Historia del Sábado
17 – Naturaleza de la observancia temprana del primer día
La historia de la observancia del primer día comparado con la de los papas – Observancia del primer día definida por las mismas palabras de cada uno de los padres tempranos que lo mencionan – Las razones que tenía cada uno para su observancia dicha en sus propias palabras – El domingo, a su juicio, no era más sagrado que la Pascua o Pentecostés, o siquiera los cincuenta días entre aquellos festivales – El domingo no es un día de abstención del trabajo – Las razones que ofrecen los que rechazaron el sábado, expresadas en sus propias palabras
La historia de la observancia del primer día en la iglesia cristiana puede ser adecuadamente ilustrada por la de los obispos de Roma. El obispo romano ahora pretende tener poder supremo sobre todas las iglesias de Cristo. Él asevera que ese poder le fue dado a Pedro, y por él fue trasmitido a los obispos de Roma; o más bien, que Pedro fue el primer obispo de Roma, y que una sucesión de tales obispos desde su tiempo hasta el presente han ejercido este poder absoluto en la iglesia. Son capaces de rastrear su línea hasta los tiempos apostólicos, y aseveran que el poder ahora reclamado por el papa fue reclamado y ejercido por los primeros pastores de la iglesia de los romanos. Aquellos que reconocen la supremacía del papa creen este aserto, y para ellos es una evidencia concluyente de que el papa tiene posesión del poder supremo por derecho divino. Pero la aseveración es absolutamente falsa. Los primeros pastores, u obispos, o ancianos, de la iglesia de los romanos eran ministros de Cristo modestos, sin pretensiones, totalmente diferentes del arrogante obispo de Roma, quien ahora usurpa el lugar de Cristo como cabeza de la iglesia cristiana. HSPDS 181.1
El primer día de la semana ahora pretende ser el sábado cristiano, y da fuerza a su autoridad por medio del cuarto mandamiento, habiendo puesto a un lado el séptimo día, que ese mandamiento ordena, y usurpó su lugar. Sus defensores aseveran que esta posición y esta autoridad fueron otorgadas por Cristo. Como no se encuentra en las Escrituras un registro de esa entrega, el argumento principal en apoyo de ello es provisto rastreando la observancia del primer día hasta los primeros cristianos, quienes, se dice, no habrían santificado el día si no hubieran sido instruidos para hacerlo por los apóstoles; y los apóstoles no les habrían enseñado a hacerlo si Cristo, en presencia de ellos, no hubiera cambiado el sábado. HSPDS 181.2
Pero la observancia del primer día no puede rastrearse más cerca de los apóstoles que el año 140 d. C., mientras que los obispos de Roma pueden rastrear su línea al tiempo mismo de los apóstoles. En esto la pretensión papal de autoridad apostólica está mejor que la del sábado del primer día. Pero con esta excepción, el argumento histórico en favor de cada uno de ellos es el mismo. Ambos comenzaron con pretensiones muy moderadas, y gradualmente ganaron en poder y en carácter sagrado, creciendo juntas en fortaleza. HSPDS 181.3
Vayamos ahora a aquellos que fueron los primeros observadores del domingo, y aprendamos de ellos la naturaleza de esa observancia en su comienzo. Encontraremos, primero, que ninguno pretendió alguna autoridad divina para la observancia del primer día; segundo, que ninguno de ellos oyó alguna vez del cambio del sábado, y ninguno creó que el festival del primer día fuera una continuación de la institución sabática; tercero, que el trabajo en ese día nunca fue presentado como pecaminoso, y que la abstención del trabajo nunca se menciona como una característica de su observancia, ni siquiera implícita, solo en la medida en que fuera necesaria para pasar una porción del día en adoración; cuarto, si pusiéramos juntos todos los indicios con respecto a la observancia del domingo, que están esparcidos en los escritos de los padres de los primeros tres siglos, pues ninguno de ellos da más de dos de esos [indicios], y generalmente una sola sugerencia es todo lo que se encuentra en un escritor, encontraremos solo cuatro elementos: (1) una reunión en ese día en el que se leía la Biblia y se la exponía, y se celebraba la cena y se reunía una ofrenda; (2) que el día debía ser de regocijo; (3) que no debía ser un día de ayuno; (4) que no se debía doblar la rodilla en oración en ese día. HSPDS 182.1
Los siguientes son todos los indicios con respecto a la naturaleza de la observancia del primer día durante los primeros tres siglos. La epístola falsamente atribuida a Bernabé dice sencillamente: “Observamos el octavo día con regocijo”.1 Y Justino Mártir, en palabras ya citadas en forma total, describe la clase de reuniones que tenía en Roma y en su vecindad en ese día, y esto es todo lo que él conecta con su observancia.2 Ireneo enseñó que para conmemorar la resurrección, la rodilla no debe ser doblada ese día, y no menciona nada más como esencial para honrarlo. Este acto de estar en pie en oración era un símbolo de la resurrección, que había de celebrarse solo en ese día, como sostenía él.3 Bardesanes el Gnóstico representa que los cristianos en todas partes se reúnen para adorar en ese día, pero él no describe esa adoración, y no le asigna ningún otro honor al día.4 Tertuliano describe la observancia del domingo como sigue: “Dedicamos el domingo a regocijarnos”, y añade, “Tenemos algún parecido con aquellos de ustedes que consagran el día a Saturno para comodidad y lujo”.5 En otra obra nos da una idea adicional del carácter festivo del domingo. Así dice a sus hermanos: “Si se ha de otorgar alguna indulgencia a la carne, lo tienen. Yo no diré vuestros propios días, sino más también; porque para los paganos cada día festivo ocurre solo una vez anualmente; ustedes tienen un día festivo cada octavo día”.6 El Dr. Heylyn dijo la verdad cuando escribió: HSPDS 182.2
