Conducción del Niño

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Capítulo 66—La enseñanza de los principios fundamentales de la vestimenta

Una parte necesaria de la educación—No puede ser completa ninguna educación que no enseñe principios sanos en cuanto a la indumentaria. Sin tal enseñanza, la obra de la educación es a menudo retardada y pervertida. El amor al vestido, la devoción a la moda, se encuentran entre los más formidables rivales y más efectivos obstáculos del maestro.—La Educación, 240. CN 393.1

No se da un estilo preciso—No se me ha dado un estilo preciso como la norma exacta para guiar a todos en su vestimenta.—Carta 19, 1897. CN 393.2

Aseada, atractiva, limpia—Se ha de estimular a los jóvenes a formar hábitos correctos de vestir, de modo que su apariencia sea aseada y atractiva; se les ha de enseñar a conservar sus vestidos limpios y cuidadosamente remendados. Todas sus costumbres debieran ser de tal carácter que hagan de ellos una ayuda y un alivio para otros.—Joyas de los Testimonios 2:436. CN 393.3

El vestido debe ser apropiado y de buen gusto. Aunque se trate de un percal barato, debe mantenerse pulcro y limpio.—Testimonies for the Church 4:642. CN 393.4

Orden y gusto correcto—Los cristianos . . . en su vestido evitan lo superfluo y ostentoso, pero su ropa es prolija, modesta, no llamativa y es llevada con orden y gusto.—Mensajes para los Jóvenes, 247. CN 393.5

El gusto correcto no es de despreciar ni condenar. Nuestra fe llevada a la práctica, nos inducirá a ser tan sencillos en el vestir y celosos de buenas obras, que seremos considerados peculiares. Pero cuando perdemos el gusto por el orden y la prolijidad en el vestir, dejamos virtualmente la verdad, pues la verdad nunca degrada, sino que eleva.—Mensajes para los Jóvenes, 249. CN 393.6

Mis hermanas, vuestro vestido habla en favor de Cristo y la verdad sagrada o en favor del mundo. ¿Cuál es vuestro caso?— Review and Herald, 17 de noviembre de 1904. CN 394.1

Buen gusto en los colores y los modelos—Debiera manifestarse buen gusto en los colores. En este respecto, los colores lisos son deseables hasta donde sea conveniente. Sin embargo, debe tomarse en cuenta la calidad. Deben buscarse los colores suaves. Al elegir los figurines, debieran evitarse los modelos llamativos y chillones que muestran vanidad y orgullo superficial en los que los eligen. Y es malo un gusto extravagante al usar diferentes colores Health Reformer—Citado en.—Healthful Living, 120. CN 394.2

Ténganse en cuenta la duración y la utilidad—Nuestra indumentaria, si bien modesta y sencilla. debe ser de buena calidad, de colores decentes y apropiada para el uso. Deberíamos escogerla por su durabilidad más bien que para la ostentación. Debe proporcionarnos abrigo y protección adecuados. La mujer prudente descripta en los Proverbios “no tendrá temor de la nieve por su familia, porque toda su familia está vestida de ropas dobles”. Proverbios 31:21.—El Ministerio de Curación, 220. CN 394.3

La compra de buen material es economía—Es correcto comprar buen material y pagar una buena hechura. Esto es economía. Pero no se necesitan ricos atavíos, y consentir en ellos es gastar para la complacencia propia dinero que debiera darse a la causa de Dios.—Counsels on Stewardship, 301. CN 394.4

Recuérdense las necesidades de la viña del Señor—Debiéramos vestir con pulcritud y buen gusto. Pero, mis hermanas, cuando estéis de compras y cuando hagáis vuestras ropas y las de vuestros hijos, pensad en la obra de la viña del Señor que todavía espera ser hecha.—Counsels on Stewardship, 301. CN 394.5

Los mundanos gastan mucho en su vestimenta. Pero el Señor ha instruido a su pueblo que salga del mundo y se separe. Los atavíos llamativos o caros no condicen con los que profesan creer que están viviendo en los últimos días. . . . CN 395.1

Practicad la economía en lo que gastáis en ropa. Recordad que vuestro vestido ejerce constantemente una influencia en aquellos con quienes os relacionáis No prodiguéis sobre vosotros mismos medios que son grandemente necesarios en otras partes. No gastéis el dinero del Señor para complacer el deseo de vestidos costosos.—Manuscrito 24, 1904. CN 395.2

La sencillez en el vestido hace resaltar la religión del que lo lleva—La sencillez del vestido favorecerá grandemente a una mujer sensata.—The Review and Herald, 17 de noviembre de 1904. CN 395.3

