Consejos para los Maestros

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Capítulo 31—La necesidad de hacer lo mejor posible

El Señor ha hecho provisión para que las facultades más nobles de la mente sean educadas para fines elevados. Pero en vez de esto, los hombres las pervierten y las alistan en el servicio de los intereses temporales, como si la ostentación de las cosas de esta tierra fuese de importancia suprema. De esta manera las facultades superiores se atrofian, y los hombres permanecen descalificados para los deberes que les incumben. Si no cultivan las facultades más nobles de la mente, no actuarán con integridad, ni aun en las obligaciones relativas a esta vida. El designio de Satanás es empequeñecer y degradar por la sensualidad las facultades de la mente; pero no es la voluntad de Dios que el hombre entregue su mente al control del maligno. El quiere que sus hijos hagan progresos en las actividades intelectuales y espirituales... CM 225.1

El trabajo que se nos ha dado en esta vida es una preparación para la vida eterna. Si lo realizamos como Dios quiere que lo hagamos, toda tentación puede obrar para nuestro progreso; porque en la medida que resistamos sus seducciones, avanzaremos en la vida divina. En el calor del conflicto, estarán a nuestro lado agentes invisibles, a los cuales el cielo ordenó que nos ayuden en nuestras luchas; y en la crisis serán impartidas fuerzas, firmeza y energía, y tendremos un poder superior al mortal. CM 225.2

Pero a menos que el agente humano ponga su voluntad en armonía con la voluntad de Dios, y a menos que abandone todo ídolo y venza toda mala práctica, no tendrá éxito en la guerra, sino que será finalmente vencido. Los que quieren ser vencedores deben entrar en conflicto con agentes invisibles; deben vencer la corrupción interior y poner todo pensamiento bajo el dominio de Cristo. CM 225.3

El Espíritu Santo obra incesantemente, procurando purificar, refinar y disciplinar las almas de los hombres, a fin de hacerlos idóneos para la compañía de los santos y los ángeles... Como hijos de Dios, debemos hacer esfuerzos fervientes para vencer; como estudiantes que procuran honrar y glorificar a Dios, debemos estudiar para ser aprobados de él como obreros que no tienen de qué avergonzarse. CM 226.1