“Tertuliano nos dice que ellos dedicaban el domingo en parte a la alegría y la recreación, no a la devoción enteramente; cuando cien años después del tiempo de Tertuliano no había ley o constitución para impedir a los hombres que trabajaran en este día en la iglesia cristiana”.7 HSPDS 183.1
El festival del domingo en tiempos de Tertuliano no era como el sábado del primer día moderno, sino era esencialmente la fiesta alemana del domingo, un día para adorar y para la recreación, y en el que el trabajo no era pecaminoso. Pero Tertuliano dice más con respecto a la observancia del domingo, y las palabras que citamos ahora han sido usadas como prueba de que el trabajo en ese día era considerado pecaminoso. Esta es la única declaración que puede encontrarse antes de la ley dominical de Constantino que tiene tal apariencia, y la prueba es decisiva de que ese no era su significado. Aquí están sus palabras: HSPDS 183.2
“Sin embargo, nosotros (así como lo hemos recibido), solo en el día de la resurrección del Señor, deberíamos guardar, no solo contra el arrodillarnos, sino cualquier postura y acción de solicitar, postergando aún nuestras actividades, no sea que demos lugar al diablo. En forma similar, también, en el período del Pentecostés; período que se distingue por la misma solemnidad de júbilo”.8 HSPDS 183.3
Él habla de “postergar aún nuestras actividades”, pero esto no implica necesariamente nada más que el aplazo durante las horas dedicadas a los servicios religiosos. Está muy lejos de decir que el trabajo en domingo es un pecado. Pero citaremos la siguiente mención de Tertuliano sobre la observancia del domingo antes de notar algo más de las palabras antes citadas. Él dice así: HSPDS 183.4
“Contamos que el ayuno y el arrodillarse en adoración en el día del Señor es ilegal. Nos alegramos en el mismo privilegio también desde la Pascua hasta el Pentecostés”.9 HSPDS 183.5
Estas dos cosas, ayunar y arrodillarse, son los únicos actos que los padres establecieron como ilegales en domingo, a menos que, de hecho, algunos incluyan el duelo en la lista. Es seguro que el trabajo nunca se menciona de este modo. Y observen que Tertuliano repite la declaración importante de la cita previa de que el honor debido al domingo pertenece también al “período de Pentecostés”, es decir, a los cincuenta días entre la Pascua y el domingo de Pentecostés. Si, por lo tanto, el trabajo en domingo era pecaminoso en la estimación de Tertuliano, lo mismo era cierto para el período de Pentecostés, ¡un espacio de cincuenta días! Pero esto no es posible. No podemos concebir la postergación de las tareas para una asamblea religiosa cada día durante cincuenta días, y también que los hombres no debieran ayunar ni arrodillarse durante ese tiempo, que es precisamente lo que la celebración religiosa del domingo realmente era. Pero para hacer declarar a Tertuliano que el trabajo en domingo era un pecado es hacer que él declare que ese era el caso durante cincuenta días seguidos, lo que ninguno se aventura a decir que era la doctrina de Tertuliano. HSPDS 183.6
En otra obra Tertuliano nos da una declaración más con respecto a la naturaleza de la observancia del domingo: “Hacemos del domingo un día de festividad. ¿Y qué, entonces? ¿Hacen ustedes menos que esto?”10 Su lenguaje es muy extraordinario cuando se considera que se estaba dirigiendo a paganos. Parece que el domingo como un festival cristiano era tan similar al festival que observaban estos paganos que él podía desafiarlos a que le mostraran en qué iban más allá los cristianos que los paganos a quienes él se dirigía. HSPDS 184.1
El siguiente padre que nos indica la naturaleza de la observancia del domingo es Pedro de Alejandría. Él dice: “Pero el día del Señor lo celebramos como un día de gozo, porque en él se levantó otra vez, en cuyo día hemos recibido como una costumbre ni siquiera doblar nuestra rodilla”.11 Él señala dos cosas esenciales. Debe ser un día de gozo, y los cristianos no deben arrodillarse en ese día. Zonaras, un antiguo comentador sobre estas palabras de Pedro, explica el día de gozo al decir: “No debemos ayunar, porque es un día de gozo por la resurrección del Señor”.12 Siguiendo el orden, citamos las así llamadas Constituciones Apostólicas. Estas ordenan a los cristianos reunirse para adorar cada día, “pero principalmente en el día sábado. Y en el día de la resurrección de nuestro Señor, que es el día del Señor, reunirnos más diligentemente, enviando alabanzas a Dios”, etc. El objeto de reunirse era “escuchar la salvífica palabra con respecto a la resurrección”, “orar tres veces de pie”, que se lean los profetas, tener una predicación y también la cena.13 Estas Constituciones no solo dan la naturaleza de la adoración en domingo como se acaba de presentar, pero también nos dan una idea del domingo como un día de festividad: HSPDS 184.2
“Ahora los exhortamos, hermanos y consiervos, a evitar conversaciones vanas y discursos obscenos, y bromas, ebriedad, lascivia, lujos, pasiones desatadas, con discursos necios, siendo que no les permitimos tanto como en el día del Señor, que son días de gozo, de hablar y actuar nada impropio”.14 HSPDS 184.3