Vestìos como deben vestirse las cristianas: con sencillez, adornándoos modestamente como conviene a mujeres que profesan piedad, con buenas obras.—The Review and Herald, 6 de diciembre de 1881. CN 395.4

Muchos a fin de mantenerse al día con modas absurdas, pierden su gusto por la sencillez natural y se encantan con lo artificial. Sacrifican tiempo y dinero, el vigor del intelecto y la verdadera elevación del alma y dedican todo su ser a las demandas de la vida elegante.—The Health Reformer, abril de 1872. CN 395.5

Queridos jóvenes, la inclinación a vestiros de acuerdo con la moda y a usar encajes y oro y postizos para la ostentación, no recomendará a otros vuestra religión o la verdad que profesáis. La gente de buen criterio considerará vuestras tentativas de embellecer lo externo como una prueba de una mente débil y un corazón orgulloso.—Testimonies for the Church 3:376. CN 395.6

No debiera haber una ostentación inadecuada—Recordaría a los jóvenes que se adornan y llevan plumas en sus sombreros que, debido a sus pecados, la cabeza de nuestro Salvador llevó la vergonzosa corona de espinas. Cuando dedicáis un tiempo precioso para acicalar vuestro atavío, recordad que el Rey de gloria vestía una túnica simple e inconsútil. Vosotros que os fatigáis adornando vuestras personas, recordad por favor que Jesús con frecuencia estaba cansado por el incesante y arduo trabajo y la abnegación y el sacrificio propio para bendecir a los dolientes y necesitados. . . . Debido a nosotros, él derramó sus oraciones ante su Padre con fuertes lamentos y lágrimas. Justamente para salvarnos del orgullo y el amor a la vanidad y de los placeres en que ahora incurrimos, que nos alejan del amor de Jesús, se derramaron esas lágrimas y el rostro de nuestro Salvador fue marcado por el dolor y la angustia más que el de cualquiera de los hijos de los hombres.—Testimonies for the Church 3:379, 380. CN 395.7

Adornos innecesarios—Prescindid de los adornos innecesarios y reservad para el adelanto de la causa de Dios los medios así economizados. Aprended la lección de la abnegación y enseñadla a vuestros hijos.—Counsels on Stewardship, 301, 302. CN 396.1

Un punto aclarado—Con frecuencia se me ha hecho la pregunta si yo creo que está mal usar sencillos cuellos de hilo. * Mi respuesta siempre ha sido no. Algunos han tomado el significado extremo de lo que yo he escrito acerca de los cuellos, y han mantenido que está mal usarlos de cualquier clase. Se me mostraron costosos cuellos complicados y caros e innecesarias cintas y encajes que han usado algunas observadoras del sábado y todavía usan debido a la ostentación y a la moda. Al mencionar cuellos, yo no quería que se entendiera que no debería usarse ninguna clase de cuello, o al mencionar cintas, que no se debiera usar ninguna clase de cintas.—Testimonies for the Church 1:135, 136. CN 396.2

Adornos extravagantes o extremos—Nuestros pastores y sus esposas deben ser un ejemplo de sencillez en el vestir; deben vestir en forma prolija, cómoda, usando buen material, pero evitando todo lo que se asemeje a extravagancia y a adornos, aunque no sean costosos; porque estas cosas constituyen una desventaja para nosotros. Debemos educar a los jóvenes en la sencillez en el vestir, sencillez con pulcritud. Que los adornos adicionales sean dejados de lado, aun cuando cuesten una bagatela.—Testimonios para los Ministros, 179. CN 397.1

No para la ostentación—El verdadero refinamiento no se satisface con el adorno del cuerpo para la ostentación.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 93. CN 397.2

La Biblia nos enseña la modestia en el vestir. “Asimismo oren también las mujeres en traje decente, ataviándose con recato y modestia”. 1 Timoteo 2:9. Este pasaje prohibe la ostentación en el vestir, los colores chillones, los adornos profusos. Todo medio destinado a llamar la atención a la persona así vestida, o a despertar la admiración, queda excluido de la modesta indumentaria impuesta por la Palabra de Dios.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 231. CN 397.3

La abnegación en el vestir es parte de nuestro deber cristiano. El vestir sencillamente y abstenerse de ostentar joyas y adornos de toda clase está de acuerdo con nuestra fe. ¿Pertenecemos al número de aquellos que ven la insensatez de los mundanos al entregarse a la extravagancia en el vestir y al amor de las diversiones?—Joyas de los Testimonios 1:350, 351. CN 397.4

