Consejos para los Maestros

49/279

La cortesía cristiana

El maestro mandón, severo, criticón, y desconsiderado para con los sentimientos ajenos, debe esperar que se manifieste el mismo espíritu para con él. El que desea conservar su propia dignidad y respeto, debe tener cuidado de no herir innecesariamente la dignidad de los demás. Esta regla debe observarse en forma sagrada para con los alumnos más torpes, más jóvenes y más tardos. No sabemos lo que Dios se propone hacer con estos jóvenes aparentemente sin interés. En lo pasado, él ha aceptado a personas que no eran más promisorias ni atrayentes, para que hiciesen una gran obra para él. Su Espíritu, obrando en el corazón, ha incitado toda facultad a una acción vigorosa. El Señor vio en aquellas toscas piedras sin labrar, un material precioso, que resistiría la prueba de la tempestad, del calor y de la presión. Dios no ve como el hombre ve. No juzga por las apariencias, sino que escudriña el corazón y juzga con justicia. CM 90.3

El maestro debe conducirse siempre como un caballero cristiano. Debe asumir la actitud de amigo y consejero de sus alumnos. Si todo nuestro pueblo—maestros, ministros y miembros laicos—cultivase el espíritu de la cortesía cristiana, le sería más fácil hallar acceso a los corazones de la gente; muchos más serían inducidos a examinar y recibir la verdad. Cuando cada maestro se olvide de sí mismo, y sienta profundo interés por el éxito y la prosperidad de sus alumnos, comprendiendo que son propiedad de Dios, y que él deberá dar cuenta de su influencia sobre sus mentes y caracteres, entonces tendremos una escuela en la cual los ángeles se deleitarán en estar. Jesús mirará con aprobación la obra de los maestros, y enviará su gracia al corazón de los estudiantes... CM 91.1