Este lenguaje claramente implica que el así llamado día del Señor era un día de mayor alegría que los otros días de la semana. Aun en el día del Señor no debían hablar o actuar nada impropio, aunque es evidente que su licencia en aquel día era mayor que en otros días. Una vez más estas Constituciones nos dan la naturaleza de la observancia del domingo: “Cada día sábado excepto uno, y cada día del Señor tengan sus asambleas solemnes, y regocíjense; porque quien ayune en el día del Señor será culpable de pecado”.15 Pero nadie puede leer siquiera una vez que “es culpable de pecado quien realice trabajos en este día”. HSPDS 184.4
Entonces citamos la epístola a los Magnesios en su forma larga, que aunque no escrita por Ignacio fue realmente escrita por el tiempo en que se escribieron las Constituciones Apostólicas. Aquí están las palabras de esta epístola: HSPDS 185.1
“Y después de la observancia del sábado, que cada amigo de Cristo guarde el día del Señor como un festival, el día de la resurrección, la reina y jefa de todos los días”.16 HSPDS 185.2
El autor de los Documentos Siriacos con respecto a Edesa viene último, y él define los servicios del domingo de la siguiente manera: “En el primer [día] de la semana, que haya un servicio, y la lectura de las Santas Escrituras, y la oblación”.17 Estos son todos los pasajes en los escritos de los primeros tres siglos que describen la temprana observancia del primer día. Juzgue el lector si hemos declarado correctamente la naturaleza de esa observancia. Luego invitamos la atención a las varias razones ofrecidas por estos padres para celebrar el festival del domingo. HSPDS 185.3
La reputada epístola de Bernabé apoya el festival del domingo diciendo que ese era el día “en el cual Jesús se levantó de los muertos”, y sugiere que prefigura el octavo milenio, cuando Dios creará el mundo de nuevo.18 HSPDS 185.4
Justino Mártir tiene cuatro razones: HSPDS 185.5
1. “Es el primer día en el cual Dios habiendo realizado un cambio en la oscuridad y la materia, hizo el mundo.19 HSPDS 185.6
2. “Jesucristo nuestro Salvador en el mismo día se levantó de los muertos”.20 HSPDS 185.7
3. “Es posible para nosotros mostrar cómo el octavo día poseía cierta importancia misteriosa, que el séptimo día no posee, y que fue promulgado por Dios mediante estos ritos”,21 es decir, mediante la circuncisión. HSPDS 185.8
4. “El mandato de la circuncisión, otra vez, requiriendo que siempre circuncidaran a los niños en el octavo día, era un tipo de la verdadera circuncisión, por la cual somos circuncidados del engaño y la iniquidad mediante Aquel que se levantó de los muertos en el primer día después del sábado”.22 HSPDS 185.9
Clemente de Alejandría aparece tratando solamente un octavo día místico o día del Señor. Es tal vez posible que él tenga alguna referencia al domingo. Nosotros, por tanto, citamos lo que él dice en favor de este día, llamado la atención al hecho de que él presenta su testimonio no desde la Biblia, sino de un filósofo pagano. De este modo él dice: HSPDS 185.10
“Platón habla proféticamente del día del Señor en el décimo libro de la República, con estas palabras: ‘Y cuando hayan pasado siete días a cada uno de ellos en la pradera del octavo día deben salir y llegar en cuatro días’”.23 HSPDS 186.1
Las razones de Clemente en favor del domingo se encuentran fuera de las Escrituras. El siguiente padre nos dará buenas razones para la acción de Clemente en este caso. Tertuliano es el siguiente escritor que da razones para el festival del domingo. Él habla de “ofrendas por los muertos”, la manera de la observancia del domingo, y del uso de la señal de la cruz sobre la frente. Aquí está la base sobre la cual descansan estas observancias: HSPDS 186.2
“Si, para estas y otras reglas similares, usted insiste en tener un mandato positivo de la Escritura, no encontrará ninguno. La tradición le será presentada como la originadora de ellas, la costumbre, como su fortalecedora, y la fe, como su observadora. Esas razones apoyarán la tradición, y la costumbre, y la fe, o usted las percibe por sí mismo, o las aprende de alguno que lo haya percibido”.24 HSPDS 186.3
La franqueza de Tertuliano es digna de encomio. No tenía ningún texto bíblico para ofrecer, y reconoce el hecho. Él dependía de la tradición, y no tenía vergüenza de confesarlo. El siguiente de los padres que da evidencia dela Escritura en apoyo del festival del domingo, es Orígenes. Aquí están sus palabras: HSPDS 186.4
“El maná caía en el día del Señor, y no en el sábado, para mostrar a los judíos que aun entonces el día del Señor era preferido antes que él”.25 HSPDS 186.5
Orígenes parece haber tenido el mismo concepto que Tertuliano en cuanto a que los argumentos aducidos por sus predecesores no eran concluyentes. Por lo tanto él acuñó un argumento original que parece haber sido muy concluyente en su estima, ya que ofrece solo éste. Pero él debe haber olvidado que el maná caía en todos los seis días de trabajo, o habría visto que aunque su argumento no eleva el domingo sobre los otros cinco días de trabajo, ¡no hace que el sábado fuera el menos honorable de los siete! Y sin embargo el milagro del maná fue expresamente designado para señalar la santidad del sábado, y para establecer su autoridad delante de la gente. Cipriano es el siguiente padre que da un argumento para el festival del domingo. Él se contenta con uno de los viejos argumentos de Justino, es decir, el que se refiere a la circuncisión. Él dice esto: HSPDS 186.6