Adorno imperecedero en vez de oro o perlas—Hay un adorno que no perecerá nunca, que promoverá la felicidad de todos los que nos rodean en esta vida y resplandecerá con lustre, inmarcesible en el futuro inmortal. Es el adorno de un espíritu manso y humilde. Dios nos ha ordenado llevar sobre el alma el atavío más rico. . . . En vez de procurar adornos de oro para la vista, se debería hacer un esfuerzo ferviente para obtener la sabiduría que es de más valor que el oro fino; sí, que es más preciosa que los rubies.—Joyas de los Testimonios 1:598. CN 397.5

De cuán poco valor son el oro o las perlas o los atavíos costosos en comparación con la gracia de Cristo. La gracia natural consiste de simetría, o la proporción armoniosa de las partes, cada una con la otra; pero la simpatía espiritual consiste en la armonía o semejanza de nuestra alma con Jesús. Esto hará a su poseedor más precioso que el oro refinado. aun el oro de Ofir. Ciertamente, la gracia de Cristo es un adorno inapreciable. Eleva y ennoblece a su poseedor y refleja rayos de gloria sobre los otros. atrayéndolos también a la Fuente de luz y bendición.—The Review and Herald, 6 de diciembre de 1881. CN 398.1

Los atractivos de la verdadera belleza—Existe en todos la tendencia natural a ser sentimentales más bien que prácticos. En vista de este hecho, es importante que los padres, en la educación de sus hijos. dirijan y eduquen sus mentes para que amen la verdad, el deber y la abnegación, y que posean una noble independencia, que elijan lo correcto aunque la mayoría elija lo erróneo. . . . CN 398.2

Si conservan sano su organismo y amable su temperamento, poseerán la verdadera belleza que podrán llevar con gracia divina. Y no tendrán necesidad de adornarse con postizos, pues éstos siempre son la expresión de la ausencia del adorno interno del verdadero valor moral. Un carácter bello es de valor a la vista de Dios. Una belleza tal atraerá pero no descarriará. Ese tipo de encantos tienen colores firmes, nunca se desvanecen.—The Signs of the Times, 9 de diciembre de 1875. CN 398.3

La religión pura de Jesús requiere de sus seguidores la sencillez de la belleza natural y el lustre del refinamiento natural y la pureza excelsa, antes que lo falso y artificial.—Testimonies for the Church 3:375. CN 399.1

Enseñad a los niños que reconozcan un vestido sensato—Seamos fieles a los deberes de la vida del hogar. Entiendan nuestros hijos que la obediencia debe reinar allí. Enseñadles a distinguir entre lo que es sensato y lo que es necio en el asunto del vestido y proporcionadles vestidos que sean pulcros y sencillos. Como un pueblo que se está preparando para el pronto regreso de Cristo, debiéramos dar al mundo un ejemplo de vestimenta modesta en contraste con las modas prevalecientes del día. Hablad de esto y haced sabios planes de lo que haréis; realizad luego esos planes en vuestras familias. Proponeos ser guiados por principios más elevados que las nociones y deseos de vuestros hijos.—Manuscrito 45, 1911. CN 399.2

Si nuestros corazones están unidos con el corazón de Cristo, . . . nada se colocará sobre la persona para atraer la atención o para crear polémica.—Testimonios para los Ministros, 128. CN 399.3

Usense vestidos que sienten bien, apropiados para la edad y las circunstancias de la vida—Hermana mía, atraiga a sus hijos a su corazón mediante el afecto. Présteles el debido cuidado y atención en todas las cosas. Proporcióneles vestidos que les sienten bien afin de que no estén mortificados por su apariencia, pues esto sería dañino para su respeto propio. . . . Siempre es correcto estar vestido pulcra y adecuadamente, en una forma que siente bien con la edad y las circunstancias de la vida.—Testimonies for the Church 4:142. CN 399.4

El cuerpo no debiera ser oprimido—El vestido debiera ser holgado, sin que obstruya la circulación de la sangre ni la respiración libre, plena y natural. Los pies debieran estar protegidos adecuadamente del frío y la humedad. Con esta vestimenta, podemos hacer ejercicio al aire libre, aun con el rocío de la mañana o de la noche, o después de una lluvia o nevada, sin temor de resfriarnos.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 89, 90. CN 400.1

El vestido del niño—Si el atavío del niño proporciona calor, abrigo y comodidad, quedará eliminada una de las principales causas de irritación y desasosiego. El pequeñuelo gozará mejor salud y la madre no encontrará el cuidado de su hijo demasiado pesado para sus fuerzas y para el tiempo de que dispone. CN 400.2

