Consejos para los Maestros

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Capítulo 41—Algunos principios de la indumentaria sana

La Biblia nos enseña la modestia en el vestir. “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia”. 1 Timoteo 2:9. Este pasaje prohíbe la ostentación en el vestir, los colores chillones, los adornos profusos. Todo medio destinado a llamar la atención a la persona así vestida, o a despertar la admiración, queda excluido de la modesta indumentaria impuesta por la Palabra de Dios. CM 287.1

Nuestro modo de vestir debe ser de poco costo; no con “oro, ni perlas, ni vestidos costosos”. El dinero es un depósito que Dios nos ha confiado. No es nuestro para gastarlo en la complacencia del orgullo o la ambición. En manos de los hijos de Dios el dinero es alimento para los hambrientos, y ropa para los desnudos. Es una defensa para los oprimidos, un recurso de salud para los enfermos, y un medio para predicar el Evangelio a los pobres. Podríais proporcionar felicidad a muchos corazones usando sabiamente los recursos que ahora se gastan para la ostentación. Considerad la vida de Cristo. Estudiad su carácter, y sed partícipes con él en su abnegación. CM 287.2

En la sociedad así llamada cristiana se gasta en joyas y en vestidos costosos e inútiles lo que bastaría para dar de comer a todos los hambrientos y vestir a los desnudos. La moda y la ostentación absorben los recursos con que se podría consolar y aliviar a los pobres y a los enfermos. Privan al mundo del Evangelio del amor del Salvador... CM 287.3

Pero nuestra indumentaria, si bien modesta y sencilla, debe ser de buena calidad, de colores decentes, y apropiada para el uso. Deberíamos escogerla por su durabilidad más bien que para la ostentación. Debe proporcionarnos abrigo y protección adecuada. La mujer prudente descrita en los Proverbios “no tiene temor de la nieve por su familia, porque toda su familia está vestida de ropas dobles”. Proverbios 31:21. CM 287.4

Nuestra ropa debe ser limpia. El desaseo en el vestir es contrario a la salud, y por lo tanto perjudicial para el cuerpo y el alma. “¿No sabéis que sois templo de Dios...? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él”. 1 Corintios 3:16, 17. CM 288.1

En todos los respectos debemos vestir conforme a la higiene. “Más que todas las cosas”, Dios quiere que tengamos salud, salud del cuerpo y del alma. Debemos colaborar con Dios para asegurar la salud del alma y del cuerpo. Ambas son promovidas por la indumentaria saludable. CM 288.2

La ropa debe tener la donosura, la belleza y las cualidades propias de la sencillez natural. Cristo nos ha prevenido contra el orgullo de la vida, pero no contra su gracia y su belleza natural. Nos llama la atención a las flores del campo, a los lirios de tan significativa pureza, y dice: “Ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos”. Mateo 6:29. Así, por medio de las cosas de la naturaleza, Cristo nos enseña cuál es la belleza que el cielo aprecia, la gracia modesta, la sencillez, la pureza, la propiedad, que harán nuestro atavío agradable a Dios. El vestido más hermoso es el que nos manda que pongamos a nuestra alma. No hay adorno exterior que pueda compararse en valor y en belleza con el “espíritu afable y apacible” que en su opinión es de “grande estima”. 1 Pedro 3:4. CM 288.3