“Porque con respecto a la observancia del octavo día en la circuncisión judía de la carne, se dio un sacramento de antemano en sombra y en uso; pero cuando vino Cristo, fue cumplido en verdad. Porque por causa del octavo día, es decir, el primer día después del sábado, había de ser aquel en el que el Señor resucitara, y nos diera vida, y nos dio la circuncisión del Espíritu, el octavo día, es decir, el primer día después del sábado, y el día del Señor, fue antes en figura; figura que cesó cuando vino la verdad, y se nos dio la circuncisión espiritual”26 HSPDS 186.7
Tal es el único argumento aducido por Cipriano en favor del festival del primer día. La circuncisión de los infantes cuanto tenían ocho días de edad, a su juicio, era un tipo del bautismo de los infantes. Pero la circuncisión al octavo día de la vida del niño, en su estima, no significaba que el bautismo debía postergarse hasta que el infante tuviera ocho días de edad, sino, como se declara aquí, ¡significaba que el octavo día debía ser el día del Señor! Pero el octavo día, en el cual se hacía la circuncisión, no era el primer día de la semana, sino el octavo día de la vida del niño, cualquiera fuera el día de la semana. HSPDS 187.1
El siguiente padre que da una razón para celebrar el domingo como un día de gozo, y abstenerse de arrodillarse en él, es Pedro de Alejandría, quien sencillamente dice: “Porque en él, él resucitó”.27 HSPDS 187.2
Luego, siguen en el orden las Constituciones Apostólicas, que aseveran que el festival del domingo es un memorial de la resurrección: HSPDS 187.3
“Pero observad el sábado, y el festival del día del Señor; porque el primero es un memorial de la creación, y el segundo de la resurrección”.28 HSPDS 187.4
Sin embargo, el escritor no ofrece pruebas de que el domingo fue puesto aparte por autoridad divina en memoria de la resurrección. Pero la siguiente persona que da sus razones para guardar el domingo “como un festival” es el autor de la forma más larga de la supuesta epístola de Ignacio a los Magnesios. Él encuentra que el octavo día se presenta proféticamente ¡en el título de los salmos sexto y duodécimo! La palabra Seminit, en algunas Biblias, ha sido traducida como “octavo”, o “lira de ocho cuerdas”. Aquí está el argumento del escritor en favor del domingo: HSPDS 187.5
“Mirando adelante a esto, el profeta declaró: ‘Al final del octavo día’, en el cual nuestra vida surgió de nuevo, y la victoria sobre la muerte fue obtenida en Cristo”.29 HSPDS 187.6
Hay todavía otro de los padres de los primeros tres siglos que da las razones que se usaban entonces en apoyo del festival del domingo. HSPDS 187.7
Este es el autor de los Documentos Siriacos con respecto a Edesa. Él es el siguiente, y cierra la lista. Aquí hay cuatro razones: HSPDS 187.8
1. “Porque en el primer día de la semana nuestro Señor se levantó del lugar de los muertos”.30 HSPDS 187.9
2. “En el primer día de la semana él se levantó en este mundo”,31 o sea, nació en domingo. HSPDS 187.10
3. En el primer día de la semana él ascendió al cielo”.32 HSPDS 187.11
4. “En el primer día de la semana él aparecerá al fin con los ángeles del Cielo”.33 HSPDS 188.1
La primera de estas razones es tan buena como la que una persona puede diseñar en su propio corazón para hacer lo que Dios nunca ordenó; la segunda y la cuarta son meras aseveraciones de las cuales la humanidad no sabe nada; mientras la tercera es positivamente una falsedad, porque la ascensión fue un jueves. HSPDS 188.2
Hemos presentado cada razón para el festival del domingo que pudieron encontrarse en los escritos de los primeros tres siglos. Aunque en general muy triviales, y a veces peor que triviales, sin embargo son dignas de un estudio cuidadoso. Ellas constituyen un testimonio decisivo de que el cambio del sábado por Cristo o por sus apóstoles del séptimo al primer día de la semana fue absolutamente desconocido durante todo ese período. Pero si fuera cierto que tal cambio se se hubiera hecho ellos debían haberlo conocido. Si hubieran creído que Cristo cambió el sábado para conmemorar su resurrección, cuán enfáticamente hubieran declarado ese hecho en lugar de ofrecer razones para el festival del domingo que son tan sin valor, como para ser, con una o dos excepciones, descartadas totalmente por los escritores modernos del primer día. O si hubieran creído que los apóstoles honraron el domingo como el sábado o día del Señor, ¡cómo hubieran presentado estos hechos en forma triunfal! Pero Tertuliano dijo que ellos no tenían una orden positiva de las Escrituras para el festival del domingo, y los otros, al ofrecer razones que solo fueron desarrolladas en sus corazones, corroboraron su testimonio, y todos ellos juntos establecen el hecho de que aun en su propia estima el día solo se sostenía por la autoridad de la iglesia. Ignoraban totalmente la doctrina moderna de que el séptimo día en el mandamiento significa sencillamente un día en siete, y que el Salvador, para conmemorar su resurrección, designó que el primer día de la semana fuera aquel de los siete al cual debiera aplicarse el mandamiento. HSPDS 188.3
Hemos presentado cada una de las declaraciones de los padres de los primeros tres siglos en los que se encuentra la manera de celebrar el festival del domingo. También hemos dado cada razón para su observancia que se encuentra en cada uno de ellos. Estas dos clases de testimonios muestran claramente que el trabajo ordinario no era una de las cosas prohibidas en ese día. Ahora ofrecemos prueba directa de que otros días, que por todos son considerados sino festivales de la iglesia, expresamente declararon los padres ser de igual santidad, si no superior, al festival del domingo. HSPDS 188.4