Las ligaduras apretadas o la ropa por demás ajustada impiden la acción del corazón y de los pulmones, y deben evitarse. Ninguna parte del cuerpo debe sufrir presión alguna por causa de la ropa que comprima algún órgano o limite su libertad de movimiento. La ropa de todos los niños debe estar tan holgada, que les permita la más libre y completa respiración; y debe adaptarse de tal modo al cuerpo que los hombros lleven todo el peso de ella.—El Ministerio de Curación, 296. CN 400.3

Abriguense debidamente las extremidades—Debiera prestarse especial atención a las extremidades a fin de que estén tan bien abrigadas como el pecho y la región del corazón donde hay la mayor cantidad de calor. Los padres que dejan a sus hijos con las extremidades desnudas o casi desnudas, están sacrificando la salud de sus hijos ante la moda. Si estas partes no están tan abrigadas como el cuerpo, la circulación no se equilibra. Cuando las extremidades que están lejos de los órganos vitales no están debidamente abrigadas, la sangre es impulsada a la cabeza originando dolor de cabeza o hemorragia nasal, o hay una sensación de congestión en el pecho que produce tos o palpitación del corazón debido a que hay allí demasiada sangre; o el estómago se sobrecarga de sangre y se provoca indigestión. CN 400.4

Para obedecer a la moda, hay madres que visten a sus hijos con sus miembros casi desnudos, y el frío hace que la sangre no siga su curso natural y se sobrecarguen los órganos internos, dificultándose la circulación y produciéndose la enfermedad. Los miembros no fueron formados por nuestro Creador para estar expuestos a la intemperie, como la cara. El Señor proporcionó . . . también grandes venas y nervios para las extremidades y los pies a fin de que contuvieran una gran cantidad de la corriente de la vida humana para que los miembros pudieran estar uniformemente con el mismo calor del cuerpo. Debieran estar debidamente abrigados a fin de que la sangre vaya a las extremidades. CN 401.1

Satanás inventó las modas que dejan los miembros expuestos a la intemperie y hacen que el frio saque la corriente vital de su curso original. Y los padres se inclinan ante el altar de la moda, y visten de tal modo a sus hijos que los nervios y las venas se contraen y no responden al propósito que Dios dispuso que tuvieran. Como resultado los pies y manos están fríos habitualmente. Esos padres que siguen la moda en vez de la razón tendrán que dar cuenta a Dios por robar así la salud de sus hijos. Aun la vida misma con frecuencia se sacrifica al dios de la moda.—Testimonies for the Church 2:531, 532. CN 401.2

Una distinción en la vestimenta de hombres y mujeres—Hay una tendencia creciente de que las mujeres, en su vestido y apariencia, se aproximen al otro sexo todo lo que sea posible y la moda es que sus vestidos sean muy parecidos a los de los hombres, pero Dios declara que esto es una abominación. CN 401.3

Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia”. 1 Timoteo 2:9. ... Dios quería que hubiera una clara distinción entre el vestido de hombres y mujeres y ha considerado el asunto de importancia suficiente para dar instrucciones explícitas acerca de él; pues la misma vestimenta usada por ambos sexos ocasionaría confusión y gran aumento de crimen.—Testimonies for the Church 1:457-460. CN 402.1

La vestimenta para la iglesia—Nadie deshonre el santuario de Dios por un atavío ostentoso.—Joyas de los Testimonios 2:202. CN 402.2

Debe enseñarse a todos a ser aseados, limpios y ordenados en su indumentaria, pero sin dedicarse a los adornos exteriores que son completamente impropios para el santuario. No debe haber ostentación de trajes; porque esto estimula la irreverencia. Con frecuencia la atención de la gente queda atraída por ésta o aquella hermosa prenda, y así se infiltran pensamientos que no debieran tener cabida en el corazón de los adoradores. Dios ha de ser el tema del pensamiento y el objeto del culto; y cualquiera cosa que distraiga la mente del servicio solemne y sagrado le ofende. La ostentación de cintas y moños, frunces y plumas, y adornos de oro y plata, es una especie de idolatría, y resulta completamente impropia para el sagrado servicio de Dios.—Joyas de los Testimonios 2:201, 202. CN 402.3

Algunos tienen la idea de que a fin de realizar la separación del mundo que requiere la Palabra de Dios, deben ser descuidados en su atavío. Hay algunas hermanas que piensan que están llevando a cabo el principio de no conformarse con el mundo al usar un sombrero ordinario y el mismo vestido usado por ellas durante la semana, el sábado cuando aparecen en la asamblea de los santos para participar en el culto divino. Y algunos hombres que profesan ser cristianos consideran el asunto del vestido de la misma manera. Estas personas se reúnen con el pueblo de Dios el sábado con sus vestidos empolvados y sucios y aun con roturas en la ropa que visten de una manera descuidada. CN 402.4

