Consejos para los Maestros

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Consagración de la voz

Se ha abusado grandemente del don del habla y se lo ha desviado ampliamente de su propósito al cual estaba destinado; así que despiértense los que se llaman hijos del Rey celestial, comprendan su responsabilidad y saquen el mejor partido de este talento. Nadie diga: “Es inútil que procure orar; porque los demás no me oyen”. Digan más bien: “Haré un esfuerzo ferviente para vencer este hábito de hablar en voz baja e indistinta, que es deshonroso para Dios. Me someteré a disciplina hasta que mi voz sea audible aun para los que escuchan con dificultad”. CM 232.2

Edúquense las voces de los que siguen a Cristo de tal manera que, en vez de apretujar las palabras unas sobre otras en forma indistinta, su elocución sea clara, enérgica y edificante. No dejéis caer la voz después de cada palabra, sino mantenedla a fin de que cada frase sea llena y completa. ¿No valdrá la pena disciplinaros, y aumentar así el interés por el servicio de Dios y edificar a sus hijos? La voz de agradecimiento, alabanza y regocijo se oye en el cielo. Las voces de los ángeles en los cielos se unen con las voces de los hijos de Dios en la tierra, mientras dan honra, gloria y alabanza a Dios y al Cordero por la gran salvación provista. CM 232.3

Procure cada uno hacer lo mejor posible. Crezcan diariamente en gracia y eficiencia los que se han alistado bajo el estandarte del Príncipe Emanuel. Esfuércense los maestros de nuestras instituciones por educar a sus estudiantes en todos los ramos de tal manera que puedan salir debidamente disciplinados para beneficiar a la humanidad y glorificar a Dios. CM 233.1

Es esencial que se les enseñe a leer en tono claro y distinto. Nos hemos apenado al asistir a congresos de asociaciones, a reuniones de sociedades de publicaciones, y a diversas asambleas, donde se leían informes en voz casi inaudible, o en forma vacilante o en tono ahogado. La mitad del interés que se pueda sentir en una reunión tal queda destruido cuando los que participan en ella hacen su parte en forma indiferente y sin vida. Deben aprender a hablar de tal manera que puedan edificar a los que escuchan. Prepárese todo aquel que está relacionado con la obra misionera para hablar en forma clara y atrayente, enunciando perfectamente sus palabras. CM 233.2

El debido uso de los órganos vocales beneficiará la salud física, y acrecentará la utilidad y la influencia. Al caer en malos hábitos de expresión algunos se vuelven lectores y oradores tediosos; pero los que son considerados como bastante inteligentes para llegar a ser obreros misioneros o hacer transacciones comerciales, deben tener bastante inteligencia para reformar su manera de hablar. Por un ejercicio juicioso pueden expandir el pecho y fortalecer los músculos. Prestando atención a la debida instrucción, siguiendo los principios del sano vivir acerca de la expansión de los pulmones y el cultivo de la voz, nuestros jóvenes y señoritas pueden llegar a hablar en forma que se les oiga; y el ejercicio necesario para esta realización prolongará su vida. CM 233.3

Los que adquieren ideas correctas acerca del cultivo de la voz, verán la necesidad de educarse y prepararse para honrar a Dios y beneficiar a otros. Se colocarán bajo maestros pacientes y eficientes, y aprenderán a leer con voz melodiosa. Con el sincero deseo de glorificar a Dios, sacarán el mejor partido de su capacidad natural. Una vez que tengan el dominio de sus propias facultades, no se verán estorbados por defectos del habla, y acrecentarán su utilidad en la causa de Dios. CM 234.1