Los Escritos perdidos de Ireneo nos dan su idea con respecto a la santidad relativa del festival del domingo, y la de la Pascua o de Pentecostés. Esta es la declaración: HSPDS 188.5
“En la cual [fiesta] no doblamos la rodilla, porque es de igual importancia que la del día del Señor, por la razón ya aducida con respecto a ella”.34 HSPDS 188.6
Tertuliano en un pasaje ya citado, quien por omitir la frase que estamos por citar, ha sido usado como el testimonio más sólido para el sábado del primer día en los padres, expresamente iguala en santidad el período de Pentecostés –un lapso de cincuenta días– con el festival que él llama el día del Señor. Esto dice: HSPDS 188.7
“En forma similar, también, en el período de Pentecostés, período que se distingue por la misma solemnidad de exaltación”.35 HSPDS 189.1
Él asevera el mismo hecho en otra obra: HSPDS 189.2
“Contamos el ayuno y el arrodillarnos en adoración en el día del Señor como ilegal. Nos regocijamos en el mismo privilegio también desde la Pascua hasta Pentecostés”.36 HSPDS 189.3
Orígenes clasifica el así llamado día del Señor con tres otros festivales de la iglesia: HSPDS 189.4
“Si se nos objeta que nosotros mismos estamos acostumbrados a observar ciertos días, como por ejemplo el día del Señor, la Preparación, la Pascua, o Pentecostés, tengo que responder, que para el cristiano perfecto, que está siempre en sus pensamientos, palabras, y acciones sirviendo a su Señor natural, Dios la Palabra, todos sus días son del Señor, y él siempre guarda el día del Señor”.37 HSPDS 189.5
Ireneo y Tertuliano hacen que el día del Señor en domingo sea de igual santidad con el período entre la Pascua y Pentecostés; pero Orígenes, después de clasificar el día con varios festivales de la iglesia, virtualmente confiesa que no tiene preeminencia sobre otros días. HSPDS 189.6
Comodio, que una vez usa el término día del Señor, habla del festival católico de la Pascua como “Pascua, ese día nuestro el más bendecido”.38 Esto ciertamente indica que en su estima ningún otro día sagrado era superior en santidad a la Pascua. HSPDS 189.7
Las Constituciones Apostólicas tratan el festival del domingo del mismo modo que lo tratan Ireneo y Tertuliano. Lo hacen de igual santidad que el período de Pascua a Pentecostés. Esto dicen: HSPDS 189.8
“Será culpable de pecado quien ayune en el día del Señor, siendo el día de la resurrección, o durante el tiempo de Pentecostés, o en general, quien esté triste en un día festivo del Señor”.39 HSPDS 189.9
Estos testimonios prueban en forma concluyente que el festival del domingo, a juicio de hombres tales como Ireneo, Tertuliano, y otros, estaba en el mismo rango que el de la Pascua, o el Pentecostés. No tenían idea de que uno fuera ordenado por Dios, mientras los otros eran ordenados solo por la iglesia. De hecho, Tertuliano, como hemos visto, declara expresamente que no hay precepto para la observancia del domingo.40 HSPDS 189.10
Además de estos hechos importantes, tenemos la evidencia decisiva de que el domingo no era un día de abstinencia del trabajo, y nuestro primer testigo es Justino, el testigo más temprano del festival del domingo en la iglesia cristiana. Trifón, el judío, le dijo a Justino, a manera de reproche: “Ustedes no observan festivales ni sábados”.41 Esto estaba adaptado exactamente para obtener de Justino la declaración de que, aunque él no observaba el séptimo día como el sábado, él descansaba así en el primer día de la semana, si era cierto que ese día era para él un día de abstención del trabajo. Pero él no da tal respuesta. Él se burla de la idea misma de abstenerse del trabajo, declarando que “Dios no se complace en tales observancias”. Tampoco sugiere que esto es porque los judíos no descansaban en el día correcto, pero él condena la idea misma de abstenerse del trabajo por un día, declarando que “la nueva ley”, que tomó el lugar de los mandamientos dados en el Sinaí42 requiere un sábado perpetuo, y éste se guarda al arrepentirse del pecado y abstenerse de cometerlo. Aquí están sus palabras: HSPDS 189.11
“La nueva ley requiere que usted guarde un sábado perpetuo, y usted, por cuanto está ocioso un día, supone que es piadoso, no discerniendo por qué esto le ha sido ordenado; y si come pan sin levadura, dice que se ha cumplido la voluntad de Dios. El Señor nuestro Dios no se complace en tales observancias: si hay alguna persona perjura o un ladrón entre ustedes, que cese de ser así; si algún adúltero, que se arrepienta; entonces él ha guardado los dulces y verdaderos sábados de Dios”.43 HSPDS 190.1
Este lenguaje claramente implica que Justino no creía que se debía guardar ningún día como un sábado por la abstención del trabajo, sino que todos los días debían ser guardados como sábados por la abstención del pecado. Este testimonio es decisivo, y está en armonía exacta con los hechos ya aducidos de los padres, y con otros que todavía han de presentarse. Además, es confirmado por el testimonio expreso de Tertuliano. Él dice: HSPDS 190.2
“Nosotros (a quienes los sábados son extraños, y las lunas nuevas, y los festivales anteriormente amados por Dios) frecuentamos los saturnales y los festivales del año nuevo y del medio del invierno y las Matronales”.44 HSPDS 190.3
Y añade en el mismo párrafo, en palabras ya citadas: HSPDS 190.4
“Si alguna indulgencia ha de ser otorgada a la carne, la tienen. No diré vuestros días propios, pero más también; porque para los paganos cada día festivo ocurre sólo una vez por año; ustedes tienen un día festivo cada octavo día”.45 HSPDS 190.5