Estos mismos, si tuvieran una cita con un amigo honrado por el mundo, de quien desearan obtener un favor especial, se afanarían para presentarse ante él con el mejor atavío que les fuera posible; pues ese amigo se sentiría insultado si ellos llegaran a su presencia con el cabello despeinado y las ropas sucias y en desorden. Sin embargo, esas personas piensan que no importa en qué forma se presenten o en qué condición está su persona cuando en el día sábado se reúnen para adorar al gran Dios.—The Review and Herald, 30 de enero de 1900. CN 403.1

No ha de hacerse del vestido un tema de controversia—No hay necesidad de hacer del asunto del vestido el punto principal de vuestra religión. Hay algo más valioso de lo cual hablar. Hablad de Cristo, y cuando el corazón está convertido, todo lo que no está en armonía con la Palabra de Dios, se eliminará.—Evangelismo, 202. CN 403.2

Nuestro vestido no nos hace de valor a la vista del Señor. Lo que vale ante Dios es el adorno interno, las gracias del Espíritu, las palabras bondadosas, la consideración atenta hacia otros.—Counsels on Stewardship, 301. CN 403.3

Nadie ha de ser conciencia para otros, pero debe ejercer un ejemplo digno—No se debe dar alas a quienes centralizan su religión en el vestido. Estudie cada uno las claras enseñanzas de las Escrituras en cuanto a la sencillez y la sobriedad en el vestido y, mediante la fiel obediencia a esas enseñanzas, esfuércese por dar un ejemplo digno ante el mundo y los que son nuevos en la fe. Dios no quiere que nadie sea conciencia para otros. CN 403.4

Háblese del amor y humildad de Jesús pero no se anime a los hermanos y hermanas a encontrar fallas en el vestido o la apariencia de otros. Algunos se deleitan en esto; y cuando su mente se ocupa en ese sentido, comienzan a sentir que deben convertirse en remendones de la iglesia. Suben a la silla del juez y tan pronto como ven a uno de sus hermanos y hermanas, miran para encontrar algo que criticar. Esta es una de las formas más efectivas para volverse estrecho de mente y para empequeñecer el crecimiento espiritual. Dios quiere que bajen de la silla del juez pues nunca los ha colocado allí.—Historical Sketches of Seventhday Adventist Foreign Mission, 122, 123. CN 404.1

El corazón debe estar bien—Si somos cristianos, seguiremos a Cristo aunque el camino que debamos seguir sea opuesto a nuestras inclinaciones naturales. No vale la pena deciros que no debéis usar esto o lo otro, pues si el amor de esas cosas vanas está en vuestro corazón, el desprenderos de vuestros adornos será tan sólo como cortar el follaje de un árbol. Las inclinaciones del corazón natural se manifestarán nuevamente. Debéis estar convencidos en vuestra conciencia.—The Review and Herald, 10 de mayo de 1892. CN 404.2

Donde muchas denominaciones perdieron su poder—El razonamiento humano ha tratado siempre de evadir o de poner a un lado las instrucciones sencillas y directas de la Palabra de Dios. En todas las épocas, una mayoría de los profesos seguidores de Cristo ha desatendido esos preceptos que ordenan la abnegación y la humildad, que requieren modestia y sencillez de conversación, de conducta y de indumentaria. El resultado ha sido siempre el mismo: un apartamiento de las enseñanzas del Evangelio conduce a la adopción de las modas, las costumbres y los principios del mundo. La piedad vital cede su lugar a un formalismo muerto. La presencia y el poder de Cristo, retirados de esos círculos amadores del mundo, hallan cabida entre una clase de humildes adoradores que están dispuestos a obedecer las enseñanzas de la Santa Palabra. Se ha seguido esta conducta durante generaciones sucesivas. Se han levantado, una tras otra, diferentes denominaciones que, abandonando su sencillez, han perdido, en gran medida, su poder primitive.—Mensajes para los Jóvenes, 352. CN 404.3

La norma es la Palabra de Dios—En todos los asuntos de la indumentaria, debemos ser estrictamente cuidadosos y seguir muy de cerca las reglas bíblicas. La moda ha sido la diosa que ha regido el mundo, y con frecuencia se insinúa en la iglesia. La iglesia debe hacer de la Palabra de Dios su norma y los padres deben pensar inteligentemente acerca de este asunto. Cuando ven a sus hijos inclinarse a seguir las modas mundanas, deben, como Abrahán, ordenar resueltamente a su casa tras sí. En vez de unirlos con el mundo, relacionadlos con Dios.—Joyas de los Testimonios 2:202. CN 405.1