacia los niños sobre quienes presiden, si manifiestan parcialidad hacia los que agradan a su fantasía, y manifiestan indiferencia para los que son menos atrayentes, o hacia los que son inquietos y nerviosos, porque el resultado de su trabajo será una pérdida de almas para Cristo. CM 167.1

Hacen falta, especialmente para los niños, maestros que sean apacibles y bondadosos, y que manifiesten tolerancia y amor hacia los que más lo necesitan. Jesús amaba a los niños... Siempre los trataba con bondad y respeto, y los maestros han de seguir su ejemplo. Deben tener el verdadero espíritu misionero; porque los niños han de ser preparados para llegar a ser misioneros. CM 167.2

Nuestras escuelas de iglesia necesitan maestros que tengan altas cualidades morales; personas en quienes se pueda confiar; que sean sanas en la fe; que tengan tacto y paciencia; que anden con Dios y se abstengan de toda apariencia de mal... CM 167.3