Tertuliano dice a sus hermanos en un lenguaje sencillo, que ellos no guardaban ningún sábado, pero guardaban muchos festivales paganos. Si el festival del domingo, que era un día de “indulgencia” para la carne, y que aquí apenas menciona como “el octavo día”, era guardado por ellos como el sábado cristiano en lugar del antiguo séptimo día, entonces él habría aseverado que para nosotros “los sábados son extraños”. HSPDS 190.6
Pero Tertuliano tiene precisamente el mismo sábado que Justino Mártir. Él no guarda el primer día en lugar del séptimo, sino que guarda un “sábado perpetuo”, en el que profesa refrenarse del pecado cada día, y realmente abstenerse del trabajo en ninguno. De este modo, después de decir que los judíos enseñan que “desde el principio Dios santificó el séptimo día” y por lo tanto observan ese día, él dice: HSPDS 191.1
“De donde nosotros [los cristianos] entendemos que todavía más debemos observar un sábado de toda ‘obra servil’ siempre, y no solo cada séptimo día, sino en todo tiempo”.46 HSPDS 191.2
Tertuliano ciertamente no tenía ni idea de que el domingo era el sábado en ningún otro sentido que el que eran todos los siete días de la semana. Encontraremos una confirmación decisiva de esto cuando lleguemos a citar a Tertuliano con respecto al origen del sábado. También encontraremos que Clemente expresamente hace del domingo un día de trabajo. HSPDS 191.3
Varios de los padres tempranos escribieron en oposición a la observancia del séptimo día. Ahora damos las razones asignadas por cada uno para esa oposición. El escritor llamado Bernabé no guardaba el séptimo día, no por causa de que era una orden ceremonial indigna de ser observada por un cristiano, sino porque era una institución tan pura que aun los cristianos no pueden santificarla hasta que sean hechos inmortales. Aquí están sus palabras: HSPDS 191.4
“Atiendan, mis hijos, al significado de esta expresión: ‘Concluyó en seis días’. Esto implica que el Señor terminará todas las cosas en seis mil años, porque un día es para él mil años. Y él mismo testifica, diciendo: ‘He aquí, hoy será como mil años’. Por lo tanto, mis hijos, en seis días, es decir, en seis mil años, todas las cosas estarán terminadas. ‘Y descansó el séptimo día’. Esto significa: Cuando su Hijo, venga [otra vez], destruirá el tiempo de los hombres malvados, y juzgará a los impíos, y cambiará el sol, y la luna, y las estrellas, entonces él realmente descansará en el séptimo día. Además, él dice: ‘Lo santificarás con manos puras y corazón puro’. Si, por lo tanto, cualquiera puede ahora santificar el día que Dios ha santificado, excepto que él sea puro de corazón en todas las cosas, estamos engañados. He aquí, por lo tanto: ciertamente entonces uno que descansa apropiadamente lo santifica, cuando nosotros mismos, habiendo recibido la promesa, no existiendo más la iniquidad, y habiendo sido hechas nuevas todas las cosas por el Señor, seremos capaces de obrar rectamente. Entonces seremos capaces de santificarlo, habiendo sido santificados primero nosotros mismos. Además él les dice: ‘Vuestras lunas nuevas y vuestros sábados no los puedo soportar’. Ustedes perciben cómo habla él: Vuestros sábados actuales no me son aceptables, pero eso es lo que yo he hecho [específicamente esto], cuando doy descanso a todas las cosas, haré un comienzo del octavo día, es decir, un comienzo de otro mundo, por lo cual, también, guardamos el octavo día con gozo, el día, también, en el cual Jesús resucitó de los muertos”.47 HSPDS 191.5
Observen los puntos incluidos en esta declaración de doctrina: HSPDS 192.1
1) Él asevera que los seis días de la creación prefiguran los seis mil años que nuestro mundo durará en su estado presente de maldad. HSPDS 192.2
2) Enseña que al final de ese período Cristo volverá y pondrá fin a la maldad, y “entonces él realmente descansará en el séptimo día”. HSPDS 192.3
3) Que “ninguno puede santificar ahora el día que Dios ha santificado, excepto sea puro de corazón en todas las cosas”. HSPDS 192.4
4) Pero ese no puede ser el caso hasta que el mundo presente haya pasado a su fin, “cuando nosotros mismos, habiendo recibido la promesa, ya no existiendo más la maldad, y todas las cosas hayan sido hechas nuevas por el Señor, seremos capaces de obrar con rectitud. Entonces podremos ser capaces de santificarlo, habiéndonos santificado primero a nosotros mismos”. Por lo tanto, los hombres no pueden guardar el sábado mientras dure este mundo malvado. HSPDS 192.5
5) Por lo tanto, dice él, “Vuestros sábados actuales no son aceptables”, no porque no son puros, sino porque ustedes no son capaces ahora de guardarlo tan puramente como su naturaleza demanda. HSPDS 192.6
6) Eso es decir, la observancia del día que Dios ha santificado no es posible en un mundo tan malvado como éste. HSPDS 192.7
7) Pero aunque el séptimo día no puede ser guardado ahora, el octavo día puede serlo, y debiera serlo, porque cuando los siete mil años hayan pasado, habrá el comienzo del octavo mil, una creación nueva. HSPDS 192.8
8) Por lo tanto, él no intentó guardar el séptimo día, que Dios había santificado; porque eso es demasiado puro para ser guardado en el presente mundo malvado, y solo puede ser guardado después que el Salvador venga al principio del séptimo mil años; pero él guarda el octavo día, con regocijo en el cual Cristo se levantó de los muertos. HSPDS 192.9
