Consejos para los Maestros

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La elección de la lectura

Los padres deben esforzarse por mantener fuera del hogar toda influencia que no redunde para bien. En este asunto, algunos padres tienen mucho que aprender. A los que se sienten libres para leer revistas de cuentos y novelas quisiera decirles: Estáis sembrando una semilla cuya cosecha no os interesará recoger. De esa lectura no se puede obtener fuerza espiritual. Más bien destruye el amor hacia la verdad pura de la Palabra. Por intermedio de las novelas y revistas de cuentos, Satanás está obrando para llenar con pensamientos irreales y triviales las mentes que debieran estar estudiando diligentemente la Palabra de Dios. Así está robando a miles y miles el tiempo, la energía y la disciplina propia que exigen los severos problemas de la vida. CM 115.3

La mente susceptible del niño anhela conocimiento en el período de desarrollo. Los padres debieran mantenerse bien informados, a fin de poder darle el alimento apropiado. Como el cuerpo, la mente obtiene su fuerza del alimento que recibe. Se amplía y eleva por pensamientos puros y vigorizadores, pero se estrecha y degrada por pensamientos terrenales. CM 116.1

Padres, vosotros sois los que decidís si la mente de vuestros hijos se ha de llenar de pensamientos ennoblecedores, o de sentimientos viciosos. No podéis mantener sin ocupación sus mentes activas, ni ahuyentar el mal con el ceño. Únicamente inculcando los debidos principios podéis destruir los malos pensamientos. El enemigo sembrará cizaña en los corazones de los hijos a menos que los padres siembren en ellos las semillas de la verdad. Las instrucciones buenas y sanas son el único preventivo contra las compañías malas que corrompen los buenos modales. La verdad protegerá al alma de las tentaciones sin fin que habrá de arrostrar. CM 116.2

Enséñese a los jóvenes a dedicar detenido estudio a la Palabra de Dios. Recibida en el alma, constituirá una poderosa barricada contra la tentación. “Dentro de mi corazón he atesorado tu palabra—declara el salmista—para no pecar contra ti”. “Yo me he guardado de las sendas de los violentos”. Salmos 119:11, VM; 17:4. CM 116.3