9) Así parece que el octavo día que Dios nunca santificó, es exactamente adecuado para la observancia en nuestro mundo durante su presente estado de maldad. HSPDS 192.10
10) Pero cuando todas las cosas hayan sido hechas nuevas, y seamos capaces de obrar con rectitud, y la maldad ya no exista más, entonces podremos santificar el séptimo día, habiendo primero sido santificados nosotros mismos. HSPDS 192.11
La razón de Bernabé por no observar el sábado del Señor no es porque el mandamiento que lo ordena haya sido abolido, sino que la institución es tan pura que los hombres en su presente estado imperfecto no pueden santificarlo apropiadamente. Sin embargo, lo guardarán en la nueva creación, pero entretanto, ellos guardan con regocijo el octavo día, el que nunca fue santificado por Dios, que no es difícil de guardar en el presente estado de maldad. HSPDS 192.12
Las razones de Justino Mártir para no observar el sábado no son de ningún modo como las del así llamado Bernabé, pues Justino parece haber despreciado de todo corazón la institución sabática. Él niega que fue obligatorio antes del tiempo de Moisés, y afirma que fue abolido por la venida de Cristo. Enseña que fue dado a los judíos por causa de su maldad, y expresamente afirma la abolición tanto del sábado como de la ley. Tan lejos está de enseñar el cambio del sábado del séptimo día al primer día de la semana, o de hacer del festival del domingo una continuación de la antigua institución sabática, que él se burla de la idea misma de días de abstención del trabajo, o días de ocio, y aunque Dios da como su razón para la observancia del sábado, que ese fue el día en el que descansó de toda su obra, Justino da como su primera razón para el festival del domingo que ¡ese fue el día en el cual Dios comenzó su obra! De la abstención del trabajo como una acto de obediencia al sábado, Justino dice: HSPDS 192.13
“El Señor nuestro Dios no se complace en tales observancias”.48 HSPDS 193.1
Una segunda razón para no observar el sábado, él la expresa así: HSPDS 193.2
“Porque nosotros también observamos la circuncisión carnal, y los sábados, y brevemente, todas las fiestas, si no supiéramos por qué razón ellas fueron ordenadas a vosotros, a saber, por causa de vuestras transgresiones y la dureza de vuestros corazones”.49 HSPDS 193.3
Como Justino no discrimina entre el sábado del Señor y los sábados anuales, sin duda aquí quiere incluirlos también. Pero, ¡qué falsedad es aseverar que el sábado fue dado a los judíos por su maldad! La verdad es, fue dado a los judíos por causa de la apostasía universal de los gentiles.50 Pero en el siguiente párrafo, Justino da tres razones más para no guardar el sábado: HSPDS 193.4
“¿Veis vosotros que los elementos no están ociosos, y no guardan los sábados? Permaneced como habéis nacido. Porque si no había necesidad de circuncisión antes de Abrahán, o de la observancia de los sábados, de las fiestas y sacrificios, antes de Moisés; no hay más necesidad de ellos ahora, después de que, de acuerdo con la voluntad de Dios, Jesucristo el hijo de Dios nació sin pecado, de una virgen surgida de la línea de Abrahán”.51 HSPDS 193.5
Aquí hay tres razones: HSPDS 193.6
1) “Que los elementos no están ociosos, y no guardan los sábados”. Aunque esta razón sencillamente es sin valor como argumento contra el séptimo día, es una confirmación decisiva del hecho ya demostrado, que Justino no hacía del domingo un día de abstención del trabajo. HSPDS 193.7
2) Su segunda razón dada aquí es que no hubo observancia del sábado antes de Moisés, y no obstante sabemos que Dios al principio designó el sábado para un uso santo, un hecho del cual, como veremos, un buen número de padres testifican, y también sabemos que en esa época había hombres que guardaban todos los preceptos de Dios. HSPDS 193.8
3) No hay necesidad de la observancia sabática desde Cristo. Aunque esta es una mera aseveración, de ningún modo es fácil de afrontar con justicia por quienes representan a Justino como guardando el sábado cristiano. HSPDS 193.9
Otro argumento de Justino contera la obligación del sábado es que ¡Dios “dirige el gobierno del universo en este día igualmente que en todos los demás!”52 como si esto fuera inconsistente con la santidad actual del sábado, cuando también es cierto que Dios de esta manera gobernó el mundo en el período cuando Justino reconoce que el sábado era obligatorio. Aunque esta razón es trivial como argumento contra el sábado, muestra que Justino no podía agregar al domingo ningún carácter sabático. HSPDS 194.1
Pero él tiene todavía un argumento más contra el sábado. La antigua ley ha sido eliminada por la nueva ley final, y el antiguo pacto ha sido remplazado por el nuevo.53 Pero él olvida que el nuevo pacto no eliminaba la ley de Dios, sino ponía la ley en el corazón de cada cristiano. Y muchos de los padres, como veremos expresamente, repudian esta doctrina de la abrogación del Decálogo. HSPDS 194.2
Estas fueron las razones de Justino para rechazar el antiguo sábado. HSPDS 194.3
Pero aunque él era un decidido sustentador de la abrogación de la ley, y de la institución sabática misma, y guardaba el domingo solo como un festival, los escritores del primer-día modernos lo citan como un testigo en apoyo de la doctrina de que el primer día de la semana debería ser observado como el sábado cristiano por la autoridad del cuarto mandamiento. HSPDS 194.4
Ahora veamos qué estorbaba la observancia del sábado para Ireneo. No era que los mandamientos habían sido abolidos, porque veremos de inmediato que él enseñaba su perpetuidad. Ni fue que él creía en el cambio del sábado, porque él no da ningún indicio de tal idea. El festival del domingo en su opinión parece haber sido sencillamente de “igual importancia” que Pentecostés.54 Ni fue porque Cristo quebrantó el sábado, pues Ireneo dice que él no lo hizo.55 Sino porque él llamaba al sábado una señal que él consideraba tan importante para el futuro reino, y parece haber considerado que ya no era obligatorio, aunque no dice esto expresamente. De este modo plantea el significado del sábado como él lo observaba: HSPDS 194.5
“Además los sábados de Dios, es decir, el reino, era, por decirlo así, indicado por las cosas creadas”, etc.56 HSPDS 194.6
“Estas [promesas a los justos] debían [ocurrir] en los tiempos del reino, es decir, en el séptimo día que ha sido santificado, en el que Dios descansó de todas las obras que había creado, que es el verdadero sábado de los justos”,57 etc. HSPDS 194.7
“Porque el día del Señor es mil años: y en seis días creó las cosas que fueron completadas: es evidente, por lo tanto, que ellas vendrán a un fin a los seis mil años”.58 HSPDS 194.8
Pero Ireneo no se dio cuenta de que el sábado como una señal no apunta hacia adelante a la restitución, sino hacia atrás a la creación, para que pueda indicar que el verdadero Dios es el Creador”.59 Tampoco observó el hecho de que cuando se establezca el Reino de Dios bajo el cielo entero toda carne santificará el sábado.60 HSPDS 195.1
Pero él dice que aquellos que vivieron antes de Moisés fueron justificados “sin la observancia de los sábados”, y ofrece como prueba que el pacto en Horeb no fue hecho con los padres. Por supuesto si esto prueba que los patriarcas estaban libres de la obligación hacia el cuarto mandamiento, es igualmente bueno como prueba de que ellos podrían violar cualquier otro. Estas cosas indican que Ireneo estaba opuesto a la observancia sabática, aunque él no expresó en palabras su abolición, y en términos muy decisivos aseveró la obligación continuada de los diez mandamientos. HSPDS 195.2
Tertuliano ofrece numerosas razones para no observar el sábado, pero hay escasamente una de ellas que él no contradiga expresamente en algún otro lugar. De este modo, él asevera que los patriarcas antes de Moisés no observaron el sábado.61 Pero él no ofrece pruebas, y en otra parte fecha el origen del sábado en la creación,62 como mostraremos más adelante. En varios lugares él enseña la abrogación de la ley, y parece poner a un lado la ley moral así como la ceremonial. Pero en otras partes, como veremos, él da un testimonio expreso de que los diez mandamientos todavía son obligatorios como la regla de la vida cristiana.63 Él cita las palabras de Isaías en las que representa a Dios como odiando las fiestas, nuevas lunas, y sábados observados por los judíos,64 como prueba de que el sábado del séptimo día fue una institución temporaria que Cristo abrogó. Pero en otro lugar dice que “Cristo no rescindió el sábado: él guardó la ley del sábado”.65 Y también explica este mismo texto al declarar que la aversión de Dios hacia los sábados observados por los judíos era “porque ellos, un pueblo lleno de iniquidades, los celebraban sin el temor de Dios”, y añade que el profeta, en un pasaje posterior hablando de los sábados celebrados de acuerdo con el mandamiento de Dios, “declara que ellos son verdaderos, deliciosos, en inviolables”.66 Otra declaración es que Josué violó el sábado en el sitio de Jericó.67 No obstante, en otra parte explica este preciso caso, mostrando que el mandamiento prohíbe nuestras propias obras, no las de Dios. Aquellos que actuaron en Jericó no hacían sus propias obras, sino las de Dios, que ellos ejecutaban, y también, por su mandato expreso.68 Él también asevera y niega que Cristo violó el sábado.69 Tertuliano era un hombre de mente doble. Él escribió mucho contra la ley y el sábado, pero también contradijo y expuso sus propios errores. HSPDS 195.3
Orígenes intenta probar que el sábado antiguo debe entenderse mística o espiritualmente, y no en forma literal. Aquí está su argumento: HSPDS 196.1
“’Se sentarán, cada uno en su morada: ninguno se moverá de su lugar en el día sábado’. Precepto que es imposible de observar literalmente; porque ningún hombre puede estar sentado todo el día como para no moverse del lugar donde se sentó”.70 HSPDS 196.2
Los grandes hombres no siempre son sabios. No hay tal precepto en la Biblia. Orígenes se refería a aquello que prohibía a la gente salir a buscar el maná en el sábado, pero eso no estaba en conflicto con otro que mandaba realizar santas convocaciones o asambleas para adorar en el sábado.71 HSPDS 196.3
Victorino es el último de los padres anteriores a Constantino quien ofrece razones contra la observancia del sábado. Su primera razón es que Cristo dijo a través de Isaías que su alma odiaba el sábado; el sábado que en su cuerpo él abolió; y estas aseveraciones vimos contestadas por Tertuliano.72 Su segunda razón es que “Jesús [Josué] el hijo de Nun, el sucesor de Moisés, quebrantó el día sábado”,73 lo cual es falso. Su tercera razón es que “Matías [un Macabeo] también, príncipe de Judá, quebrantó el sábado”,74 que indudablemente es falso, pero no es importante como autoridad. Su cuarto argumento es original, y puede adecuadamente cerrar la lista de razones asignadas por los padres tempranos por no observar el sábado. Lo damos completo, sin una respuesta: HSPDS 196.4
“Y en Mateo leemos, está escrito que Isaías y el resto de sus colegas quebrantaron el sábado”.75 HSPDS 196.5